Cuando éramos adolescentes, después de las noticias, a las 22, exactamente transmitían “Nosotros y los miedos”. Ricardo Darín, Miguel Angel Solá, Ana María Picchio, Mercedes Morán y Víctor Laplace entre muchísimos grandes actores argentinos abordaban temas complicadísimos que iban desde el terror a enamorarse hasta al de perder el trabajo. Mientras analizaban y reencarnaban los temores propios de la vida misma se animaban a burlar la censura de la dictadura. Estaba el miedo al cáncer (”Conocer al enemigo”), a cumplir con el deber (”Robo reiterado”), a ver (”El espejo”), a la traición (”Muy unidos”), a decidir (”Un caño en común”). Los unitarios que se veían todos los martes de 1982 , por el canal 9 de Buenos Aires -y después aterrizaba en Tucumán- encontraban siempre un miedo: a la culpa, al abandono, a la desilusión, a recomenzar, a los jóvenes, a la injusticia, a compartir, a los demás, etc.
La novela de Juntos por el Cambio podría ser un capítulo más de aquella exitosa serie argentina. Los protagonistas principales parecieran presos del miedo que los obliga a conservar a como dé lugar lo que tienen antes que arriesgarlo todo por un beneficio mayor. Con esa actitud, dejan ver sus debilidades. Y, el peronismo que está en frente compitiendo con esta temerosa oposición huele que si no se juegan es porque temen -otra vez el miedo- perder.
Germán Alfaro y Roberto Sánchez, las cabezas más visibles de una runfla de dirigentes -muchos con medallas y reconocimientos- dejan entrever el egoísmo del dirigente. Las actitudes demostradas en los últimos 90 días permiten interpretar que el ciudadano que creía posible una buena perfomance de la oposición no es tenido en cuenta. De lo contrario, si la valoración hacia ese ciudadano hubiera estado en primer lugar ya podrían haber tirado una moneda al aire y según cayera cara o cruz, la oposición ya hubiera tenido un solo candidato y una posibilidad de llegar al poder.
En pocos meses la oposición que se siente ganadora de la elección nacional que está por venir rifó su capital en Tucumán. Los egoístas se aferran a sus terruños y sueñan con sacar muchos legisladores y llegar fortalecidos a 2027. Así piensan la mayoría de los dirigentes de la coalición que supo juntar a radicales, a Pro, a la Coalición Cívica, al peronismo disidente y a otros partidos nuevos y a otros más chicos. El único que nunca se juntó a ellos fue la Fuerza Republicana de Ricardo Bussi, el gran ganador de estos desencuentros.
Buenos Aires, el cuco
Las malas administraciones y la falta de ambición de sus dirigentes ha hecho que Tucumán sea extremadamente dependiente de Buenos Aires. Eso se refleja tanto en el ámbito económico como en el político. Al punto que desde la metrópoli se toman decisiones increíbles e insensatas como poner -o sacar- un miembro de la Corte o definir una postulación en el Congreso.
Tal vez por eso a Mauricio Macri no le dio vergüenza llamar por celular a Roberto Sánchez y casi ordenarle que se baje de su candidatura a gobernador. Lo llamativo fue que el corredor le haya dicho que no. Pero más grave aún fue que Macri al ver su incapacidad aclare y se desmienta a sí mismo. Es decir terminó mintiendo. Claro que las mentiras en política se han vuelto moneda corriente y se las acepta sin hesitar.
Espejito, espejito
Sánchez y Osvaldo Jaldo terminaron pareciéndose. El vicegobernador, no hace mucho tiempo, tuvo que hacer grandes esfuerzos para frenar las embestidas de Buenos Aires. Le dijo que no a Cristina y a Alberto que querían sacarlo de la Casa de Gobierno tucumana. Era un pedido de Juan Manzur. A aquellos sólo les interesaba cumplir con la solicitud sin importarles lo que correspondía o lo que querían o habían decidido los tucumanos. Después vino el romance inevitable entre Juan y Osvaldo, pero esa es otra novela.
El miedo a Buenos Aires tiene excepciones, pero son muy pocas. La falta de respeto de la dirigencia nacional hacia las provincias ya es algo que no se discute ni se pelea. Es aceptada sin vergüenza. Es que el federalismo es una falacia en la Argentina. Sólo sirve como barata declamación.
