Cartas de lectores

El caso Lucio

Existió una vez un hombre, hace más de 2.500 años, que huyó con un Niño, arropado en los brazos de su madre. Porque la furia de una ordenanza establecida por Herodes (que era la ley) había decidido la matanza de los inocentes, de todos los niños menores a 2 años. Y el Niñito Jesús acababa de nacer. José burló la ley para proteger al Niño. El caso Lucio, esa antesala del infierno por la que atravesó hasta morir torturado, el dolor del padre, del abuelo, de los que quisieron protegerlo golpeando las puertas de la ley, refiere claramente cómo las leyes pueden ser un obstáculo y pueden otorgar poder a los criminales y perversos. Si las leyes siguen desamparando a la niñez (no olvidemos el caso Erika en Tucumán, la niña torturada hasta la muerte por su abuelastra) tendremos que salir a proteger a los desamparados, desandando los caminos de las leyes y tomando a los niños para defenderlos del horror, como hizo José en esa noche bendita de riesgos y de valor inauditos. Ojalá que esto no tenga que suceder. Ojalá que podamos volver a creer en el poder y el valor de las leyes, que no lleguemos a la opción de la justicia por mano propia, que diseñaría las bases de un caos social (del que no estamos muy lejos). Pero cuán importante es estar despiertos, vigilando el dolor atroz de los indefensos. Lucio, ángel pequeñito, descansa en el cielo, ya a salvo del infierno que conociste aquí en la tierra.

Graciela Jatib

Indispensable educación

Con un dejo de impotencia se añora la excelsa educación que tuvo nuestro país a mediados del siglo pasado, a la vez que la pesadumbre nos invade al saber que los jóvenes que egresan de la enseñanza básica y del secundario, con excepciones, que las hay, no cuentan con la preparación y formación necesarias e indispensables para emprender nuevos caminos, ya sea seguir estudiando o conseguir un trabajo que permita su sustento, y tal vez, en muchas ocasiones, el de su familia. Supo tener Argentina cinco premios Nobel, al tiempo de dotar al mundo de destacados intelectuales, científicos e investigadores, entre otras ramas del saber, que fueron reconocidos por su capacidad e inventiva -fruto de la educación pública-, por lo que el atraso educativo que atravesamos produce verdadera tristeza. Es aquí que debe, entonces, aparecer con enjundia el Estado para suplir esa carencia, mirando el futuro y bienestar de las nuevas generaciones. Es menester invitar a participar a todos los profesionales y personas idóneas que conozcan verdaderamente de educación, y así trazar proyectos a mediano y largo plazo, con el objetivo de lograr una solución permanente que permita obtener una instrucción escolar satisfactoria, poniendo especial énfasis en la creación de nuevas escuelas técnicas y así incrementar el aprendizaje de distintos oficios, tan necesarios y requeridos hoy. Ningún país, al decir de entendidos, se desarrolla social y económicamente si no está acompañado de un crecimiento sostenido de su nivel educativo y cultural. Se avizoran más cambios sociales, culturales, tecnológicos y políticos globales, por lo que se debe insistir en una enseñanza calificada, meritoria y perdurable en todos los estamentos formativos. Con educación se es libre para optar, para leer, para pensar, para evaluar, para opinar, para entender, para dialogar, para escuchar, para escribir y para discernir, y de ese modo no caer en el facilismo de que algunos piensen y decidan por otros. Con mejor calidad educativa habrá, sin dudas, mejor calidad democrática, menos marginalidad y menor pobreza. Por último, vale citar lo expresado por el escritor mexicano Carlos Fuentes: “La solución a los grandes males de la América Latina, en especial las desigualdades sociales, pasa por tres postulados: Primero, educación; segundo, educación y tercero, educación. Es elemental. Todavía pese a los avances, hay mucha gente que necesita educación. Si se invirtiera en educación, lo demás vendría por añadidura, sería una consecuencia lógica. Sin educación no habrá desarrollo sustentable. Sin educación nada existe”.

Ramón Alfredo Maldones

Vocera presidencial y jubilados

La citada funcionaria anunció el 5 de enero, entre otras cosas, que los jubilados le habían ganado a la inflación. No sabía que 70 es mayor que 95. Lo primero que habría que preguntarle es ¿Qué es un jubilado? Parece entender que un jubilado es el que logró ser sin realizar ningún aporte, con poco o lo hizo a través de moratorias. Lo sospechoso es que anunció siete días antes que se conociera el IPC. Dudo y mucho del Indec, entre el censo –datos provisorios-y diciembre de 2022 desaparecieron 1,1 millón de argentinos; menos de los organismos provinciales. La inflación 2022 resultó un 94,8% y mi aumento jubilatorio fue del 70,43%. Vengo perdiendo desde el 2018 a la fecha nueve haberes jubilatorios. La vocera es una mitómana. En la personalidad del mentiroso, los expertos coinciden en que éste suele tener una autoestima baja y ejerciendo la mentira se crea una imagen de sí mismo en la que sale mejor parado, que en la realidad. La persona no se acepta completamente y por eso inventa cosas que no son reales. Quiere impresionar. Necesitan engrandecerse a través de sus expresiones para buscar el asombro, control o aceptación de las personas que les rodean. La ley jubilatoria de Macri, el DNU de Fernández suspendiendo la movilidad y la actual ley desconoce el principio de progresividad en materia de derechos sociales, económicos y culturales, entre los que se cuenta la previsión social y, su consecuencia, el derecho de no regresividad. Esos principios se apoyan en el artículo 26 de la Convención Americana de Derechos Humanos, suscripta en San José, Costa Rica, y el artículo 2.1 del Pacto de Naciones Unidas sobre derechos económicos (Artículo 2.1). “...Cada Estado Parte en el presente Pacto se compromete a tomar medidas, progresivamente para la plena realización de los derechos...”.

Héctor Jesús Francisco

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