Tres cuartos de siglo esperando por “Los dos estados”

Tres cuartos de siglo esperando por “Los dos estados”

27 Marzo 2023

Carlos Duguech

Analista internacional

En cualquier foro en el que se trate el ya avejentado tema de “los dos estados para resolver la cuestión palestino-israelí, las propuestas (llámense “Oslo I”, “Oslo II”, “Camp David”, etc.) comienzan con música y terminan con truenos. O se diluyen en la inoperatividad de quienes se comprometieron a llevarlas a buen término o las dejaron caer como papel inservible. Fueron como la panacea de los alquimistas, que cura todos los males de esta tierra, no más que eso, vistos los resultados. Los males persisten y agravados.

Las iniciativas -se proclamaban a todos los vientos- que se ponían en marcha para alcanzar la definitiva conformación de “los dos estados” con fronteras reconocidas internacionalmente de Israel y Palestina adolecen de realismo. Es osado decirlo, pero ya nos venimos casi acostumbrando a que todos los procesos que pretenden arribar a los dos puertos independientes entre sí, el palestino y el israelí, son procesos con final cerrado. Cerrado antes del the end al que nos acostumbró desde niños el cine norteamericano.

¿Cómo explicarlo?

Tenemos presente octubre de 1991. A iniciativa de España, la “Conferencia de paz de Madrid”, por tres días, con el apoyo de EEUU y de la ex URSS, debatió diversas cuestiones, principalmente relacionadas con los enfrentamientos entre dirigentes palestinos y el gobierno de Israel. A la cumbre los palestinos acudieron insertos en la delegación jordana. Por Israel participaba su primer ministro, Isaac Shamir que no se bajaba del caballo galopeador de su propuesta: “Paz por paz”. Tal como si lo de “paz por territorio” (el eje de la cumbre) no existiera. Claro que se habló -y mucho- en esas sesiones de los territorios ocupados por Israel después de la guerra de los seis días, lanzada el 5 de junio de 1967, siendo primer ministro Levi Eshkol. No sólo ocupados sino colonizados en muchas localizaciones. Por aquel entonces se daba comienzo a cumbres, encuentros, planes y toda clase de acciones internacionales en pro de la paz en el Medio Oriente, con eje en el reclamo palestino y las propuestas israelíes.

Descolonización, primero

Era natural que, independientemente del deseo de los palestinos de que se constituyera el estado que los contenga e identifique, como paso previo y obviamente necesario, debería iniciarse lo antes posible la descolonización de los territorios ocupados militarmente por Israel. Fue una de las consecuencias de su guerra de los seis días. En un primer tiempo el gobierno israelí utilizaba un eufemismo –hasta poder desarrollar sus políticas osadas de colonización- para mencionar los territorios ocupados militarmente. Para el gobierno- y quería que fuese para todo el mundo, incluida la ONU- los denominaba “territorios administrados”.

Acuerdos (y desacuerdos)

Desde la Resolución 181 (II) de la ONU de 1947, denominada “Partición de Palestina”, se sucedieron cumbres, acuerdos (y desacuerdos) entre las partes. Unos de los más difundidos son de Oslo de 1993, que en la capital noruega suscribieron el Gobierno de Israel y la Organización para la Liberación de Palestina; los encuentros en Camp David (EEUU) y el icónico apretón de manos entre Arafat e Isaac Rabin; y luego con Simon Péres, aunque, hay que remarcarlo, no fue espontáneo sino a instancias del Bill Clinton, en los jardines de la Casa Blanca, el 13 de septiembre de 1993.

“Cuarteto para la paz”

Suele ocurrir con mayor frecuencia de lo conveniente que la conformación de grupos internacionales para el logro de un propósito esperable se diluya en el tiempo de su accionar o de sus recreos. Creado en 2002, el propósito no podía ser sino el de contribuir eficazmente para la formalización de los “dos estados” a cuyos fines se empeñaban en promover eficazmente el cumplimiento de los acuerdos que ya se venían suscribiendo por parte de palestinos e israelíes. El talón de Aquiles del “Cuarteto para la paz en el medio oriente” no es otro que la mismísima conformación heterogénea del grupo: la ONU más Estados Unidos, la Unión Europea y Rusia. Los intereses y el grado de compromiso sea con Israel o la OLP de los miembros del Cuarteto pueden fácilmente preanunciar el posicionamiento de cada uno de ellos. Algunos logros menores en cuanto a cierto grado de flexibilización y disposición de recursos para los palestinos. Pero del propio informe del representante de la ONU al secretario general surge nítidamente un triángulo negativo y de riesgo: la construcción de asentamientos en los territorios ocupados, la situación de la franja de Gaza y la desconexión de la Autoridad Nacional Palestina de esa zona por el gobierno fundamentalista de Hamas.

En 20 años de vigencia del Cuarteto más avanzaron y se consolidaron los impedimentos para su accionar que los escuálidos logros. Pero cabe impulsar la mirada crítica en su conformación de origen. De ONU puede decirse de su debilidad en tanto está atada de pies y manos nada menos que por el veto al que suele recurrir cada uno de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad. De los otros miembros, dos de ellos, EEUU y la Unión Europea (de la que forman parte Gran Bretaña y España) encararon resueltos una guerra decidida, con mentiras como fundamento, contra Irak. Y para colmo de incongruencia, el representante en el Cuarteto para la Paz en el M. O. era nada menos que Tony Blair, quien junto con Bush y Aznar conformaron el trío guerrero con su ultimátum desde las Azores el 15 de marzo de 2003 a Saddam Hussein Y Rusia, hoy, seguramente ni se animaría a ocupar su sitial en el Cuarteto.

Acuerdo de Ginebra

Durante dos años y medio y en secreto se reunieron en la capital suiza para elaborar un plan alternativo de paz en el Medio Oriente. Participaban por los israelíes el ex ministro de Justicia de Israel Yossi Beilin y el ex ministro de Información palestino, Yasser Abed Rabbo. La iniciativa, que fue dada a conocer desde Ginebra el 1 de diciembre de 2003, tuvo un sistema de difusión especial: Se envió copias a todos los hogares de Israel y los periódicos palestinos la reprodujeron completa. Tuvo buena acogida en Europa y hubo una expresión verbal favorable del secretario general de la ONU de entonces, Kofi Annan. Fue un virtuoso accionar de verdaderos interesados en la paz en el M. O.

El primer ministro israelí, Ariel Sharon, se expresó en el sentido de calificar de traidor a Beilin y que era nocivo para Israel tal acuerdo. Si bien contenía compromisos y asignaba prioridades, fue un lúcido esfuerzo de intelectuales y políticos israelíes y palestinos, frente a la mora extensa de las autoridades de ambos pueblos además de los otros países y organizaciones (ONU entre ellas) actuantes en un tiempo.

Partera de los siameses

En otra columna de hace unos años quien esto escribe propuso esta misma figura. La ONU devenida en “partera de los siameses” tiene la obligación de recurrir a quienes sean capaces de separarlas a la vez que se obliguen con ello a la supervivencia de las dos. En igualdad de condiciones de salud y perspectivas de vida. Para Israel y Palestina. Para ello encarar una cumbre de tres, sólo de tres: ONU, Israel y Palestina. Y nadie más. Lugar: Ginebra. Ninguna otra mano en el “plato” para no demorar más tanta acción necesaria y justa por parte de Naciones Unidas, tres cuartos de siglo después.

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