Diplomacia de condecoraciones y honores de compraventa política

Diplomacia de condecoraciones y honores de compraventa política

Diplomacia de condecoraciones y honores de compraventa política
02 Enero 2023

Por Carlos Duguech

Analista internacional

Hay veces que la historia que se está escribiendo -sin que se esté pensando en ello- es la que después, mucho tiempo después, lleva a que el historiador se dé cuenta de que en la historiografía disponible vale tanto como el oro lo que se calló. Sí, como el oro, porque a partir de ese “vacío” es que las líneas que se advertirán concurrentes aportarán las voces que faltan. Lo que no se mencionó se colige con mucha suspicacia en juego y profesionalismo investigativo, confluirá en descubrimientos que no se podrán ocultar para siempre. Hoy hay más que un ramillete de recursos porque está a la mano un universo de herramientas y caminos para el historiador. Que más que historiar se ocupa -casi sin darse cuenta- de armar el escenario que no se ve y reconstruir los actos y los parlamentos que no se oyeron. Y sobreviene la novela histórica que, por fin, nos pondrá alguna luz nueva sobre oscuridades antiguas. Y la historia de los investigadores de laboratorio hará que un interés antes no demasiado evidente se apodere de nuestra predisposición a conocer más. Y conocer mejor la realidad que nos precedió en tiempos lejanos de este país de altibajos, sorpresas y valores ligados al concepto -no demasiado comprendido- de patria.

¿Para decir qué?

Una muy razonable pregunta en este punto de la lectura. Pues, para decir sobre un hecho de nuestro tiempo, que conocimos por los medios disponibles, que ha horadado el transcurrir de nuestras vidas. Y que, además, se instala en los tiempos “cuasi históricos” (30, 40, 50 o más años después) de la memoria y los nuevos y acumulables descubrimientos satisfactorios o preocupantes. O festivos, o tristes de la existencia que transitamos sin prisa ni demoras. Sólo mencionar Malvinas ya atropellan historias, decisiones, orgullos, memorias, todo entramado en una tela de urdimbre tensa siempre. Y asaz dolorosa.

“Orden de Mayo en el grado de Gran Cruz”: Mencionar esta condecoración por su nombre implica disponerse a que su destinatario, desde la Nación Argentina que la creó (Decreto-Ley 16.629/1958, gobierno de facto de Aramburu) fuese una personalidad de merecimientos relevantes. Leemos el artículo 2º: “Créase la ‘Orden de Mayo’ cuya condecoración será otorgada exclusivamente a los ciudadanos civiles y militares extranjeros que se hayan distinguido por sus servicios y obras personales y merezcan la gratitud de la Nación”.

El próximo 12 de febrero se cumplirán 30 años de un acto que repugna por lo ofensivo en grado superlativo, sin matices. El General Martín Balza, a la sazón jefe del Ejército y cumpliendo disposiciones presidenciales (de Carlos Menem) cruzó la cordillera para encontrarse con el general Pinochet. En la sede de la Embajada argentina en Santiago, el representante Eduardo Iglesias le entregó al dictador Pinochet los atributos de la condecoración. Al General Balza, ex combatiente en Malvinas, debe haberle costado pronunciar las palabras en ese momento. “Usted, Señor General Pinochet, puede estar orgulloso del ejército que comanda, de su ejemplar idoneidad profesional, gallardía, bizarría y caballerosidad, que todos los soldados de mi país sabemos y reconocemos”. ¡Sí, textual!

Las críticas fuero muchas, hasta del propio Ricardo Alfonsín y numerosas entidades pro derechos humanos. Y hasta una demanda judicial que no prosperó. Sí hubo “explicaciomes” de Menem, que mintió. ”Es un asunto del Jefe del Ejército”. Menem firmó el decreto como Presidente, siendo a la vez la máxima autoridad de la Orden. Y las explicaciones del canciller, poco menos que otra mentira para salir del paso: “Las buenas relaciones entre nuestros respectivos ejércitos”.

Ida y vuelta con Maduro

Para nuestro país otorgar semejante condecoración, como lo es la Orden del Libertador General San Martín, vale como tener en cuenta los méritos sobresalientes de  un presidente o jefe de Estado extranjero. Es la máxima distinción que puede otorgar nuestro país. Así fue que el 8 de mayo de 2013 la entonces presidenta Cristina Fernández de Kirchner se la otorgaba a Santiago Maduro, en un marco solemne, en el Museo del Bicentenario, en nuestro país.

Apenas un poco más de cuatro años le duró la condecoración a Maduro. “Apruébase el Acta del Consejo de la Orden del Libertador, suscrita el día 2 de agosto de 2017, mediante la cual “se cancela el derecho del señor Presidente de la República Bolivariana de Venezuela D. Nicolás Maduro Moros a usar el Collar de la Orden del Libertador General San Martín, por actos incompatibles con la dignidad de la Orden”. Tal el texto del artículo 1º del decreto 640/2017 del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto firmado por el ex presidente Mauricio Macri  y su entonces canciller Jorge Faurie, publicado en el Boletín Oficial.

