El viejo y querido 10 sigue resistiendo

El viejo y querido 10 sigue resistiendo

El viejo y querido 10 sigue resistiendo

El juego, es cierto, ha cambiado. Escribo mientras veo por la tele a esa orquesta llamada Manchester City que dirige Pep Guardiola y, por momentos, veo a once fenómenos que pueden jugar de todo. Pero el fútbol argentino mantiene la “maldición” del 10. La bendición, del 10, debería decir.

Increíble que en apenas horas nuestros dos últimos grandes 10 de la historia hayan estado tan presentes. Diego Maradona porque el Nápoli (igual que la Selección argentina) volvió a ser campeón ya sin él. Los recuerdos permanentes. Las imágenes. Las frases. Diego presente todo el tiempo. Y aquí mismo también, en el Festival de Cine Independiente (Bafici) con el hermoso filme “Ho visto Maradona”, del español Ximo Solano.

El otro 10, claro, es Leo Messi. Su pelea inesperada con PSG. Porque si su salida parecía inevitable, pocos creían que la situación podría agravarse de este modo, con PSG aplicándole una sanción de dos semanas, quita de salario incluida, increíblemente severa para un crack que no sólo brilla por su juego, sino también por su conducta. Golpeado por ultras que afirman que el club se ha convertido poco menos en una cuestión de paso para figuras que sólo buscan su dinero, PSG plantó bandera porque Messi viajó a Arabia Saudita cuando el club había decidido que tenía día de entrenamiento, el lunes 1 de mayo pasado, Día del Trabajador.

El conflicto, claro, no es sindical. Es de otro peso. Y a PSG le resultó fácil sancionar a Messi porque Leo, se sabe, avisó al club que no seguirá más allí. A Messi nunca le gustó el conflicto. Lo demostró cuando no apuntó duro contra Barcelona pese a que el club catalán, poco menos, lo echó por la puerta de atrás. Y tampoco lo hizo ahora. Su video pidiendo disculpas desconcertó a los que aquí hacían de él una víctima que debía vengarse mandando al diablo al PSG y a los franceses, supuestamente despechados por la derrota en la final del Mundial de Qatar.

Y yo elijo hablar del 10 porque, cuando sale este tema en diálogo con Ximo Solano, él mismo me recuerda a nuestro otro número 10 también campeón mundial: me dice que, estando internado de adolescente en un hospital, fue Mario Kempes quien lo acompañó con sus goles en el Mundial 78. Ximo es de Valencia, donde Kempes fue figura, como también lo fueron Pablo Aimar y el Burrito Ortega, otros 10 nuestros.

Hoy se juega el superclásico. Los dos nombres soñados, aunque no juegan, son también 10. Está Juan Román Riquelme como conductor dirigente en Boca. Y está el Muñeco Gallardo, DT ausente ya, con Martín Demichelis en su reemplazo. Y en Boca aparece un lateral tan promisorio que algunos ya lo quieren ubicar de 10: Valentín Barco. Y en River muchos no hacen más que hablar del 10 futuro: el Diablito Echeverri (foto), el pibe de la Sub-17 a quien Demichelis no quiere apurar. La modernidad parece arrasar con todo. Pero nuestro 10 sigue allí. Resistiendo.

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