“Cuando las cosas han sido tan bellas, como el Barça de Messi, es difícil encontrar un final feliz”

“Cuando las cosas han sido tan bellas, como el Barça de Messi, es difícil encontrar un final feliz”

El ensayista y articulista catalán Xavier García Luque fue testigo del paso de Messi y de Maradona por el club. Además, escribió con un colega la historia de la incorporación de Di Stéfano impedida por el franquismo. “La historia del Barça con la Argentina es muy antigua; se remonta a la amistad estrechísima del crack Samitier con Gardel”, rememora.

El Barcelona Fútbol Club tiene entre sus muchas glorias el privilegio de haber contado en épocas distintas de los servicios de los dos futbolistas argentinos más grandes, Diego Maradona y Lionel Messi. Pero Xavier García Luque se lamenta de que ese antecedente no haya podido sumar una tercera estrella, la de Alfredo Di Stéfano, quien, por voluntad de la dictadura franquista, terminó sumándose al plantel del archirrival del Barça, el Real Madrid, y erigiéndose en ídolo legendario de esa institución. El periodista deportivo -jubilado y hoy articulista de La Vanguardia- sabe de lo que habla: junto a su colega Jordi Finestres escribió dos libros sobre el tema, “El Caso Di Stéfano” y “El Barça secuestrado”. Conocedor agudo de las páginas brillantes y opacas del club fundado en 1899, García Luque dice: “cuando las cosas han sido tan bellas, como el Barça de Messi, es difícil encontrar un final feliz”.

- El Barça, al menos en el período en el que Messi jugó allí, era seguido en la Argentina como si se tratara de un equipo local…

-Si me preguntas sobre la relación entre el Barça y la Argentina podemos ir muy lejos. Uno de los primeros grandísimos cracks que tuvo el Barça, que era un jugador catalán que se llamaba Josep Samitier, tuvo una gran amistad con Carlos Gardel. Ellos tenían una relación personal bastante estrecha de manera que, en un cierto tiempo en el que cada vez que por algún motivo el Barça iba a Buenos Aires, se imponía como una obligación visitar la tumba de Gardel. Aparte de Maradona y de Messi, yo creo que la primera gran relación del Barça con la Argentina es una frustración: el intento de fichaje de Di Stéfano. Fue de hecho un fichaje: el Barça fichó a Di Stéfano de River con todas las legalidades, con el contrato cerrado, pagado y aprobado. Pero, luego, finalmente nunca pudo jugar. De los mejores futbolistas argentinos de todos los tiempos, pues Maradona y Messi han pasado por el Barça: si pudiésemos añadir a Di Stéfano, tendríamos un trío espectacular. No pudo ser así porque no se consiguió la autorización política y Di Stéfano fue llevado al Real Madrid.

- ¿Qué implicó ese desenlace?

- Dentro de lo que ya era una relación tensa, de rivalidad muy dura y no sólo deportiva por lo que significa y representa el Madrid, y por lo que significa y representa el Barcelona, que la batalla por Di Stéfano se jugara contra el Madrid le dio un aire más mítico. De padres a hijos se transmitió la historia de que el Madrid había robado a Di Stéfano. Modernamente se pudo lograr que los grandes íconos argentinos, Maradona y Messi, llegaran al Barça, aunque tuvieron rendimientos muy distintos.

- ¿Por qué?

- El recuerdo que queda de Maradona es muy triste: un jugador que no dio todo lo que podía por diversas circunstancias. En cambio, Messi es todo lo contrario. Aquí se siente como un jugador creado o amamantado en el Barcelona desde muy pequeño, e imbuido de su estilo de juego que luego se convierte en el enorme crack mundial que todos sabemos. Maradona llega muy joven: creo que cuando debuta tiene alrededor de 22 años. Messi debuta antes, pero ya estaba aquí. Maradona, por el contrario, se ha criado en un ambiente distinto y se lo traslada de muy joven a Barcelona con una responsabilidad tremenda: él tenía que llevar el peso del mito del club. Era un chaval y le costó bastante asimilar la situación. El fichaje de Maradona también fue muy complicado: hubo varios intentos hasta que llega la parte final en el año 82. Son días y días de información en la prensa que se dice que viene, que no viene, que está hecho, que se ha roto, que es imposible… Son negociaciones complicadísimas y hay anécdotas narradas por quienes las llevaron adelante sobre conversaciones en sitios sombríos durante la dictadura argentina, donde parecía que los militares debían dar un permiso para que Maradona saliera del país. Esto llevó a muchos aficionados a convencerse de que iba a ser otro caso como el de Di Stéfano. Incluso cuando trasciende la cifra que se iba a pagar, aparecen reacciones desde Madrid que pretenden impedir al Barcelona pagar tanto dinero en un futbolista: era una cantidad cercana a los mil millones de pesetas nunca antes pagada en España.

