Dos tucumanos que le ponen sabor al Mundial

Dos tucumanos que le ponen sabor al Mundial

Santiago Saa e Isaías Méndez trabajan como cocineros de alto estándar en tres de los estadios: 974, Al Bayt y Ahmad Bin Ali

EN LA PLAYA. Santiago Saa e Isaías Mendez disfrutan de una merecida pausa sobre la arena de West Bay, un tranquilo y seguro espacio para relajarse en Doha. EN LA PLAYA. Santiago Saa e Isaías Mendez disfrutan de una merecida pausa sobre la arena de West Bay, un tranquilo y seguro espacio para relajarse en Doha.

Por invitación de Santiago e Isaías corto con la dulzura de moverme por las entrañas subterráneas de Qatar, me subo a un Uber, recorro la ciudad y llego hasta donde el GPS me marca la localización del encuentro: el acceso a este oasis llamado West Bay, uno de los tres paradores más coquetos de Doha, la gran Doha que concentra el 80% del territorio del emirato.

Justo se dio que era el día de descanso de los dos. Literal, Santiago Saa e Isaías Méndez forman parte de la cocina del Mundial. Son cocineros y vieron en esta edición de la Copa del Mundo la gran oportunidad para sumar millas en sus respectivos pasaportes, pero sobre todo una estrella en sus pruebas de fe laboral: “cocinar para 15.000 personas no es poca cosa. Y cocinar para la FIFA, mucho menos. Gracias a esta oportunidad se nos pueden abrir varias puertas”, en una coordinación impecable cual integrantes con cédula de vitalicio del coro provincial, estos chicos de 27 y 24 años me abren la puerta de la cocina de 3 estadios del Mundial 2022, pero sobre todo la puerta de sus bitácoras lejos de casa.

Y ya no me sorprende cuando me marcan la primera gran diferencia con la Argentina: “en todos los países donde estuvimos conseguimos trabajo rápido. Si tenés ganas de trabajar lo hacés”. Qué decirles. Y después me fulminaron con lo que ya escuché de otros amigos desperdigados por el mundo: “y sumale que con un solo trabajo te alcanza para bien vivir y ahorrar. La estabilidad económica va de la mano de tu esfuerzo”, ¿por qué seremos tan distintos nosotros?

Egresados del Colegio Fasta Boisdron, Santiago e Isaías se hicieron buenos amigos en el movimiento de Schoenstatt. Dejaron de verse después de que cada uno tomara un destino diferente: Santi se fue a Europa e Isa a Estados Unidos. Sin embargo un chef volvió a reunirlos en Ibiza, donde fueron a hacer la temporada de verano 2022.

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Ninguno de los dos se especializó en artes culinarias en primera instancia post colegio. Saa arrancó con Administración de Empresas y se recibió (“un título siempre es importante”), al mismo tiempo que tomó clases de cocina a las brasas con Laureano Torres Posse.

“Bull Cook” lleva el nombre de la empresa de catering de Santi. Es su fuente de inspiración en Tucumán y el sueño que lo empuja a regresar a la provincia, además de Felicitas, su novia. “Con la gastronomía busco mejorar un estilo de vida. Cada plato que cocino quiero perfeccionarlo”.

De formación “a las brasas”, el cambió cuando pasó de Barcelona a Ibiza fue un tanto complicado. “Mayo de este año fue como un quiebre para mí. No me encontraba en la cocina donde estaba. No estaba acostumbrado al ritmo, en servir a 600 personas en un lapso de cuatro horas, todas pidiendo platos diferentes. Tuve una discusión muy fuerte con mi chef, con el que hoy somos grandes amigos, y eso me ayudó a cambiar. Terminé siendo su rueda de auxilio y gracias a él estoy en Qatar. Fue quien me recomendó”.

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Lo de Isaías fue un tanto más errante. Avisó en casa de que se iba por tres meses a los Estados Unidos. Fue mozo, asistente en un hotel, cocinero y mucho más. La aventura tuvo nuevos destinos. “Le avisé a mi vieja después que me iba un mes a México y volvía, pero la volví a llamar para contarle que me iba a Key West, al sur de Florida, y que después seguía a Ibiza. En diciembre se cumple un año desde que me fui. Ya le avisé que vuelvo para las Fiestas, pero seguro me vuelvo a ir”, pobre mami, con el corazón en la boca.

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West Bay nos regala a los argentinos un espaldarazo de seguridad: podés dejar el bolso en cualquier lado y ni una mosca se posará. Y si por alguna casualidad alguien se animara, la tropa de custodios de seguridad con ojo de lince, tomaría cartas en el asunto.

Los Estadios 974, Al Bayt y Ahmad Bin Ali suelen ser sus bases de operaciones. “Rotamos, pero siempre entre esos tres”, explica Santi.

La FIFA suele ser muy celosa y cautelosa con los servicios que brinda a los simpatizantes que van a los estadios y también para quienes suelen desembolsar miles de dólares en los conocidos hospitality o Vips.

“Está prohibido cocinar en la cancha, por lo que nosotros recibimos el mise en place y lo calentamos. Un día antes debe estar la comida en cada estadio y ser puesta a prueba por los estándares de la FIFA”, explica Isaías.

Según pudo averiguar LA GACETA, la materia prima de alimentos utilizada en las cocinas de los mundiales proviene en su mayoría de Francia. El proceso continúa en Qatar, llámese controles de calidad y presentación del menú.

A no desorientarse con la idea de que los chicos están de vacaciones acá y que el trabajo se hace de taquito. “Literal, la cocina es un fuego, no tenés tiempo para nada. Son jornadas muy largas en donde no podés ni pestañear. En total, somos 14 cocineros y 2 chefs solo para estos tres estadios (no se juega todos los días en los 3 al mismo tiempo)”, revela detalles Isaías.

La noche ya le ganó al día en West Bay. Es hora de regresar a casa, se viene un día movido en Al Bayt con el duelo entre Inglaterra y Estados Unidos, no solo en la cancha sino también en la cocina donde Isaías y Santiago son bomberos apagando el incendio llamado antojos de los fanáticos que piden cenar en platos de porcelana y cubiertos de plata.

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