Sexualmente hablando: el pecado atroz

Sexualmente hablando: el pecado atroz

Sexualmente hablando: el pecado atroz

Samuel Auguste André David Tissot, célebre médico suizo del siglo XVIII, tuvo un papel decisivo para que la masturbación fuera considerada una práctica indeseable, capaz de producir múltiples males. Idea que se mantuvo a lo largo de dos siglos, con coletazos que aún sufrimos.

Expresó sus teorías en una publicación de 1760: “L’Onanisme”, tratado médico integral sobre los supuestos efectos nocivos de la masturbación. Allí citaba casos de masturbadores -pacientes de su consultorio en Lausana- como base para sus razonamientos. Entre ellos se destaca el de un joven relojero “que empezó a masturbarse a la edad de 17 años y, tras padecer un cuadro completamente florido, pereció, convertido en un ser muy parecido a los brutos, presentando un espectáculo que no podía concebirse sin horror, pues costaba trabajo recordar que aquel desgraciado pertenecía a la especie humana”.

Tissot argumentó que el semen era un “aceite esencial” y un “estímulo” que, si se expulsaba del cuerpo en grandes cantidades, causaba “una reducción perceptible de la fuerza, de la memoria e incluso de la razón”. Y también “visión borrosa, todos los trastornos nerviosos, todos los tipos de gota y reumatismo, debilitamiento de los órganos de la generación, sangre en la orina, alteración del apetito, dolores de cabeza y un gran número de otros trastornos”.

El problema es que estas conclusiones fueron presentadas como si se tratara de un trabajo académico científico (en una época en que la fisiología experimental era prácticamente inexistente, claro). La obra no tardó en extenderse por toda Europa y se reeditó prácticamente todos los años hasta 1782, siendo traducida al inglés, al alemán, al italiano y al holandés. A esto se sumó que grandes pensadores citaron las palabras de Tissot como las de una indiscutida autoridad en la materia. Suficiente para que la medicina occidental colocara a la masturbación en la lista negra.

En la actualidad se considera que el trabajo de Tissot estuvo fuertemente influenciado por un panfleto anónimo, publicado cinco décadas antes, titulado “Onania, o el atroz pecado de la autopolución y todas sus espantosas consecuencias, en ambos sexos, consideradas, con consejos espirituales y físicos para aquellos que ya se han lastimado a sí mismos por esta abominable práctica”.

Sin embargo algunos estudiosos de la historia de la sexualidad reivindican al doctor Tissot como un progresista. Al parecer no sólo les aconsejó a los jóvenes que se abstuvieran de masturbarse, sino que también les previno que no dejaran que los adultos se abusaran sexualmente de ellos. Así, su ampliamente publicado folleto estableció también las bases de la cruzada contra el abuso de menores, un asunto al que hasta entonces nadie le había prestado demasiada atención.

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