Entre el estrés hídrico y el ahogo
Entre el estrés hídrico y el ahogo

En silencio, los vecinos de El Corte esperan que se construya un pozo en El Bosquecito, que se potencie la toma del río Muerto –les prometieron bombeo continuo- y que se mejore la cisterna de San Agustín. Mientras tanto, reciben provisión de agua de camiones de la Municipalidad de “La ciudad jardín”. El gerente de la Sociedad Aguas del Tucumán, Augusto Guraiib, espera que las lluvias alivien la crisis hídrica para que las obras –que se demorarán un mes por lo menos- aporten una salida.

Lo mismo pasa en la zona noroeste de Concepción. Mientras se espera la construcción de un pozo esta semana –por $ 30 millones- y la promesa de gestionar dinero para otros dos pozos, la Municipalidad de “La perla del sur” provee agua con camiones cisterna a los vecinos, aunque hace dos días estos se quejaron de que está sucia y que no es potable. Para beber tienen que hacerla hervir o comprar agua. El intendente también espera las lluvias, porque las de la semana pasada no recargaron los acuíferos. La seca se hace sentir fuerte.

Cuando vengan las lluvias, la situación será distinta: la abundancia traerá los dramas de los desbordes, el desperdicio de líquido, la insuficiencia de los canales, las emergencias por la desatención del desarrollo caótico de la urbanización y de la actividad agrícola. De eso dieron cuenta este año varios pueblos del interior afectados por los desmontes para cultivos, las canalizaciones precarias y sin regulación: Domingo Millán, Finca Cornet (Arcadia), Alto El Puesto y Santa Ana, entre unas 20 poblaciones en riesgo, sin olvidar la emergencia de La Madrid de 2017, que desnudó las carencias provinciales en materia hídrica. Que se sepa, aunque quedó claro que hacía falta un estudio completo de la situación provincial para ver cómo enfrentar el futuro, sólo se encaró un estudio de la cuenca de los ríos Marapa/San Francisco, que son los que inundaron La Madrid.

El mito de la sobra de líquido

¿Qué vendrá en el futuro? Por ahora sólo hay estimaciones generales. El ingeniero Franklin Adler, que sostiene que ya es historia el mito de que “en Tucumán el agua sobra”, en su artículo “Prepararnos para un futuro cada vez más cercano” resume algunos datos.

1) En el “indicador de tensión hídrica” de Falkenmark, que marca como ideal una disponibilidad de 1.700 m3/año.hab, Tucumán está en aproximadamente 800 m3, es decir fuerte nivel de “estrés hídrico”.

2) Hay dos diques de embalse mayores (El Cadillal y Escaba), tres represas menores (Los Pizarro, Huasapampa y Montegrande) y 20 diques derivadores que captan agua de ríos, sin embalsarlas, las cuales se pierden en gran volumen. “Lamentablemente Tucumán no cuenta con una cantidad suficiente de esos sitios para regular sus ríos”. Hay diques pensados o propuestos: Potrero de las Tablas sobre el río Lules, Potrero del Clavillo y El Naranjal sobre el Medina y algunos pequeños en la zona norte de la provincia.

3) De todos los canales de las redes públicas de conducción para riego e industrias, tan sólo un 15% es revestido (impermeabilizado) y por tanto se pierde por infiltración en los suelos un porcentaje muy alto del agua extraída (llegan en algunos casos al 40-50% de pérdida).

Derroches sin medición

4) El mal uso del agua: excesivos consumos domiciliarios –sólo el 11% de los usuarios tiene medidores de agua-, ineficiencia en métodos de riego e ineficiencia en el uso de agua industrial, con escasa recuperación y tratamiento. La falta de valorización del agua por parte de todos los usuarios es una “actitud promovida por el régimen tarifario de los servicios, no asociado a las cantidades efectivamente consumidas cuantificadas por micromedidores domiciliarios, lo que lleva a derroches sustanciales de agua y falta de incentivos para moderar o racionalizar los consumos”.

