Luis Sampieri volvió a andar los desiertos riojanos de “Cabecita rubia”

Luis Sampieri volvió a andar los desiertos riojanos de “Cabecita rubia”

El director tucumano reestrenó su película rodada en 1999, que podrá verse en Cine.ar TV. Las experiencias con el guión y con el elenco.

EL REENCUENTRO. Luis Sampieri y Eusebio Poncela, juntos en La Rioja para el reestreno de “Cabecita rubia”. EL REENCUENTRO. Luis Sampieri y Eusebio Poncela, juntos en La Rioja para el reestreno de “Cabecita rubia”.

Hace más de dos décadas, el tucumano Luis Sampieri debutó en la pantalla grande con “Cabecita rubia”, una película que desde su mismo título denotaba un planteo provocador. El español Eusebio Poncela componía a un mago en desgracia, que iba en caravana con enanos y una transgénero cuya máxima aspiración era llegar a Chile para operarse haciendo su espectáculo en cada lugar donde podía para sobrevivir.

El realizador recuperó su producción gracias a la Dirección de Cine de La Rioja, a través de su programa de recuperación del patrimonio audiovisual de la provincia. Así pudo masterizarla a 4k, en una versión que se proyectará hoy a las 22 por Cine.ar TV, con repetición a las 3 del sábado, y en simultáneo para Europa a través de la plataforma Filmin de España. Luego quedará alojada en la plataforma nacional para sus visualizaciones.

“Los personajes (las personas) que componían y componen este variopinto y excéntrico grupo plasmado en el filme representan una forma nómade de vida a finales de un siglo. Una forma ligada a los artistas de variedades y que tal vez se diluyó con el paso del tiempo, pero esa gente sigue viva en la pantalla y lo seguirá. Es el poder del cine”, sentencia el diálogo con LA GACETA.

- ¿Qué implica volver con esta película?

- El tiempo pasa y te zarandea. Con el reestreno tuve muchas sensaciones encontradas: por un lado, volver a ver un material fílmico que no veía hacia más de 20 años y por otro poder reeditar la película. A medida que trabajaba en la edición y la nueva mezcla de sonido percibía que seguía intacta y moderna. Volver con ella después de tantos años es una gran alegría para todo el equipo que trabajo.

- ¿Cómo recordás el proceso?

- En el momento que se filmó, en 1999, en medio del desierto de La Rioja, éramos una troupe de locos en medio de la nada. El proceso fue intenso y en muchos momentos caóticos, por las condiciones extremas del rodaje. Teníamos a una estrella internacional, un circo contratado con los enanos y su staff, camiones de utilería y equipos. Era un esquema de producción impensado para los tiempos que corren, ya que sería muy costoso hacerlo hoy en día con los presupuestos actuales. En esa época lo hicimos sin tener en cuenta la vorágine en la que estábamos incrustados, pero al final se terminó y, con el tiempo, pude hacerle el montaje de imagen y sonido que quería.

- ¿Cómo fue filmar esta road movie?

- Fue una experiencia fascinante en todo sentido. Era mi primera película y no sabía a ciencia cierta si iba a filmar otra. Todo era abrumador, desde los escenarios dantescos y circenses en medio de la nada que montaron el director de arte Raúl Escalante y la escenógrafa Mariela Ripodas, hasta el grupo de freakies que componían Poncela, el transformista Micky Ruffa, la conocida actriz de telenovelas Graciela Pal, el enano Toscanito y las mellizas Serantes. Estaba todo preparado para el rock and roll y así fue. Nada ni nadie salió indemne de la cita.

- ¿El desierto riojano opera como condicionante?

- El desierto es el antagonista de todos los intérpretes del filme, y había que atravesarlo con todas las consecuencias. Cada uno tenía una meta individual, y al formar un grupo se podrían transformar en colectiva. Muchas veces las secuelas tardan años en manifestarse, es lo que les sucede a nuestros protagonistas y más viendo la película después de tanto tiempo.

- ¿Fue una película pionera en el sentido de plantear ciertos temas de género?

- El personaje de Jennifer, que viaja hacia Chile para una operación de cambio de sexo, representa una situación personal que se hacía clandestinamente en aquella época. Los tiempos han cambiado, y verla retratada ahora después de 22 años siento que no ha perdido vigencia. Al contrario, la noto más actual que en aquellos años. Los guiones están hechos para modificarlos en rodaje y montaje. Hay que adaptarlos a las personas y no a los personajes. En el caso de “Cabecita rubia”, si la filmase de vuelta seguramente sería otra película, ni mejor ni peor, distinta... dejemos el enigma.

- Hay momentos de violencia...

- Tiene aristas violentas, pero no son premeditadas, salen del devenir de las personas a las que les toca transitar ese desierto espacial y emocional. Uno a veces asocia la vida circense como algo bucólico y muchas veces no es así. Tienen que convivir en lugares inhóspitos, duros. Antes de filmar me tocó viajar recorriendo circos de provincia con mi gran amigo Luis Abraham, mas conocido como el mago Tutankamón y el querido Telmo Silva, su presentador, ambos protagonistas de “La máquina del humo” (otro filme de Sampieri” y que aparecen fugazmente en” Cabecita...”. Visitábamos circos de morondanga, en uno llegaron a comerse el león porque no tenían para comer. Aquella imagen violenta nunca me la pude quitar de la cabeza, y de alguna manera incorporé elementos perturbadores que posiblemente venían de aquella experiencia.

- ¿Habrá algún tiempo en que se pueda filmar sin crisis en el país?

- ¡Filmar es estar en crisis siempre! No conozco a ningún productor o director que esté satisfecho, siempre quieren más dinero del que se obtiene y conseguir la financiación lleva muchos años en algunas ocasiones. Hay que esquivar la queja, no conduce a nada creativo.

- ¿Cómo fue reencontrarse con Poncela?

- Fue muy potente. Si bien cuando vivía en España nos veíamos de vez en cuando, el hecho de estar juntos en el reestreno en La Rioja fue muy estimulante para ambos. Constatamos que nuestra conexión laboral está intacta y si todo sigue encaminado volveremos a trabajar juntos.

- ¿Qué hay del primer Sampieri al de ahora?

- Como decía anteriormente, el tiempo pasa a una velocidad insospechada. Si nos detenemos a pensarlo se desvanecen muchas cosas. Primero, la imagen que uno pudo albergar del niño que fuimos y que nunca volveremos a encontrar físicamente, pero sí podemos volver a rescatar ese ímpetu que nos llevaba a embarcarnos en nuevas y fascinantes aventuras. Cuando filmé la película tenia 28 años y 30 cuando la estrené. Han pasado muchísimas cosas en el medio. Buenas y malas, pero intento mantener a flote ese espíritu aventurero que me lleva a embarcarme en cada nuevo proyecto.

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