Verónica Rodríguez Celín: “El argentino está como el tango: ansioso y pesimista con tanta crisis”

Un sondeo de opinión pública señala que a la sociedad le inquieta más la pobreza, la desigualdad social y la corrupción.

Rodríguez Celín dice que los argentinos tienen bajo nivel de confianza en las instituciones. Rodríguez Celín dice que los argentinos tienen bajo nivel de confianza en las instituciones.

“Cada vez que hablo sobre la situación del país con un cliente de afuera, me pregunta por qué estamos como estamos. Mi respuesta es casi siempre la misma: el argentino tiene el tango en la sangre”, comenta a LA GACETA Verónica Rodríguez Celín, socióloga y directora regional de Quiddity, una agencia de investigación de mercado y de opinión pública en los principales países latinos del continente. En un estudio reciente efectuado en Argentina, Brasil, Colombia y México para establecer las expectativas para este 2023, se ha llegado a la conclusión de que los argentinos mostraron mayor pesimismo liderando las expectativas negativas en siete de las ocho temáticas relevadas. Pobreza y Desigualdad (57% consideran que va a empeorar), Corrupción (54%) y Economía (51%) son  las dimensiones que los argentinos consideran que este año van a empeorar. En consecuencia, el Desempleo y la Seguridad son también áreas de preocupación dónde la mitad de los encuestados declara que la situación va a empeorar.  El diagnóstico toma en cuenta además el estado de ánimo de los mexicanos, de los brasileños y de los colombianos. En una entrevista con nuestro diario, la investigadora indica que, contrariamente a lo que se suele decir, el mayor porcentaje de argentinos con esperanzas de mejora está en la franja etaria de la juventud.

-¿Por qué los argentinos somos tan pesimistas? ¿Somos expertos en crisis?

-En general prevalece una sensación de desesperanza, de que nada va a cambiar. Por eso nos encontramos con mayor pesimismo respecto de otros países de la región. Algo que me gusta decir es que el argentino tiene el tango en la sangre. Vivimos en un nivel de autoexistencia fuerte por una cuestión cultural, pero a la vez estamos muy golpeados, ansiosos y pesimistas por tantos años de crisis económica. Históricamente, esas crisis se daban por ciclos de una década, pero ya llevamos 20 años en una situación compleja. Más allá de la alternancia de gobiernos, aquella sensación no se modificó, sino que se profundizó. Nos pesa mucho, porque es tan fuerte y tan dramática la situación, como la letra del tango.

-¿Cuáles son las emociones que predominan entre nosotros?

-Si bien muchas veces se habla de la resiliencia de los argentinos acostumbrados a enfrentar y salir adelante de distintas situaciones, notamos un gran pesimismo en las respuestas. La ansiedad y la preocupación son dos de las emociones que más se resaltan entre los argentinos. Y esto tiene que ver por el hecho de que aún no se le encontrado la vuelta para bajar los niveles de inflación. Indudablemente que la preocupante situación financiera y económica del país se refleja negativamente en las finanzas personales y/o familiares. Más allá de eso, hay que resaltar que los argentinos también potenciamos la gratitud y la alegría. Lo primero se vincula fundamentalmente con la salud general, después de un período crítico como fue la pandemia de la Covid-19. Lo segundo está relacionado más a los que nos dejó 2022: una Argentina celebrando el Mundial de Fútbol, algo que ha servido como oxígeno o recreo frente a la realidad cotidiana.

-En el reporte regional prevalece la pobreza y la desigualdad, como el indicador más inquietante para los argentinos...

-Indudablemente esto es así porque estos indicadores, al igual que la desocupación, siguen creciendo e inciden en el ánimo social. La desigualdad social es cada vez más evidente. Si nos ponemos a observar la pirámide de la situación socioeconómica, desde el punto de vista de los ingresos, notaremos que, históricamente, siempre hubo una concentración de la riqueza en el nivel económico alto, es decir, aquellos que son los ABC1, que representaban el 7% de la población. Hoy no se salvan de la crisis y esa fracción bajó al 5%. En suma, hay una mayor incidencia de la desigualdad al ver que la base de la pirámide es cada vez más ancha porque, frente a tanta inflación, no tienen cómo cubrirse con sus ingresos, mucho menos para costear una Canasta Básica Total (alimentos más servicios considerados imprescindibles). Si comparamos esta situación presente de la Argentina con la de Brasil, se percibirán diferencias. En el vecino país el cambio de ideología con el regreso de Lula da Silva a la Presidencia predispuso a cierto sector de la sociedad a mejorar las perspectivas socioeconómicas.

-¿Qué pasa con los otros indicadores del diagnóstico regional?

-Hubo tópicos en los que los argentinos sí son optimistas. El caso de Salud y de Educación, donde tres de cada 10 encuestados consideran que van a haber mejoras este año. En cuanto a Justicia predomina la sensación de que nada va a cambiar (39%) o incluso que podría empeorar este año (31%). La mayoría de las instituciones tienen una imagen negativa. Por ejemplo, en las respuestas múltiples de los que participaron del trabajo, se percibe que los sindicatos son los que más negatividad registra. El 72% de los sondeados ha respondido que no confía en los gremios, un porcentaje demasiado elevado si tomamos en cuenta las opiniones de los mexicanos, de los brasileños o de los colombianos. Muy cerca está en esos niveles de baja confianza el Poder Legislativo (67%) y el Ejecutivo (63%), todas cifras más elevadas que las de los tres países de la región. Un caso particular que ha surgido en el diagnóstico es la confianza en los influencers digitales. En el caso argentino, el 57% de las respuestas fueron de no confianza hacia ese sector, tan alto como en los otros países. La sensación que se percibe de las respuestas es que hoy la mayoría de los influencers te ofrecen de todo en las redes sociales, cuando la demanda general es que hable de algo particular, de cuestiones específicas más que de la generalidad. Esa es la demanda al otro lado de las redes sociales.  

-De las respuestas obtenidas en el reporte regional, ¿puede decirse que los argentinos esperan medidas del Gobierno para tomar decisiones personales, más en cuestiones de finanzas hogareñas?

-No todo está perdido. Hay una idea de que la situación puede mejorar, pero mirando del lado de uno mismo, no de la respuesta que le pueda dar otra persona o el mismo gobierno. Los argentinos tenemos la capacidad de reconvertirnos continuamente, pero hay que dejar atrás la desesperanza, de pensar que nos puede ganar siempre. Si no vivimos de la esperanza, entonces no vivamos de nada. En el contexto en que se encuentra la Argentina, sin embargo, hay cuestiones que son estructurales y eso puede ser lo complejo en la idea general del desaliento. No obstante, al abrir el estudio por estratos económicos y por franjas etarias nos dimos con algunas conclusiones que sí son esperanzadoras. Hay una cuestión que se repite como situaciones propias de las familias argentinas: el desarraigo por efecto de la crisis. Los jóvenes argentinos que participaron en el diagnóstico regional son los que mayores niveles de esperanza han resaltado. Y, además, son los que más proyectan el futuro. Se resisten a vivir en otro país que no sea la Argentina. En los adultos, muchas veces, prevalece aquella proyección de que sus hijos deben irse para poder realizarse personal y profesionalmente. Los jóvenes, no obstante, quieren desarrollarse en la Argentina que los vio nacer.

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