Permitidos sexuales: ¿es mejor dejarlos para las películas?

Mantener un encuentro íntimo con un tercero, autorizados por nuestra pareja, es una fantasía bastante recurrente. El largo camino desde las listas hechas con personajes ficticios o famosos a los hechos.

Permitidos sexuales Permitidos sexuales
Guadalupe Norte
Por Guadalupe Norte 01 Enero 2023

Las bromas en las cuales catalogamos a alguna persona como el “permitido perfecto” y fantaseamos con las cosas que haríamos si se fijara en nosotros nunca faltan en las charlas entre amigos. En especial, al apreciar el atractivo físico de algún actor/actriz; o al caer rendidos ante la personalidad o ciertas cualidades de un conocido.

Sin que sea una estrella de Hollywood ni un amorío complejo, ¿es posible plantearle a nuestra pareja que nos dé la oportunidad de disfrutar de una noche con alguien más? Al margen de lo que muestran las películas o las fantasías que pasan por nuestra mente, llevar esta idea a la práctica es algo complejo.

“Los permitidos representan un tipo de acuerdo a través del cual los miembros de una pareja se autorizan mutuamente a tener un encuentro sexual con un tercero (o varios) por fuera de su relación. Implica algo fugaz, pensado para una ocasión puntual y sin que haya enamoramiento de por medio”, explica el sex coach Facundo Agüero.

La práctica no es igual a mantener una relación abierta ni poliamorosa. “Actualmente, hay una mayor curiosidad sobre este tipo de vinculaciones, pero la gente suele confundir bastante las implicancias de cada propuesta y la desinformación o temores personales evitan que se avance más allá de los márgenes de la imaginación”, comenta.

Acorde al profesional, una de las equivocaciones más frecuentes pasa por considerar a los permitidos como infidelidades. “La diferencia central es que estos son consensuados y cada parte acepta ese 'pase libre' para tener sexo bajo condiciones precisas y pautadas de antemano. Los miembros de la pareja conocen la situación y la aceptan; por lo tanto no se transgreden los límites”, destaca.

Aunque para algunos resulte tentador, este tipo de arreglos suelen ser poco frecuentes y -de concretarse- la vivencia queda guardada bajo llave en el ámbito privado. “La única inferencia que podríamos hacer es que los permitidos se dan más habitualmente entre parejas estables de mediana edad y/o que son estables y hace muchos años se mantienen juntas”, indica Agüero.

En los vínculos entre jóvenes heterosexuales, la iniciativa aparece de la mano de una sensación de distanciamiento afectivo o problemas internos en la relación. Por ejemplo, por insatisfacciones sexuales, falta de contención emocional o una inconformidad con los modelos tradicionales de parejas. “En el fondo, estos planteos demuestran cómo el esquema tradicional de la monogamia se tornó menos eficiente en las sociedades actuales; al menos en Occidente. Su imposición cultural y la rigidez con que era entendida hace siglos atrás no funciona de la misma manera ahora gracias a la llegada de otras estructuras familiares, libertades y derechos”, acota el sex coach.

Riesgos

El éxito o fracaso de plantear un permitido depende enormemente del esquema de nuestra pareja y los niveles de sinceridad, confianza y asertividad que manejemos.

“Como regla general, la práctica no debe poner en riesgo la dinámica de ese vínculo. Hay quienes desde un lado racional aceptan la propuesta y luego lidian con un fuerte malestar emocional. Es importante analizar en profundidad la decisión, sin dejarnos llevar por el momento o la creencia de que somos lo suficientemente abiertos de mente”, resalta la psicóloga Mercedes Martel.

Cuando los hechos se fuerzan, siempre la historia acaba mal. Además, aceptar un permitido e incluso disfrutarlo no nos libra de las repercusiones posteriores. Esas que llegan cuando la pasión queda convertida en carbón y hay que seguir con “el día a día”.

“Otro tema importante es ver quien propuso el permitido y si el pedido fue unidireccional. Una de las razones por las cuales esta idea acaba mal se debe a la falta de tacto y el factor sorpresa con que se plantea. En el mejor de los casos, la recomendación sería tratar el tema de a poco y dialogar sin imponernos”, prosigue.

De lo contrario, se somete a la pareja a una instancia de estrés y llena de exigencias premeditadas. Luego, eso desencadena en una sensación de culpa, enojo, irritación, ansiedad o una merma del autoestima que lapida el vínculo.

“Mientras se conversa sobre el permitido la imagen que tenemos de cómo será el encuentro y la adrenalina hacen que tampoco contemplemos la opción de que nuestra pareja diga un no rotundo y se enoje (con o sin justa causa) ante ese 'delirio'. Hay que estar preparados y respetar las negativas”, advierte Martel.

A partir de ese punto de inflexión, aparece un escenario sobre el cual la profesional levanta la alarma. Existen quienes insisten y manipulan a su par para intentar que cambien de opinión. De acentuarse esta clase de conductas lo más probable es que esa persona lo haga igual y acabemos en una infidelidad.

“El permitido sería entonces apenas una excusa para las verdaderas intenciones. Por otro lado, si nos la pasamos a cada rato imaginando alternativas para salir con terceros o escapar de la dinámica de pareja que construimos, lo mejor es replantearnos desde la base que buscamos en una relación, cuáles son nuestras expectativas y cómo nos sentiríamos plenos”, sugiere.

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