02 Marzo 2023
César Chelala
Columnista invitado
Se han logrado avances considerables en la lucha contra la enfermedad provocada por el coronavirus; pero el peligro no ha cesado. La mayoría de las personas que contraen la enfermedad causada por coronavirus (Covid-19) se recuperan en unas pocas semanas. Pero incluso aquellos que padecieron versiones leves de la enfermedad, pueden tener síntomas durante semanas, meses o incluso años después de la infección. Estos problemas de salud duraderos se denominan síndrome post-Covid-19; Covid prolongada; condiciones post Covid o, más técnicamente, secuelas post-agudas de la infección por SARS COV-2 (PASC).
Según trabajos de investigación, entre un mes y un año después de tener Covid-19, una de cada cinco personas de 18 a 64 años tiene al menos una afección médica que podría deberse a Covid-19, mientras que, entre los mayores de 65 años, uno de cada cuatro, tiene al menos un síntoma o condición médica que podría atribuirse a Covid-19. Sin embargo, lo que dificulta el diagnóstico es que frecuentemente es difícil saber si los síntomas se deben a condiciones preexistentes o a la Covid-19. A veces, los síntomas pueden desaparecer o regresar.
Los síntomas más comunes y persistentes de la enfermedad Covid prolongada son neurológicos, como fallas de la memoria, falta de atención, mareos, trastornos del sueño y del estado de ánimo y “niebla cerebral”. También son frecuentes los problemas de salud mental como ansiedad y depresión. Los síntomas respiratorios y cardíacos, tales como dificultad para respirar, tos, dolor en el pecho y aumento del ritmo cardíaco, también son comunes. Entre las manifestaciones digestivas más frecuentes, se encuentran la diarrea y el dolor de estómago. Otros síntomas incluyen aumento del cansancio; fiebre; erupción cutánea; dolor articular o muscular; trastornos del gusto y del olfato; en las mujeres, cambios en los ciclos menstruales, así como la aparición de coágulos de sangre que pueden provocar embolia pulmonar.
Un análisis de varios estudios ha demostrado que el 43 por ciento de las personas infectadas pueden desarrollar Covid prolongada. La forma larga de Covid se diferencia de la infección crónica por Covid, ya que las pruebas de laboratorio de quienes padecen la forma larga resultan negativas al virus, aunque continúen manteniéndose los síntomas. Las condiciones post-Covid parecen ser menos comunes en niños y adolescentes; sin embargo, pueden también experimentar efectos a largo plazo y las condiciones prolongadas de Covid pueden durar semanas, meses o incluso años después de la infección inicial.
Padecer Covid prolongada es una situación que puede ocurrir entre los afectados, desconociéndose por qué y cómo se desarrolla esta condición. Sin embargo, lo que se sabe es que las personas con problemas de salud subyacentes son más propensas a desarrollar síntomas prolongados de CovidD; en particular aquellas con diabetes tipo 2. La afección COVID prolongada, también es experimentada con mayor frecuencia por quienes tuvieron previamente una infección grave por Covid; son obesos o hipertensos y aquellos con síndrome inflamatorio multisistémico, una afección que afecta a varios órganos y tejidos.
Resulta obvio que la única forma segura de no prolongar la enfermedad es hacer todo lo posible para evitar contraer Covid-19 en primer lugar, respetando las medidas de salud pública de eficacia conocida, como el uso de barbijos o mascarillas; el distanciamiento físico y el lavado de manos. Las investigaciones han demostrado que las personas que han sido vacunadas tienen menos probabilidades de reportar condiciones prolongadas de COVID, en comparación con quienes no están vacunados. La vacunación, sin embargo, no previene por completo el Covid prolongada. Según un estudio publicado en Nature Medicine, la protección de las vacunas, aunque real, no es tan buena como cabría esperar.
El verdadero dilema es cómo afrontar una situación que, hasta ahora, no se puede controlar. Aquellos que desarrollan Covid prolongada deben buscar atención médica inmediata. Cuando sea posible, la atención debe ser de naturaleza multidisciplinaria e incluir no solo al médico de atención primaria, sino también a fisioterapeutas; profesionales de la salud mental y trabajadores sociales pertinentes. Los grupos de apoyo también pueden ser útiles. Sin embargo, todavía se necesitan más estudios para saber cómo tratar eficazmente esta afección.
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