Luchó contra el destino de modista, se volcó a crear ropa y hoy es marca del diseño tucumano

Luchó contra el destino de modista, se volcó a crear ropa y hoy es marca del diseño tucumano

Mazzola lleva el hilo y la tela en la sangre: su bisabuela y su abuela fueron costureras, y ella creció en el mundo de la revista Burda. A los 30 descubrió el diseño y fundó una marca que se llama como ella: Nicéfora.

NICÉFORA. En dos horas puede sacar una prenda con tablas y detalles sofisticados. “Trabajo ‘para ayer’”, dice. NICÉFORA. En dos horas puede sacar una prenda con tablas y detalles sofisticados. “Trabajo ‘para ayer’”, dice.

Todo lo que hace Nicéfora Mazzola lo hace con sus manos, su cabeza y su corazón. Esta diseñadora de moda tucumana y madre del emprendimiento que bautizó con su nombre de pila dibuja los moldes sobre el papel, corta la tela con tijera y cose a máquina. En dos horas puede sacar a flote una prenda con tablas y detalles sofisticados. “Trabajo ‘para ayer’”, dice con una sonrisa orgullosa en su taller-vivienda de Barrio Sur. Es que lo que a ella le lleva tiempo es el diseño: concebir algo en un boceto. Después, pasarlo al género es cuestión de oficio y Mazzola cerca anduvo de nacer con un dedal en la mano, aunque sostenga que se profesionalizó tarde, a los 30 años. Antes, esta creadora estuvo haciendo lo imposible para escaparse de Nicéfora.

“Vengo de una familia de costureras. Mi bisabuela, mi abuela, mis tías y hasta mi papá cosían. Al nombre ‘Nicéfora’ lo heredé por cierto de mi abuela. Mi bisabuela fue una de las primeras mujeres sastres que hubo en Tucumán. Pero en esa época no se le llamaba así, sino simplemente ‘modista’. Crecí con eso. Sin desmerecerla, yo no quería esta ocupación para mí. Es por eso que me demoré en abrazarla”, explica Mazzola. Además del nombre, la emprendedora había heredado la habilidad de sus antepasadas. “Sé coser desde que tengo uso de razón. Es algo que no deja de sorprenderme. Sin embargo, me recibí de técnica en Turismo. ¡No quería poner un cartelito que diga ‘coloco cierres y levanto ruedos’, o sacar los moldes de la revista Burda!”, enfatiza.

Con las vueltas de la vida se dio cuenta de que lo suyo era diseñar lo que, luego, cosería en un pispás. El clic ocurrió un día que pasó por la academia de Roberto Piazza y leyó que allí enseñaban diseño de indumentaria.

“Yo sabía cortar y confeccionar, pero me faltaba la creatividad. Y decidí intentarlo. Qué suerte porque, al final, aprendí a hacer mis propias creaciones”, relata sentada delante de sus percheros de ropa para mujer que se caracteriza por la bicromía: blanco y negro.

Ahora lamenta no haberse escuchado a sí misma antes, pero entiende que el proceso era necesario. Para ella ese itinerario se resume en aceptar sus raíces: “me convencí de que esto, Nicéfora, es lo que yo soy. Esa máquina -señala una Typical impecable- es lo que yo soy”.

Limpiar y despejar

“Nicéfora” es un nombre de origen griego. Mazzola no sabe cómo llegó a su familia, pero el hecho es que ella lo convirtió en un sello de la moda local que, además, la conecta con la tradición costurera que le viene de la cuna. “Todos creen que es una denominación artística, pero no. Así me llamo”, insiste. Con esta identidad tan única salió a vender su ropa después de terminar la capacitación en Piazza.

“Me presentaba en ferias para ver qué pasaba, pese a que seguía conservando mi otro trabajo. Si recorrés mi trayectoria, verás que al comienzo usaba el color. Hacía prendas cargadas, que buscaban llamar la atención. En el camino fui limpiando y despejando: mi deseo es que con dos líneas se sepa que se trata de una creación de Nicéfora”, manifiesta a los 44 años.

Luchó contra el destino de modista, se volcó a crear ropa y hoy es marca del diseño tucumano

¿Qué hacía antes de sumergirse en el minimalismo bicromático? Se iba hacia los entramados. Cortaba tiras, las daba vuelta, las planchaba y las unía en una trama sobre la prenda. Primero las soltaba, después las achicaba. Luego se decidió a abandonar las tiras hasta que llegó el momento de sacarlas. “Yo muté con la marca. Me convertí en otra persona. Hoy me visto completamente de negro”, refiere.

Nadie mejor que ella para conceptualizar lo que diseña. “A mí me gusta marcar las líneas del cuerpo con la moldería y dar a lo clásico una impronta más arriesgada. Que no sea todo blanco, negro y aburrido. Yo busco los volúmenes y jugar con una tercera dimensión: sobreponer partes. Estos son los atributos de la última colección, que se llama ‘Vestir el alma’”, describe. El leitmotiv se remonta a la pandemia y al viaje interior que Mazzola acomete en busca de inspiración. “Quise sobrepasar el cuerpo para llegar a la fibra esencial de las personas”, añade.