¿Cuál era el interés de Macri para pedirle a Sánchez que abandone su carrera? No lo explicitó pero no debe haber sido muy importante, porque cuatro días después no tuvo problemas en desmentirse a sí mismo. Hay quienes sugieren que pudo haber sido un pedido de José Cano, el ex legislador, ex diputado, ex senador y ex candidato a gobernador que tiene ganas de dejar de ser ex para convertirse en intendente de Capital.
¿Qué necesidad tenían Cristina y Alberto de alterar la vida institucional tucumana? Ninguna, sólo cumplir con Manzur. En síntesis, Tucumán y sus pobladores como sus instituciones no les importan. No aparece en los radares nacionales.
No sabe, no contesta
La pregunta que hasta el cierre de esta edición da vueltas por doquier es si habrá acuerdo en Juntos por el Cambio. La respuesta no es inmediata. Llegará el martes próximo. Más allá de las imposibilidades de encontrarse y tirar la moneda al aire para una definición, los miedos que ayudan a romper pueden ser el pegamento de la unión. Si no logran llegar a un acuerdo, Sánchez y Alfaro pondrán en riesgo el poder en los municipios de Concepción, de Yerba Buena y de la Capital que hasta ahora están bajo el control de la oposición tucumana. En ella están también Bussi y Federico Masso, quienes actúan como centrifugadoras del voto anti oficialista. Uno por derecha y el otro por izquierda contribuyen a la desilusión de llegar al poder y abonan la teoría de trabajar por objetivos menores mientras el oficialismo se frota las manos.
Ni Alfaro ni Sánchez quieren cargar el sanbenito de convertirse en el culpable de la destrucción de la coalición opositora. Ese miedo puede ayudar también a que el martes encuentren alguna solución.
Mucho candidato, poco vice
Mientras la oposición se retuerce en sus miedos y en su incapacidad, en el oficialismo todo marcha sobre ruedas. En la Casa de Gobierno ya se acostumbraron a los tiempos de Manzur y, obviamente, no extrañan la mirada atenta fiscalizadora de Jaldo. Tampoco hay reuniones plenarias. Manzur prefiere hablar, las pocas veces que lo hace, cara a cara con el funcionario al que quiere interpelar. Y, a diferencia del vicegobernador que salía todas las tardes, el titular del Poder Ejecutivo ya está en modo campaña y mañana y tarde sale del palacio de 25 de Mayo y San Martín.
El “Canciller” también podría haber protagonizado alguno de los capítulos de “Nosotros y los miedos”. El terror mayor es perder el control, a quedarse sin poder. De lo contrario, no se explica cómo Manzur va a terminar siendo candidato a vicegobernador. Sólo el miedo al llano permite entender esa decisión que transmite esa desesperación por no dejar el poder.
Pero, Manzur es más ambicioso y pese a haberse ido de la Casa Rosada sin grandes aplausos, cree que tiene chances electorales de volver. Por eso va a trabajar a fondo para ser captado por los radares de Buenos Aires. Pero si nada de esto ocurre va a ser muy difícil que se quede en el rol de vicegobernador. Al fin y al cabo cada vez que fue electo para ese cargo al poco tiempo lo dejó. Nunca completo el mandato que el pueblo le dio en ese rol de vicegobernador.. Por eso las especulaciones en la casa de Gobierno es que Manzur si no llega a jugar en las grandes ligas termine con la banca de senador de Pablo Yedlin, quien tendrá que regresar a Tucumán a cumplir los designios legislativos que Juan le ordene. Nadie en el oficialismo augura que Manzur esté mucho tiempo en el sillón más importante del vidriado edificio que supo hacer construir.
Se vienen tiempo difíciles
Uno de los viejos adagios que nos recitaban los abuelos en la adolescencia decía: “no hay plazo que no se venza ni deuda que no se pague”. Quedan pocas horas para que se determine una verdad en la oposición.
La ruptura es casi una realidad.
La relación entre Alfaro y Sánchez está casi destruida. La confianza que es tan vital como el agua ya no existe en Juntos por el Cambio-Tucumán.
Por lo tanto, al no haber un interés tucumano y casi tenerse por abandonada la carrera gubernamental, queda una instancia de unión promovida -otra vez- por Buenos Aires en defensa del campeonato nacional que está en juego. En ese caso Horacio Rodríguez Larreta y Gerardo Morales podrían decidir algo.
Pase lo que pasare, se vienen tiempo difíciles para los opositores que van a ver más enemigos en sus filas que en el oficialismo. Y, eso permite sospechar que desde la Casa de Gobierno se movieron algunos hilos para que ocurra este papelón opositor. Y, esas cosas, dan miedo.








