Bukele manda a destruir tumbas de pandilleros

Bukele manda a destruir tumbas de pandilleros

Lo comparó con la "desnazificación".

PROHIBIDO. Sacaron las imágenes que identifican a las maras.   reuters PROHIBIDO. Sacaron las imágenes que identifican a las maras. reuters
04 Marzo 2023

SAN SALVADOR, El Salvador.- El presidente de El Salvador, Nayib Bukele, ordenó destruir tumbas de pandilleros e hizo una comparación con la Alemania postnazismo para explicar las razones de su decisión.

Bukele, subió ayer a su cuenta de Twitter un encendido discurso donde defendió una de sus medidas más polémicas, la destrucción de tumbas de pandilleros, y justificó su decisión comparándola con la desnazificación de Alemania.

El mandatario, cuya vigorosa e indiscriminada lucha contra el crimen organizado de las “maras” despertó críticas internacionales, recurrió así al ejemplo alemán para defender la orden en vigor desde noviembre.

“Nosotros no estamos prohibiendo que los pandilleros tengan tumbas. Lo que estamos prohibiendo es que la tumba diga ‘Mara Salvatrucha’ o ‘Barrio 18’. Sencillamente porque en El Salvador, a partir de la aprobación de la ley de proscripción de pandillas, están prohibidos esos símbolos. No se puede tener símbolo de pandilla en ningún lado: ni en el grafiti, ni en la casa, ni en el cuerpo, ni en la tumba”.

Luego de esa introducción, que dio en un discurso que reprodujeron medios locales, se refirió a la Alemania luego de la Segunda Guerra Mundial, tras la caída del régimen nazi: “Cuando los aliados le ganaron al nazismo en Alemania, una gran cantidad de alemanes eran nazis. Entonces, para desnazificar Alemania, se implementaron varias estrategias fuertes. Todavía están vigentes esas leyes en Alemania y una de ellas, por ejemplo, es que no se puede tener una esvástica. La simbología nazi, no solo la esvástica; pero todas, principalmente esa, la más conocida, son prohibidas en Alemania. No son prohibidas en Estados Unidos, no son prohibidas en El Salvador, no son prohibidas en Guatemala porque nosotros nunca tuvimos el problema del nazismo”.

La comparación fue más allá: “Fueron a destruir toda la simbología nazi que existía en todo el país: edificios públicos, estampillas, cartas, papel membretado, rótulos, banderas, vehículos, todo... Todo lo que tuviera simbología nazi tenía que ser destruido, incluyendo las tumbas. ¿Por qué? Porque para romper algo que estaba tan entrelazado con la sociedad alemana, no solo bastaba con capturar a los líderes de los nazis y matarlos, como hicieron ellos, sino que había que borrar toda la ideología nazi de la sociedad alemana”.

“Nosotros en El Salvador, gracias a Dios, nunca hemos tenido un problema de nazismo. Pero sí hemos tenido un problema de pandillas similar porque no solo nos ha hecho mucho daño, como los nazis; no solo han sido despiadados como los nazis; no solo han sido crueles, como los nazis; si no que, además, están entrelazados en la sociedad salvadoreña. Están en todos lados, hasta en los cementerios”, detalló

Horas antes, Bukele había publicado un video en su cuenta de Twitter en el que se ve a prisioneros enviados por su gobierno destruyendo “lápidas con simbolismos pandilleros”. “Enviamos prisioneros a destruir todas las lápidas con simbolismos pandilleros…”, publicó Bukele en la red social acompañado de imágenes de hombres rompiendo lápidas con mazos y martillos.

En noviembre, el líder salvadoreño había tomado la misma medida con un grupo de presos cuando demolieron tumbas de pandilleros para evitar que sus admiradores se reunieran alrededor para homenajearlas.

Hace unos días, las autoridades trasladaron a los primeros 2.000 pandilleros a la nueva megacárcel capaz de alojar hasta 40.000 presos. Así lo anunció con orgullo Bukele, quien expresó que “esta será su nueva casa, donde vivirán por décadas, mezclados, sin poder hacerle más daño a la población”.

La construcción del Centro de Confinamiento del Terrorismo (CECOT), que ha levantado alertas entre múltiples organismos de derechos humanos, constituye el más reciente paso en la lucha contra las pandillas que El Salvador lleva encabezando desde hace meses. Esta gigantesca prisión está ubicada en las afueras de la ciudad de Tecoluca -a 74 kilómetros al sureste de San Salvador- y destaca por sus rigurosos controles de ingreso y su alta tecnología para la vigilancia.

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