Valió tanto como la Champions

Valió tanto como la Champions

Valió tanto como la Champions

Acaso haya que vivir en Manchester para entender por qué, para muchos hinchas del City, la victoria de ayer 2-1 ante el United en la final de la FA Cup tiene más valor que la final de Champions del sábado próximo contra Inter.

Sí, ganarle el título más añejo del fútbol mundial al rival clásico, que fue rey y que te humilló tanto tiempo, tiene para los hinchas más alegría que la Champions, que en cambio es el objetivo de Abu Dabi, el patrón que cambió la historia del City.

Fueron décadas enteras para el United de burlas, de celebrar títulos mientras el City penaba en la tercera división del fútbol inglés, sufriendo clásicos ridículos ante rivales anónimos y en canchas ante apenas 4.000 espectadores.

Alex Ferguson, el gran DT más exitoso en la historia del United, se burlaba inclusive del City, al que ni siquiera pronunciaba por su nombre. Y lo mismo obligaba a hacer a sus jugadores. No lo consideraba un rival clásico. Ayer formó parte de la premiación al City en el palco de Wembley. Ironías de la vida.

Aquellos eran tiempos de hinchas del United organizando fiestas en territorio del City, para recordar hacía cuántos años su rival había ganado por última vez un título de Premier League. Años de humillaciones.

Ganada la última Premier (quinta de las últimas seis ediciones), y con la final de Champions pendiente, el City se dio el lujo ayer de quitarle al United su única posibilidad de título de una temporada agitada, que posiblemente cierre con la partida de la familia estadounidense Glazer como propietaria del club. ¿Irá el United a manos del dinero también del Golfo Arábigo, con sede en Qatar, como indican numerosos informes?

Sería un cambio más, como el de técnicos que realiza el United, uno tras otro, después del retiro de Ferguson. Es la estabilidad que, en cambio, tiene ahora el City, con la era iniciada por Pep Guardiola y los petrodólares de Abu Dabi, capital de los Emiratos Arabes Unidos.

La tele nos mostró al propio Guardiola bailando con sus jugadores dentro de la cancha, con lágrimas luego, igual que los hinchas llorando en la tribuna, mientras miles de banderas celestes se adueñaron del estadio.

El City es gran candidato a ganar el sábado en Estambul y esa es una deuda de Guardiola desde que se fue de Barcelona. Y la Champions también es el gran objetivo de visibilidad y dominio europeo del City. La mejor vidriera del “poder blando” (soft power) que las monarquías del Golfo eligieron para mostrarse ante el mundo.

El de ayer fue un triunfo merecido en un partido apretado, que el United casi iguala en el minuto final. Ganó con dos goles de Ilkay Gundogan, la inesperada carta clave de final de temporada que encontró el notable Guardiola (34 títulos en 14 años). El primero a los 13 segundos con un pelotazo de salida desde el arco y el segundo con jugada preparada en un tiro libre. Es decir, cero toque, puro pragmatismo.

Es el mismo Guardiola que a mitad de temporada sorprendió avanzando a la media cancha al defensor John Stones y que recuperó además la habilidad de Jack Grealish al servicio del equipo. Pep es el  mejor DT de la era moderna.

Es notable ver también de qué modo está llegando al cierre de la temporada Guardiola, sin necesidad de recurrir a los goles del gigante noruego Erling Haaland, que le dio un juego más directo al laboratorio del DT catalán.

Increíble pensar además que el City, con ese huracán llamado Haaland, puede darse el lujo de mantener como suplente a Julián Álvarez. Es el lujo del dinero. Pero también fútbol en estado puro.

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