Quedar en la cabeza

La covid-19 fue una instancia compleja para un emprendimiento que acumula 13 años de historia. Mazzola estaba encerrada y no podía vender sus productos, pero, aún así, recuerda que no se quedó paralizada, sino que se sentaba en la máquina y creaba. “De ahí salió la colección de cuatro piezas ‘Invierno en cuarentena’, donde se destacó ‘Enriqueta’, una camisa con bolsillos enormes, algo que forma parte de mi sello. Agrando los bolsillos -algunos alcanzan el tamaño de una hoja A4- porque me gusta tener todo a mano y guardar. Es mi toque: así me diferencio. Ahora, curiosamente, los bolsillos gigantes son la tendencia de esta temporada. Para mí esto es una gran alegría”, refiere.

La experiencia y el tiempo dejaron sus huellas en Nicéfora, tanto en la marca como en su progenitora. No sólo emergieron un estilo y una estética definidos, sino que también el proyecto pulió su estrategia de abarcar menos con mayor fuerza. Así se abrió paso la idea de hacer una colección al año -la de 2022 se tituló “Respiro”- con pocos productos para enfatizar el concepto de exclusividad. Mazzola compone “colecciones-cápsula” de no más de 50 piezas: una prenda por talle (S-M-L-XL) y por color. “Es algo que resolví en función del clima, de la plaza tucumana y de mi interés por la fabricación de prendas atemporales. Me interesan la moda consciente y el consumo de productos durables. Quiero ofrecer algo que sirva como base mientras pasan las temporadas”, enuncia. Después, produce a demanda y, desde la pandemia, también diseña a medida, aunque esto último no es lo que más le agrada.

Portadora de la etiqueta “Buen Diseño” que otorga la Nación, Nicéfora se distingue por la simetría de los modelos; el perfeccionismo de las terminaciones y la obsesión por el tablón, además de los bolsillos desmesurados. La fundadora confirma que creó una marca a su imagen y semejanza: “soy estructurada y controladora. Por eso, salvo que esté por lanzar una colección nueva, trabajo sola. Jamás podría usar los servicios de otro taller. No quiero que haya 100 camisas iguales. Me gusta dar algo especial”.

PROPUESTA. Que con dos líneas se sepa que se trata de su creación. PROPUESTA. Que con dos líneas se sepa que se trata de su creación. FOTO GENTILEZA DE NICÉFORA

El emprendimiento produce prendas urbanas, que se pueden usar para ocasiones sociales y laborales, donde manda la comodidad. Nicéfora pretende satisfacer las demandas de mujeres mayores de 30 años, que son independientes y que se quieren vestir diferente. Y que, además, valoran los textiles de calidad que se traen de Buenos Aires y de Córdoba, y el calce de la ropa.

“Mis clientas vienen a mi taller y se prueban algo que terminará adaptándose por completo a su cuerpo. Estoy en una etapa donde lo que hago se vende solo. Puedo decir que desde hace seis años vivo de esto, que ni siquiera lo puedo considerar un trabajo”, informa.

Menos mal que se “vende solo” porque Mazzola se reconoce como una pésima comerciante. Acota que es difícil poner un precio en un mercado que no está acostumbrado a pagar por la originalidad. Es una mentalidad que, según su criterio, está cambiando. Al respecto, apunta: “hace falta saber diferenciar una artesanía de algo que se produce en serie. Nos perjudica que no tenemos una feria dedicada al diseño. No podemos ponernos al lado de alguien que vende mercadería comprada en Avellaneda (Ciudad de Buenos Aires)”.

Ella nunca haría un poncho típico porque se identifica con lo moderno. Nicéfora creció a partir del contacto con otros diseñadores del país, en particular en la Feria Puro Diseño que todos los años se hace en la capital argentina y que galardona a las producciones destacadas. “Gané el premio en 2018 (en la misma edición fue premiada la comprovinciana Rosario Díaz Vázquez). Ahí me sentí una más de mis colegas”, acota. Hace bien con decir que es una máquina porque trabaja como tal día y noche: cuando no está cosiendo, enseña moldería y armado de prendas a un grupo reducido de aprendices que recibe en su taller. “Esta es mi vida”, resume Mazzola.

Hasta el día de hoy se encarga de manejar sus redes sociales y se diseña su propia ropa, pero trata de mantenerse tras bambalinas. Hace poco, Nicéfora llegó a las pasarelas de Cariló Designers y eso la convenció de que es hora de empujar para que el diseño de moda que se hace en la provincia logre una exposición apropiada a su protagonismo creciente. “Me propuse alcanzar los lugares que mis abuelas no tuvieron y ser reconocida por esta tarea artesanal. El hacer con las manos me apasiona”, dice con la mirada clavada en los nudillos.

Mazzola observa que están dadas las condiciones para crecer de un modo impensado, pero ella no quiere ser el rostro de ese movimiento: “yo no aparezco por ningún lado porque soy la ropa que hago. Para mí con que Nicéfora quede en la cabeza del público ya es suficiente”.

La receta de nicéfora

- Diseñar prendas para mujer que sean cómodas y minimalistas.

- Promover la moda consciente sobre la base de piezas durables.

- Elaborar una colección pequeña por año, que sea exclusiva y especial.

- Honrar las raíces con una impronta creativa.

- Ser fiel a lo que se es.

El emprendimiento en instagram: @niceforamazzola  

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