Cuando la cultura se milita, se acompaña y se concreta

Cuando la cultura se milita, se acompaña y se concreta

Gustavo Calleja es el primer graduado como magíster en Cultura Pública en Argentina. Lleva 18 años en la gestión cultural en la provincia.

GUSTAVO CALLEJAS. El abogado y gestor cultural analiza su especialización y hace un repaso por las políticas culturales de la provincia. GUSTAVO CALLEJAS. El abogado y gestor cultural analiza su especialización y hace un repaso por las políticas culturales de la provincia.

Cultura Pública es una nueva carrera universitaria creada en Argentina. Está destinada a los empleados públicos, para que puedan diseñar políticas. Se diferencia del gestor cultural, un concepto de los años 90, en que el Estado delegaba en los particulares la búsqueda de los recursos.

Lo cuenta el primer graduado, con la máxima calificación y con felicitaciones del tribunal examinador, el abogado tucumano Gustavo Calleja.

“El eje de la nueva carrera es que los empleados de la cultura pública dispongan de más elementos -explica-. Tuve la suerte de que en el año 2014 se hiciera una prueba nacional”.

El Ministerio de Cultura de la Nación eligió entonces a Calleja y a Rafael Vázquez como representantes de la provincia, para una cursada con los mejores profesores de Latinoamérica, como Albino Rubini, George Giudice (Miami), Eduardo Libon, (discípulo de Eduardo Restrepo), Paulina Soto Labbe (mapeo cultural Chile para Unesco y Celio Turino (asesor del papa Francisco y diseño programas culturales en Brasil y Argentina). “Dada la crisis de la Cultura, estimo que este es el tipo de programa que todos necesitamos”, resalta.

Camino a la tesis

“Terminé la carrera en 2015, pero me dieron un reconocimiento, no un título. Luego la Universidad Nacional de las Artes (UNA) la convierte en carrera vía Coneau. Cuando yo cursé fui becado por la Nación, pero ahora la carrera es presencial y arancelada, en Buenos Aires, y no son los mismos profesores”, relata.

“Presenté la tesis el 11 de noviembre. El tema es una interpretación sobre lo que causó el cierre de los ingenios y el ferrocarril en la estación de trenes del Bajo, aprovechando la arquitectura existente. Lo que más le gustó al tribunal fue la factibilidad del proyecto. Propongo una estructura administrativa similar a la del Ingenio Cultura”, detalla.

“Tengo compañeros de todo el país, de Jujuy a Tierra del Fuego, que se van a recibir a partor de mayo de 2023. Además hay varios cursando en universidades privadas. Yo me recibí antes porque, si bien mucho tiempo estuvimos en un limbo adminstrativo, escribí mi tesis y armaron un tribunal examinador.

- A partir de tu especialización, ¿que resaltás de la gestión cultural actual?

- En este momento me parece muy interesante la gestión participativa. Por ejemplo, para que saliera la flamante Ley de Cine hay un grupo que militó, que acompañó, y que ahora trabaja en comisiones. Me parece que es un antes y un después porque las políticas culturales requieren militancia, no partidaria, sino de interesados que salgan a buscar, a pedir, que tengan ayuda del Estado, y que los gestores culturales los orienten, que se plasme en políticas y en leyes. Me parece que ese es el camino, que la forma de gestionar la cultura debe ser participativa, donde se tenga como principal protagonista al destinatario.

- ¿Qué otras acciones en pos de leyes de la cultura reconocés?

- La Ley de la Danza está un poco trabada porque los destinatarios no tienen en claro qué quieren, sobre todo porque no se encuentran a partir de cierta edad. Hay que hacer un trabajo profundo en que los propios bailarines se imaginen qué les pasa después de los 40 años. También están trabajando los escritores, para sacar una ley de reconocimiento y jubilación. La Ley de Editoriales de Tucumán, conocida como Ley Aconquija, es un avance muy positivo que estuvo durmiendo mucho tiempo.

- ¿Qué pasa con las salas teatrales?

- Hay varias salas que están cerradas por refacción. El Ente Cultural hizo un concurso donde las salas se presentaban con sus proyectos y podían llevarlos adelante. Es positivo porque desentraliza la gestión cultural. Todo lo que sea descentralizar, participación y militancia es el futuro, es hacia donde tenenos que ir. Para mí el ejempli más claro es el de la Ley de Cine recientemente sancionada. Espero que ahora, que están armando el Consejo, tengan la misma fuerza. También está la Comisión de Teatro Independiente (CTI) que reparte los fondos del teatro independiente. Ellos gestionan un fondo y lo reparten entre distintas compañías de teatro de la provincia para poder encarar con más sostenibilidad sus proyectos, desde hace una década; es un buen antecedente.

- ¿Qué te da esperanza?

- Veo con esperanza que una ley de cultura como la del cine se ha gestionado de forma participativa. El principal protagonista no es un tecnócrata ni un legislador desde su banca, sino los protagonistas trabajando con los legisladores, con gestores, con el organismo público. Nuestra Constitución Provincial, nuestra ley de Cultura y nuestras leyes necesitan militancia, que los destinatarios las desentralicen y las concreten.

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