5) Contaminación de las aguas de los ríos, producto de los vertidos de las industrias (en especial de los ingenios azucareros y sus destilerías de etanol y las descargas de líquidos cloacales sin depuración de los centros urbanos). Toda la descarga contaminante tucumana confluye hacia el embalse de Río Hondo, por lo cual hay una querella contra nuestra provincia. 6) El recurso de aguas subterráneas es considerado importante –así lo destacó hace poco el geólogo Alfredo Tineo-, “aunque no está suficientemente estudiado como para evaluarlo confiablemente”, dice Adler. Los usos masivos de aguas subterráneas se hacen extrayendo de napas profundas (en general mayores de 50 m). Hay unos 4.000 pozos entre públicos y privados (cifra aproximada puesto que no todos están debidamente registrados, dice Adler).

En la zona norte de la capital, de Yerba Buena a Tafí Viejo, se está llegando al límite de excavación de pozos, y la escasez de agua se hace sentir a diario. “En Tafí Viejo hace 20 años que no hay agua”, ha dicho la urbanista Claudia Gómez López, directora del Centro de Estudios del Territorio y Hábitat Popular de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo. Junto con el proyecto del nuevo acueducto de Vipos –que resolvería en dos años los problemas de esta zona, según se promete- se construirán varios pozos más. Pero área metropolitana que va desde Tafí Viejo a San Pablo, intensamente urbanizada en los últimos años, está saturada y la presión será muy fuerte hasta 2025.

El costo energético

7) Plantear un futuro desarrollo con agua abastecida desde fuentes subterráneas tiene un costo que hasta ahora no fue considerado determinante. La extracción requiere energía eléctrica para el bombeo de extracción. Hace exactamente un año hubo un serio conflicto entre la SAT y EDET a raíz de la denuncia de la SAT por falta de energía para 413 pozos que administraba entonces. Al dirigir la política energética hacia un sinceramiento tarifario, los costos de explotación subirán sustancialmente, advierte Adler.

8) El futuro del embalse El Cadillal no es auspicioso. Fue construido en la década de los 60 y año a año va perdiendo volumen útil por colmatación. Se estima que ya perdió alrededor del 46% de su volumen inicial. Hoy hay algo que no se explica bien y es que hay una “filtración” en uno de los muros que el gobernador interino, Osvaldo Jaldo, calificó como “problema técnico”.

9) La provincia se ilusiona con la construcción de Potrero del Clavillo –propuesta como inversión de China- y no hay debates sobre Potrero de las Tablas ni sobre la construcción del acueducto del río Anfama (hasta la Ciudad Universitaria en la Sierra de San Javier). Adler dice que convendría trabajar antes en la racionalización del consumo y en encarar programas de detección y supresión de fugas de agua en las redes públicas de conducción y distribución domiciliaria. Para ello, sostiene, haría falta una autoridad única con poder de decisión, y no una multitud de oficinas dependiendo de distintas áreas.

Muchos anuncios, pocas certezas

Tras estos datos, están algunos hechos: el acueducto Vipos, cuya construcción comenzaría en enero-, los anuncios para Yerba Buena y Concepción, las obras para morigerar la fuerza del agua en verano, como las lagunas de laminación que aportará la UNT en el parque Prebisch para atenuar la correntada que va al canal Sur y la multitud de proyectos para los que se busca financiación, expuestos por funcionarios provinciales, y que han estado bajo cuestionamiento político en la pelea de estos días entre el gobierno provincial de Jaldo y el municipal de Germán Alfaro.

El año electoral permitirá ver qué obras se concretan y cuáles no. Hace tres días, al anunciar que se invertían $250 millones con ocho máquinas para el plan prelluvia, Jaldo dijo que “vamos por un Estado más sólido y eficiente en Tucumán”. Por ahora no puede saberse cómo se medirá esa eficiencia ni sobre qué estudios globales se hacen estos proyectos. En 2019, el entonces interventor de la SAT, Fernando Baratelli, decía que en cinco años se planteaba “tener un servicio saneado de la SAT”. Se refería al problema del agua y al de las cloacas, que no ha sido analizado en este comentario. Han pasado tres años de la promesa. Las palabras parecen claras, los hechos, aunque parecen vislumbrarse, son por ahora inciertos.

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