Un crimen sacude el seno del poder tucumano

Un crimen sacude el seno del poder tucumano

Pablo Parolo escribió y dirige “Eva, una visita nocturna”, que se estrena hoy en el Centro Virla.

TODOS PROTAGÓNICOS. Los siete personajes de “Eva, una visita nocturna” tienen intervención determinante. TODOS PROTAGÓNICOS. Los siete personajes de “Eva, una visita nocturna” tienen intervención determinante.

El cadáver de una joven aparece y las pistas llevan a un investigador a la casa de un conocido empresario tucumano, justo en momentos en que está celebrando junto a sus parientes un acontecimiento familiar. Así se desencadena “Eva, una visita nocturna”, una obra teatral policial atravesada por la intriga y el misterio.

Ricardo Podazza, Andrés D’Andrea, Gloria Berbuc, Soledad Valenzuela, Guillermo Montilla, Emanuel Rodríguez y Vanesa Barrionuevo protagonizan esta producción de La Compañía Filodramática con escenografía y vestuario de Eli Cárdenas y dramaturgia y dirección de Pablo Parolo. El estreno será esta noche, a las 22, en el Centro Cultural Virla (25 de Mayo 265).

“Hace tiempo que venimos deseando concretar este proyecto fundamentalmente por dos razones: aborda el género policial abrevando en textos que nos permitieron crear una obra potente que va más allá de develar un misterio e interpela al espectador sobre aspectos muy profundos de nuestro ser en sociedad, con recursos teatralmente muy atractivos. Coincidimos todos en que la particular situación que nuestro país está atravesando actualmente hace que éste sea el momento de ponerla en escena, porque tiene hoy mucho para decir. Además, logró reunir a casi todos los integrantes de La Compañía Filodrámática después de una década, lo que es oportuno cuando estamos celebrando 25 años de su creación”, asevera Parolo en diálogo con LA GACETA.

- ¿Los crímenes entre el poder generan un atractivo especial?

- Sí, porque el poder puede. En menos de dos meses vimos tres puestas de “Macbeth” en Tucumán, no es casual. Desde una visión humanista, quitarle la vida a un semejante es un hecho aberrante, independientemente de quiénes protagonicen el hecho. Pero desde una mirada política no es lo mismo que un hombre común mate a otro a que un Lord asesine a un Rey. Son los poderosos los que pueden, valga una vez más la redundancia. Con sus acciones pueden modificar la realidad de millones de personas.

- ¿Qué caracteriza a los personajes de la obra?

- Una característica poco común es que todos son protagónicos. No hay roles menores. Son siete personajes muy ricos en matices, características personales y contradicciones internas. Que la historia transcurra en Tucumán hace también que los actores, en la construcción de sus roles, logren un nivel de “verdad” que sin duda propiciará en el espectador la identificación con algunos, como así también el reconocimiento de situaciones personales, familiares y modos de ser que culturalmente nos son propios. Si bien la escritura del texto fue mi responsabilidad, con todos los integrantes del grupo investigamos la producción de distintos autores. Cada uno aportó además desde la dramaturgia del actor, para llegar a la versión final que presentaremos en cinco únicas funciones en el Virla.

- ¿Cuántos secretos se ocultan?

- Más de uno. No es el típico policial dónde se trata de descubrir quién es el asesino. En esta historia esa pregunta tiene respuesta al comienzo de la obra. Aquí la intriga es mucho más interesante. Se trata de develar secretos que el resto de los integrantes de la familia ignora y que llevarán la tensión dramática a niveles extremos, con un final extraordinario, nunca antes visto en las obras más importantes de este género.

- ¿Aún existe una aristrocracia tucumana o fue desplazada por un grupo de nuevos ricos?

- Si aceptamos como válidas esas caracterizaciones, podríamos decir que en esta obra no desplaza una a la otra sino que conviven ambas. El dueño de casa es un abogado y empresario que no heredó su fortuna, pero se ha enriquecido, y mucho, en las últimas décadas. Su hermana, en cambio, se ha casado con un terrateniente integrante de una tradicional familia norteña. Es en la celebración de su aniversario de bodas que un investigador irrumpe para hacer algunas preguntas incómodas…

- ¿El poder se protege hacia adentro del mismo grupo, hay una omertá?

- Sin dudas. Hay un código de silencio y una complicidad cada vez más explícita y obscena entre los poderosos. Estos son, además, prolijamente protegidos por los medios hegemónicos, que blindan a ciertos personajes y operan inescrupulosamente en contra de otros. En bares y despachos de Buenos Aires, en lagos escondidos o en lujosas mansiones de nuestra provincia, la omertá aturde en silencio.

- ¿Hay humor en la puesta?

- Sí, es muy necesario. El ritmo del relato es vertiginoso, la obra necesita respirar cada tanto y el espectador también. La tensión dramática, a la que hacía referencia antes, construye muy atractivamente la trama sin que la atención decaiga en ningún momento, pero el humor permite distender algunas situaciones para que el texto decante y pueda ser decodificado por el público de un modo placentero.

- ¿Por qué el policial es un género poco hecho en Tucumán?

- Existen propuestas dramatúrgicas muy ricas y diversas que recurren a veces a la hibridación de géneros de acuerdo a las particulares poéticas que se expresan. Salvo quizás el teatro para las infancias, al teatro popular, el de objetos y el musical, no hay experiencias sostenidas de abordaje de géneros; algo similar sucede con el cine, donde prevalece el cine de autor. El policial, en particular, es muy difícil de hacer. Requiere de actores muy entrenados en “el decir”, no es fácil convertir la palabra en acción.

- ¿Tu referencia es el policial británico o el negro estadounidense?

- El británico. Trabajé la dramaturgia partiendo de textos de diferentes autores de la literatura y el teatro clásicos del género como Arthur Conan Doyle, Ágatha Christie, Gastón Leroux, y las tres piezas sobre el tiempo de J. B. Priestley. En el policial europeo encontramos historias que se desarrollan en los años 30 ante el advenimiento del nazismo, y nos pareció un momento histórico muy particular que daba el contexto apropiado para lo que queríamos narrar. “Eva, una visita nocturna” sucede en Tucumán en 1974. El policial clásico presenta a un investigador que a, partir de su capacidad analítica, puede llegar a desentrañar los misterios que se van presentando. En el policial negro estadounidense, el investigador se compromete “afectivamente” con el crimen. Creemos que en el contexto socio cultural actual es más interesante poner al espectador en un lugar que propicie una visión crítica de la historia y de la realidad.

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