- Pero Maradona pudo romper el maleficio de Di Stéfano.

- Sí, ese Maradona que llega tan joven tiene que asumir todo esto y, encima, se encuentra con un fútbol que en España era de una brutalidad tremenda. Las entradas (golpes) que sufre Maradona, la manera en la que van a cazarlo en partidos corrientes, acaban deparándole lesiones muy graves. Jugó menos de lo esperado y no logra crecer deportivamente. Los mejores años de Maradona se pierden en Barcelona. Llegó a una situación en la que lo más conveniente era traspasarlo al Nápoles.

- ¿Maradona padeció de alguna manera la historia controvertida del Barcelona con los arbitrajes y esa idea de que el equipo emblemático de Cataluña resultaba comúnmente perjudicado?

- El fútbol con el que se encuentra Maradona aquí es durísimo para todos, no diría que fuera especialmente agresivo con él. Sí es cierto que con un estilo de juego que es tan atrevido con el balón donde el futbolista encara al rival y regatea constantemente, y busca romper las defensas, propicia los golpes. El tema de los arbitrajes que apuntabas es muy sencillo.

- ¿A qué se debía?

- Desde que el fútbol empezó a ser un movimiento de masas imparable en España, básicamente a partir de los años 50, cuando llega Di Stéfano y el Barça tiene a Ladislao Kubala, ha sido un duelo entre el Barcelona y el Madrid. Es una batalla, como se ve hoy en día, donde estos equipos acabarán primero y segundo todos los años, salvo situaciones muy raras, y están permanentemente disputándose la primacía y la generación de dinero. Esta competencia está regulada por una serie de organismos que están todos situados en Madrid. Esto es así por razones históricas. Pero lo analicemos de este modo: pongamos que eres un organizador de Estados Unidos que va a inventarse un deporte nuevo que va a ser brutalmente interesante; lo van a jugar 20 equipos; va a haber dos, el A y el B, que serán los mejores y eso nos dará dos polos de atracción en ciudades distintas, etcétera. Fantástico, muy bien organizado. Necesitaremos una federación: la pondremos en la ciudad del equipo A. Necesitaremos un comité de árbitros: lo pondremos en la ciudad del equipo A; un comité de apelación, en la ciudad del equipo A; necesitaremos un consejo superior de deportes, en la ciudad del equipo A; necesitaremos unos comités que se reúnan que para que decidan qué árbitros actuarán en cada partido, en el equipo A. Has creado una competición entre el A y el B donde todo el núcleo de poder está al lado del equipo A. Aunque no quieran, esas personas que dirigen, que juzgan, que designan árbitros, que deciden si una acción ha sido grave, muy grave o terriblemente grave, están todos al lado del equipo A. Entonces, salen de su casa por la mañana y van a hacer el café en el bar de abajo, y sólo oyen la versión cercana a la ciudad donde están ellos. Es lógico, ¿no? Viven en una burbuja que corresponde a la forma de ver las cosas del equipo A.

- Entonces, ¿cómo tramitó el Barça ser el equipo B?

- Para el Barcelona, jugar esta liga tan igualada con todos los organismos, que no es que estén en contra, pero sí que viven en el entorno que está en contra, con su prensa local, le crea una situación de inferioridad constante. Es una cosa absolutamente desequilibrada sin que lo pretendas. Todo ese ambiente es negativo, como si en la Argentina todo estuviera entre un equipo de Buenos Aires y uno de Córdoba, y los puntos de poder están en Buenos Aires. El de Córdoba lo tendría muy difícil. Cuando este gana debe ser doblemente superior al de Buenos Aires.

- Claro, tiene que vencer por goleada.

- Esto es así y no va a cambiar. No hay otra solución. Así que el tema de los arbitrajes está vinculado con el hecho de que todos los puntos de control y de decisión estén en la población de uno de los dos grandes equipos.

- ¿Eso explica que durante el Mundial muchos catalanes hayan preferido que ganara cualquiera menos la Selección española, aunque allí había bastante gente del Barça?

