Dos tucumanas apasionadas por la pelota paleta

Dos tucumanas apasionadas por la pelota paleta

Ponen el corazón, compiten y se destacan.

FELICES. Soledad Frías García y Cyntia Pinto se consagraron en Santa Fe. la gaceta / foto de antonio ferroni FELICES. Soledad Frías García y Cyntia Pinto se consagraron en Santa Fe. la gaceta / foto de antonio ferroni

No tienen vestuario, pero se entrenan igual. Juegan en la Selección nacional de pelota paleta, pero no cobran. Cyntia “Popy” Pinto y Soledad Frías García saben que el deporte que las apasiona no es tan popular y quizás por eso su camino parece empinarse más que el de otros atletas, pero eso no las frena. Ponen el corazón, compiten y se destacan: vienen de ganar el Campeonato Argentino de primera categoría en la modalidad trinquete (cancha cerrada), en Santa Fe. Es la primera vez que Tucumán obtiene un título a nivel nacional en esa división. Y ahora van por más.

Este deporte se juega en parejas golpeando una pelota de goma contra una pared (“frontón”); una variante argentina del original conocido como pelota vasca. “Popy” y Soledad lo hacen juntas y son las únicas mujeres que practican pelota paleta en la provincia en primera categoría. Empezaron cuando eran niñas. “Vengo de una familia pelotari. Jugaban mis abuelos, mi tío, mi papá y mi hermano. Amo este deporte. Lo llevo en la sangre. Dejé de estudiar las últimas materias de Radiología para dedicarme a esto”, cuenta “Popy”, que hace más de 10 años compite en la Selección y en 2021 se consagró campeona del Argentino de damas.

Soledad está terminando las últimas materias de Veterinaria y tiene una clínica. No podría dedicarse a la pelota paleta sin la ayuda de sus familiares y amigos. Su mamá, por ejemplo, se encarga de la veterinaria mientras ella asiste a clases y se entrena junto con Cynthia en El Frontón (España 153). “En el club las mujeres todavía no tenemos vestuario. Estamos peleando por conseguirlo para practicar más tiempo y tener la tranquilidad de decir: ‘bueno, juego, me baño y ya me voy y sigo con mis actividades diarias’”, cuenta Soledad.

Competir y estar a la altura no sólo insume tiempo y desgaste físico y anímico. Para practicar el deporte hay que contar con buenas zapatillas que evitan lesiones y pueden costar entre 30.000 y 100.000 pesos; una paleta de madera o de carbono cuesta alrededor de 25.000 pesos; y las gafas protectoras oscilan entre 5.000 y 20.000 pesos.

Muchos viajes y pocos recursos

Todo esto sin contar los viajes. Los que son para competir sí son financiados por la Confederación Argentina de Pelota, pero el resto no. “Tenemos que viajar cada 15 días a Buenos Aires para los entrenamientos con la Selección. Al estar en la Selección tenés un poco más de chances de conseguir que ye ayuden, pero sigue siendo difícil. Cuesta mucho, porque el deporte no es conocido, entonces no saben qué es ni cómo se juega. No saben que cada vez que Argentina viaja a competir trae muchas medallas de bronce, plata y oro”, explica “Sole”, que se quiebra al decir que lo más lindo de competir es el momento del Himno, llegar al podio “y ver tu bandera”.

A estas dificultades se le suma una más: ser mujeres y vivir en el interior. “Cuesta más porque somos pocas y siempre hay que jugar con varones, que por lo general tienen más fuerza. Y al ser mujer también cuesta más que te dejen entrar. ‘No, con mujeres no juego’, ‘no quiero perder contra mujeres’: hay varones que realmente se enojan mucho cuando pierden”, cuenta.

“Popy” coincide: “mi papá no quería saber nada de que me dedique a esto porque jugaban todos hombres y era un deporte muy machista. Bueno, hasta el día de hoy lo sigue siendo”.

Sueños

A Soledad le gustaría que la disciplina sea más conocida. “Es muy lindo viajar, estar en la Selección, compartir y participar de torneos”, explica. ¿Cuál es la próxima meta? El Mundial y los Juegos Panamericanos de Santiago de Chile. “Ojalá podamos seguir representando a la provincia y al país. Lo más gratificante es cuando ganás: ese momento de subir al podio con la bandera es único”, dice Cynthia. Todos los sacrificios parecen quedar de lado -o quedar justificados- cuando se ponen la camiseta celeste y blanca.

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