
Un viaje de recreación terminó de la peor manera para un grupo de personas que viajaba hacia Tafí del Valle a pasar un fin de semana en marzo de 1951. El trágico accidente ocurrió en el kilómetro 25 de la ruta 307, cuando un camión que trasladaba a ocho personas cayó al vacío y quedó con sus ruedas hacia arriba en el lecho del río Los Sosa. La investigación policial determinó que fallecieron cinco personas y otras tres resultaron heridas.
Una piedra en el camino
La tragedia ocurrió pasadas las 18 del sábado 17 de marzo de 1951, según relata LA GACETA del día siguiente. “Ayer por la tarde, y en forma extensa, prestaron declaración en el hospital Padilla, los accidentados Suárez y Noriega. El primero, conductor del camión durante todo el viaje, manifestó, lo mismo que Noriega Lagos, uno de los ocupantes de la cabina, que el accidente se produjo como consecuencia de que al enfrentar la curva de la ruta, poco antes del sitio donde cayó al vacío, la rueda delantera del camión pasó por encima de una piedra de regular tamaño que hizo perder estabilidad al coche. Ambos coincidieron en que por la estrechez del camino, ese percance impidió toda maniobra y el camión se precipitó al vacío. En esos momentos, a las 18.10, llovía intensamente y la visibilidad era mínima”, decía la crónica, que destacaba que “el camino acusaba los efectos de la lluvia caída desde hora temprana y en partes donde el terreno es arcilloso, obligaba a conducir con cierto cuidado. La amenaza de una nueva lluvia, con su creciente cerrazón disminuía aún más la visibilidad en el tramo montañoso por el que estaba pasado en camión”.
Las víctimas del accidente que viajaban en la caja del camión, cubiertas con un toldo, fueron Justo Melitón Mamaní (40 años), quien consiguió el camión en préstamo para hacer el viaje; Elisa Noriega (18) y las hermanas Argentina (15), Dolores (20) y Predefinda Rosa Mansilla (27). Resultaron heridos Ramón Suárez (44), Manuel Noriega Lagos (44) y Esperanza Carrizo (22), que viajaban en la cabina del vehículo.
Mientras el relato dejaba ver que “aparece y desaparece por trechos en la ruta el espectáculo del serpenteante y rugiente río Los Sosa al que bordea en casi todo su desarrollo”.
“Cuando aquello ocurre se ven sus aguas casi perpendicularmente desde el borde de la calzada que entonces parece estrecharse. De otro modo, árboles y peñas lo ocultan, aunque el eco de su torrentoso discurrir lo hace presentir. Llegó el camión a uno de aquellos parajes, hizo una brusca maniobra, la parte posterior de su caja dio contra la pared del cerro, haciendo que saltara una astilla de regular tamaño y enfiló hacia el borde, precipitándose al vacío. Allí el río está a una profundidad de 30 metros y cayó en posición invertida a la normal, entre enormes piedras de la orilla”, se agrega.
Despedidos
El texto señala que las víctimas habrían salido despedidas de la caja mientras que los heridos, que iban en la cabina, tardaron un tiempo en reaccionar: “el primero en reponerse fue Noriega Lagos quien impulsado por el pánico escaló la escarpada barranca, siendo ayudado a llegar al camino por el automovilista Marcos Khon, que pasó al poco tiempo acompañado por Moisés Adler. Este advirtió que en la cabina había otras vidas que salvar y juzgó mejor, ante lo difícil de descender al río, llevar al maltrecho sobreviviente al hospital del ingenio Santa Lucía, 15 kilómetros atrás y pedir allí auxilio para los demás”. En sentido contrario subía Ernesto Kraus, que fue informado del hecho por Adler, y al llegar al lugar del accidente se encontró con que unos camioneros observaban el estado del camión y de los sobrevivientes. Kraus decidió bajar pese al peligro que presentaba la barranca, llovía con intensidad y el suelo era débil; otros decidieron copiarlo y bajaron también para colaborar en el rescate. “Tras un gran esfuerzo a costa de la propia integridad lograron llevar hasta el camino a los heridos. El mismo automovilista los condujo a Santa Lucía, donde, como a Noriega poco auxilio le prodigaron por lo que resolvió trasladarlos a esta ciudad. Casi al arribar, los entregó a una ambulancia que, precisamente, iba en su búsqueda”. Poco antes de las 21 de aquel sábado los bomberos comenzaron las tareas de rescate de los cuerpos de los fallecidos. El conjunto estaba al mando de Agustín Sosa, justo al tiempo que se hizo presente el jefe de la Policía, Amado Juri, “quien resueltamente descendió junto con los soldados, siguiendo al comisario de Acheral, Francisco Abella. Para llegar hasta el camión eligieron un lugar más propicio al descenso, 200 metros aguas arriba y siguieron luego por las peligrosas orillas del río”. Tras ese recorrido comenzaron la tarea de recuperación de los cadáveres. Luego de romper la caja de madera y retirar los hierros fueron retirando una a una las víctimas, que se extendió hasta cerca de las 3 de la mañana del día siguiente. Pero tras una intensa búsqueda por las inmediaciones restaba encontrar el cuerpo de Rosa Mamaní. Apenas amaneció los bomberos siguieron su búsqueda “con un rastreo del río a partir de 4 kilómetros abajo del lugar de la caída. Pasadas unas dos horas la encontraron en un remanso donde el torrente no hacía sentir su fuerza”.
Choque de colectivos
“A las 17.40 por la calle Santa Fe en dirección hacia el este corría el ómnibus número 4 de la línea D, manejado por Eusebio Florian Benito y guarda Juan Chavarría conduciendo numerosos pasajeros. Cuando quiso doblar por avenida Mitre al norte fue chocado en forma violenta por el ómnibus número 5 de la línea G, que transitaba por esa arteria rumbo al sud, guiado por David Félix López y guarda Nicolás Córdoba, que también era ocupado por diversos pasajeros”.
Así relataba LA GACETA del 14 de marzo de 1936 el terrible accidente que hizo que el primero de los colectivos volcara y quedara de costado sobre la avenida. Ante este espectacular accidente los vecinos de la zona rápidamente se acercaron a ayudar a los accidentados y “mediante un gran esfuerzo lograron poner el coche en su natural posición a fin de sacar a las personas que se encontraban dentro clamando auxilio”.
Alta velocidad
Tras la acción de los vecinos había solamente nueve heridos ninguno de consideración que fueron “solícitamente llevados a la Asistencia Pública y trasladados luego a sus respectivos domicilios”.
Las primeras investigaciones, a cargo de la seccional tercera y en base a dichos testigos el segundo de los vehículos venía a alta velocidad, lo que impidió que evitara el impacto de alguna manera. Al haber solamente heridos leves las cosas se resolvieron satisfactoriamente y fue el comentario del barrio por varias jornadas.