Hay limitaciones

Y, ahora, todos pendientes del tendón de Aquiles de Leo Messi. Inflamado. El crack, que lleva 12 goles y 13 asistencias, estará ausente entonces en el partido que PSG juega hoy ante Lorient por la Ligue1 de Francia y volverá supuestamente a los entrenamientos la semana próxima. El DT Christophe Galtier le aclaró a Canal+ que “ningún jugador” le pidió “no jugar antes del Mundial” porque, si bien son cracks que, por la cercanía de la Copa, estarán atentos a su condición física “la mentalidad de estos grandes campeones” es la de jugar siempre. Lo dijo Galthier. Pero nosotros, la verdad, queremos que Messi, por las dudas, no juegue hasta el 22 próximo, cuando toque el debut en Qatar contra Arabia Saudita.

El tendón de Aquiles ya dejó afuera del Mundial al defensor japonés Yuta Nakayama, parte de una lista que incluye, entre otros, al alemán Timo Werner, al inglés James Reece, a los franceses Paul Pogba y N’Golo Kante, al portugués Diogo Jota y a la que mañana mismo, según todos los informes previos, podría sumarse lamentablemente “Gio” Lo Celso, por el desprendimiento de su lesión muscular. Un jugador, sabemos, clave de nuestra selección, 35 partidos en la era Scaloni, mayor asistidor en las eliminatorias, y que además tiene sacrificio para recuperar, “futbolísticamente sin reemplazante”, según admitió el propio DT.

Messi no estaba hasta ayer en la lista de 12 de los 26 jugadores que irían a Qatar que sufren problemas físicos. Si Lo Celso sería baja de peso, ni qué decir pues la inquietud que significa saber que Messi está con problemas a tan poco del debut. Saber que también otra pieza clave del equipo, Cristian “Cuti” Romero llegará con poco rodaje por su molestia en el gemelo derecho, lo mismo que Leandro Paredes y Angel Di María, que casi no jugaron en Juventus, su nuevo club, ambos con problemas musculares. Cito solo a los más necesarios en el esquema de Scaloni.

La seguidilla de lesiones incorpora una tensión no prevista, que contrasta con el clima de euforia, inevitablemente exagerado, alimentado por documentales de TV y que confirman al Messi más maduro, más líder, que crece con una arenga simple pero que todos recargan con tintes épicos solo porque está cerca el Mundial, como su confesión de que la ovación que recibió en la Bombonera tras la victoria de eliminatorias contra Venezuela fue lo mejor que le pasó en toda su carrera, a él, que celebró copas de todos los colores con Barcelona.

Lo que descubren las lesiones es la confirmación de otro punto que pocos quieren ver: que a la selección no le sobra nada. Argentina ofrece confianza por su solidez y compromiso colectivo, pero está lejísimos de tirar manteca al techo. La baja casi confirmada de Lo Celso, la falta de un reemplazante en su estilo, desnuda esa limitación. ¿O es necesario comparar con otras selecciones que sí tienen claramente más cantidad que la nuestra? No es necesario irse a Europa. Brasil mismo tiene un plantel que asusta. Por calidad y cantidad.

Ahora mismo, la esperanza es que se recuperen los lesionados y también los jugadores que bajaron su nivel, como el caso de Rodrigo De Paul, otro clave para Scaloni y que jugó un pobre último semestre, a tal punto que su nombre genera resistencia fuerte entre los hinchas de Atlético de Madrid. Creemos que bastará que todos estos jugadores se junten al plantel, se vean las caras, escuchen al líder, se vistan la camiseta y salgan a la cancha. Que eso solo alcanzará para la transformación. Para recuperar las mismas sensaciones de las últimas veces que jugaron juntos. Puede que no sea tan sencillo.

Es cierto que, como pocas veces antes, ayudada por un cuerpo técnico de perfil siempre bajo, la selección nos da una muy poderosa imagen de unidad. De compromiso también para acompañar a Messi en la conquista del último trofeo que le queda. Pero la euforia local impide advertir que compromisos similares (sin el caso de Messi, por supuesto) acompañan al resto de las selecciones con chances de ganar en Qatar. Que todos tienen una camiseta nacional que seguramente implica otro compromiso con su fútbol, su pueblo y su gente cercana. El Mundial, así debe ser, genera una formidable ilusión colectiva. Pero habrá rivales igual o más poderosos. No somos la única selección que irá a Qatar soñando volver con la Copa.

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