Maduro, hasta donde se sabe, no realizó ningún acto de gobierno o incurrió en omisiones que en suma significaron afectar concretamente la vida de algunos ciudadanos argentinos en nuestro país. Lo suyo se relaciona con sectores del pueblo venezolano víctimas de sus decisiones y procederes en su país. Pinochet fue detenido en Londres por petición judicial del juez español Baltazar Garzón, el 16 de octubre de 1998 en una clínica donde había sido sometido a una cirugía. Los cargos eran abrumadores por afectar gravemente contra los derechos humanos  por genocidio y terrorismo de Estado, torturas y desaparición de personas durante su dictadura en Chile. Se instaló luego cerca de la capital de Gran Bretaña cumpliendo  arresto domiciliario después  de abandonar la clínica, acompañado por su esposa. Fue entonces que recibió la visita de la primera ministra Margaret Thatcher.  Era lo que a los argentinos les faltaba para confirmar las sospechas de que durante la guerra de Malvinas había conexiones entre Chile y Gran Bretaña. Durante el encuentro (28 de marzo de 1998) le agradeció la colaboración durante la guerra “en las Falklands”. No hizo nada más que confirmar verbalmente lo que ya se había publicado en el “Times” de Londres. En una carta con su firma, la ”Dama de hierro” escribía: “Sería vergonzoso predicar la reconciliación con uno (por el presidente Menem que el martes próximo comienza una visita oficial a Gran Bretaña) mientras se mantiene arrestado a alguien que, durante aquel conflicto, hizo tanto para salvar vida de británicos”. Nada más que agregar, salvo lo que puede leerse en un libro en inglés de un activo militar de conexión Gran Brtenia-Chile.

Interés político interno

“Ya sea compartiendo inteligencia sobre el Ejército argentino, buscando bases aéreas adecuadas para los aviones británicos o creando la tapadera perfecta para los medios de comunicación del mundo sobre por qué se encontró a la tripulación de un helicóptero británico cerca de la frontera entre Chile y Argentina, influyó de manera silenciosa pero crucial en el resultado de la guerra. Basado en los informes de sus superiores en Londres, ahora disponibles por primera vez bajo la regla de los 30 años, el relato claro y convincente de Sidney Edwards revela la actividad diplomática frenética y sensible que estaba ocurriendo tras bambalinas durante esta breve e intensa guerra. Edwards sirvió en la RAF durante 31 años y recibió la OBE, la Medalla del Atlántico Sur y la Mención de la Reina por su Valioso Servicio en el Aire. Además de la misión descrita en este libro, Edwards completó giras como instructor de aviones a reacción, se desempeñó como Agregado Aéreo en la Embajada Británica en Madrid y comandó vuelos a reacción avanzados en la Escuela Central de Vuelo de la RAF, que incluía las Flechas Rojas. Vive en Letchworth, Hertfordshire.” (Traducción del inglés del asunto abordado en el libro, proporcionado por los editores del libro “Mi secreto. Guerra, Falklands” de Sidney Edwards). Qué más hace falta para demostrar la falacia del gobierno de Pinochet proclamando neutralidad política y militar en la cuestión Malvinas cuando en los hechos era un aliado estratégico militar de Gran Bretaña, prestando apoyo esencial que de otro modo le hubiera sido imposible obtener los resultados en la guerra a Gran Bretaña.

Preguntas sin respuestas

¿Por qué a Maduro lo degradan al impedirle el uso de la condecoración, siendo que no contribuyó a la muerte de soldados argentinos y a Pinochet, pese a proyectos fracasados de legisladores pidiéndolo no lo descondecoraron?

Las dos caras distintas de nuestra moneda política exterior que cada vez se lo hace mirando la conveniencia política partidista del oficialismo de turno y no de una Nación conectada con el resto del mundo.

Por nuestros muertos por Malvinas, por nuestros veteranos, el pueblo todo de Argentina debe reclamar que las condecoraciones a Pinochet sean repudiadas y manifestar mediante los instrumentos protocolares de estilo que en el museo Pinochet de Santiago no se exhiban ninguna de las condecoraciones de la Nación Argentina.

No hacerlo, como sí se procedió con Maduro, es dar la espalda a un acto de burda  discriminación. Mientras el Gobierno de nuestro país mantenga las condecoraciones al dictador chileno, que contribuyó como aliado de Gran Bretaña en contra de nuestro país a la muerte y heridas de combatientes argentinos, se estará cometiendo una injusticia brutal.

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