- Esto ya no es de este Mundial. En general, hay una parte muy amplia de la sociedad de Barcelona que no se siente representada con la Selección de España. Entonces, cuando llega un Mundial, pues la gente busca otros equipos. En esta oportunidad era muy fácil porque la Argentina tenía a Messi, alguien que aquí se siente como propio. Pero el sentimiento de muchísimos aficionados barceloneses es que la Selección de España sea eliminada: quieren que pierda y, cuanto antes, mejor, igual que si el Madrid tira para adelante en la Copa de Europa no vas con el Madrid porque sea el único equipo de España. Que haya muchos o pocos jugadores del Barça incide a lo mejor en la situación de los indecisos, pero, en una época, todo el mundo iba con la Holanda de Johan Cruyff o con Brasil. Hay diferentes motivos para cuando llega un Mundial elegir a qué selección se apoya. Eso a un argentino no le vas a preguntar, pero a un catalán sí hay que preguntarle siempre con quién va y te dará la respuesta más inesperada que tú puedas imaginar. Piensa que el año pasado el Ayuntamiento de Barcelona no permitió que haya pantalla gigantes para ver los partidos de España porque sabe que van a atraer a los que quieren que gane y a los que quieren que pierda, y que eso puede crear un problema.

- ¿Con qué equipo te identificabas en Qatar?

- Es una cuestión personal que carece de importancia, pero yo en la final iba por Francia debido a relaciones personales; a que es un país muy cercano; a que me gustan los jugadores… La ventaja entre comillas de no tener una selección en concreto es que puedes jugar con varias. Y yo iba viendo partido por partido. En términos generales me gustaba Francia, pero eso valió para el último Mundial. En el próximo, no sé.

- ¿Te sorprendió lo qué pasó con Messi después de ganar el Mundial? Se especulaba con que podía retirarse, ir a jugar a otro país o volver al Barça, y al final se quedó en Francia…

- Es posible que nos falten detalles para entender la relación entre Messi y el Barcelona, pero yo creo que la historia había llegado a su fin. Y que encontrar un final feliz era muy difícil. Llega un punto en el que no gusta que las cosas se acaben cuando han sido tan bellas, ¿no? Y comienzas a buscar culpables. Estamos hablando de alguien que llegó a Barcelona de muy niño y que se crió aquí. El cambio, entonces, acaba doliendo. Por otra parte, todo termina algún día: los futbolistas no son eternos. Y un club de fútbol en estas cosas a veces tiene que ser muy frío, aunque con jugadores como Messi eso parezca imposible. Quieras o no, llega el día en el que hay que decir “esto ha terminado” y “vamos a hacerlo bien”. Tanta gente dice “Messi va a volver”, pero yo espero que no lo haga como futbolista porque esa etapa se ha cerrado. Otra cosa es que en el futuro regrese a hacer cualquier cosa que le guste relacionada con el Barcelona. Terminar con un final feliz como las películas estadounidenses es imposible: en la vida real, la despedida de una persona tan querida, a la que se la ha visto crecer como sucedió con Messi, no se acepta con facilidad.

- Volviendo a la historia de Di Stéfano, ¿por qué el Barça estuvo secuestrado durante el franquismo?

- El Barcelona como entidad, desde mucho antes del franquismo, establece unos vínculos muy estrechos con las ideas de Cataluña, con lo que se llama el catalanismo. Por ejemplo, las comisiones directivas de los años 20 y 30 siempre han apoyado las reivindicaciones de mayor libertad política en Cataluña. Desde la óptica de los franquistas, el Barcelona está marcado como un club peligroso, donde se alimentan ideas separatistas. No olvidemos que bastante antes de la llegada de Francisco Franco, en 1924 el Barcelona recibe una sanción de las más duras que puede recibir y es que las autoridades deciden cerrar el club durante seis meses. No puedes jugar ni un solo partido, ni en casa ni fuera, no puedes cobrar las cuotas de los asociados, no puedes ingresar dinero: el club se clausura seis meses porque en un partido amistoso, cuando empieza a sonar el himno de España, la gente se pone a silbar.

- ¿Qué pasó durante la dictadura de Franco?

- Se redacta un informe policial sobre las actividades políticas del Barcelona para justificar unas decisiones. El franquismo decide poner el presidente, es decir, los socios dejan de escoger al máximo directivo. Hay algunos que llegarán a serlo sin siquiera tener la condición de socio, lo cual ya es totalmente ilegal. Yo considero que en ese tiempo el club estuvo secuestrado en manos del enemigo. Se prohiben una serie de cosas, entre ellas el uso del catalán. Todo eso es un proceso político con dos puntos deportivos culminantes: el fichaje frustrado de Di Stéfano en 1953 y, diez años antes, hay un partido histórico por la llamada Copa del Generalísimo y el Barcelona pierde por 11 goles a uno en el campo del Real Madrid. Es un partido que ha pasado a la historia por un resultado tan inexplicable, una diferencia que no se da de manera habitual entre dos equipos de este nivel. Años después, los jugadores y directivos explicaron que se habían visto obligados a dejar que el Madrid hiciera todos los goles que quisiera porque, si no, no salían vivos de ese encuentro.

- Una de las cosas más atractivas del Barça es su arraigo popular y su capacidad de expresar la idiosincrasia local. ¿Cuánto tiempo más podrán resistir los socios antes de que el club se transforme en una sociedad anónima?

- En España sólo hay cuatro clubes de primer nivel que no son sociedades anónimas, entre ellos el Madrid y el Barcelona. Por gusto no creo que el Barcelona deje nunca de ser lo que es. Pero, si se ve en la obligación de transformarse en una sociedad anónima, para mí sería el final del Barcelona como lo hemos conocido durante más de 100 años de historia. Muchísimos asociados se darían de baja. Tú me lo preguntas como si fuese inevitable: mi deseo es que no suceda nunca. Quizá sea un poco romántico, pero ha existido durante tantos años, ¿por qué no seguir haciéndolo? Podría llegar un momento en el que se diga que no alcanza con el sistema clásico para competir y que, si no se va a una sociedad anónima, hay que retroceder: supongo que en ese momento habría un referendo entre los socios, que son los que toman todas las decisiones importantes. No sé cuál sería la respuesta para una consulta como esta. Habría que ir a una votación con resultado imprevisible porque la masa social típica es gente mayor, que recibió la condición de socia de sus padres y de sus abuelos, y cambiar eso cuesta muchísimo.

- ¿Qué significa el componente holandés en el ADN del club?

- El componente holandés llega con Cruyff: entre 1899 y 1974 no existió. A partir de Cruyff y sin que nadie se diese cuenta en ese momento, se introduce de manera superficial no sé si decir un veneno o un cambio en el ADN que ha ido haciendo camino hasta hoy en día y que ha creado hasta cierto punto un mito: la idea de que es necesario ahora y en el futuro mantener la idea del fútbol total que jugaba Holanda. Cualquier entrenador del Barcelona que intente modificar ese estilo, que es muy amplio y que tiene muchos matices, crea un rechazo por parte de la afición que normalmente acaba en que ese entrenador se tiene que ir. Eso llegó con Cruyff como jugador, pero, sobre todo, con Cruyff como entrenador, que modifica la tendencia a la derrota que había entre los barcelonistas. A partir justamente del caso de Di Stéfano y, durante muchos años, la del Barcelona es una historia de derrotas, con pequeñas victorias de vez en cuando al frente de un Madrid que va ganando copas de Europa; que gana la Liga año tras año… el Barcelona llegó a pasar 14 años seguidos sin ganarla. Eso creó la percepción de que en el momento decisivo iba a ocurrir lo de siempre y que otros se llevarían las glorias. Cruyff transforma esto. Cuando aparecen situaciones complicadas, él asegura que se va a ganar. De esta manera rompe con un ADN hecho a partir de derrotas, que a veces se recordaban más que los triunfos. Cruyff empieza a dar una serie de instrucciones que el barcelonista va asimilando poco a poco. Se trata de consignas surgidas de un Cruyff que decía obviedades, pero que se trata de cosas que nadie había planteado con tanta claridad, como cuando enuncia “si nosotros tenemos la pelota, el rival no la tiene”. Ese discurso va entrando en los seguidores y crea el estilo holandés que en el Barcelona se ha transformado en una escuela.

- ¿Qué sucedió con aquel modelo en la época de Messi?

- Cruyff lo inició y, luego, Pep Guardiola lo siguió. Hay una fotografía enorme que publicó el diario francés L’Equipe sobre uno de los mejores momentos de la historia reciente del Barça: son tres camisetas colgadas, la de Cruyff, la de Guardiola y la de Messi. Y simplemente ponían como leyenda “el padre, el hijo y el espíritu santo”. Uno trae las tablas de la ley sobre cómo hacer las cosas; otro las concreta y las sitúa sobre el césped, y el último ejecuta las instrucciones divinas: es una manera muy bonita de verlo.

Comentarios