EMPRENDIMIENTO. Noelia y Natalia concurren a ferias y venden por las redes ropa de niños de segunda mano.
Para el día del Niño, Martina se emocionó con un vestido celeste que le regaló su abuela Angela Marconi. A Lola, la hermanita de un año, le obsequió un enterito rosa. Ambas se pusieron la ropa el mismo día, como si fuera nueva. Pero, en realidad, no fue su primer estreno. Las prendas, de marca y en excelente estado, las consiguieron en una feria de Yerba Buena donde había un puesto de ropa de segunda mano.
La búsqueda ropa usada para chicos viene sumando adeptos como estrategia frente a la inflación. La indumentaria es uno de los rubros en los que más aumentaron los precios (hubo incrementos de hasta el 100% respecto del año pasado). Con prendas básicas que pueden llegar a costar entre $5.000 y $10.000, la moda circular significa un gran ahorro para las familias en las que hay niños. A diferencia de los adultos, en los pequeños el recambio es veloz y el consumo de ropa se ajusta sí o sí al crecimiento.
A través de locales propios, showroom o redes sociales, cada vez son más los emprendedores que deciden formar parte de esta movida y a diario se suman clientes que buscan alternativas a la hora de vestir a sus hijos. Quienes dejan sus prendas “en consignación”, como Viviana Carabajal, cuentan que hay ropa que sus niños han usado una sola vez. “Me pasó en la pandemia con las prendas de salir y muchos calzados; quedó todo nuevo”, recuerda.
PARA TODOS LOS GUSTOS Y TALLES. Las prendas usadas tienen que estar en muy buen estado para que se puedan vender.
Quien tenga un bebé bien sabe lo que se gasta al mes comprando ropa. Y, como los niños crecen rápido, las prendas caen en desuso al poco tiempo. Eso lo conoce perfectamente Noelia Marino. Junto a su cuñada Natalia Castelbianchi están al frente de uno de los emprendimientos con más seguidores: Dulce Infancia (@dulce.infancia.tuc). La idea de abrir este espacio surgió en plena pandemia con el objetivo de darle una segunda oportunidad a la ropa. Noelia, que es odontóloga, tenía una bebé de tres meses en ese momento y el consejo del pediatra fue que evitara el consultorio. “Estaba en casa y decidimos arrancar con esta iniciativa. Y la verdad que nos sorprendió la cantidad de personas que se sumó”, confiesa.
El éxito de la ropa de segunda mano en los niños tiene varias explicaciones, según Marino. Para empezar, el consumo de ropa en los primeros años de vida es mayor que en el resto de las edades. Cuando son bebés, especialmente. A veces no llegan a usar ni dos veces una prenda. Y hay algunas cosas que incluso quedan con la etiqueta.
Las prendas que llegan en mejor estado son las de los más pequeños. De los dos a los seis años, cuando los chicos están en plena etapa de exploración, no suelen haber tanta ropa disponible de segunda mano. A partir de los seis o siete años, ya vuelven a aparecer más cosas muy bien cuidadas.
Cuestiones claves en estos emprendimientos de moda circular infantil -que son una evolución de las ferias americanas- tienen que ver con la marca y con el excelente estado de las prendas, según detallan todos los consultados.
“Somos obsesivas de controlar que no tengan ni una mancha ni una pequeña rotura, y también buscamos que sean cosas de marcas reconocidas. Sin dudas, la clave del éxito de esto es la selección que hacemos de las prendas y los precios que ponemos. Nuestros clientes están conformes porque se llevan ropa de muy buena calidad y en excelente estado, por un valor muy por debajo de lo que pagarían en un comercio”, explica.
¿Qué hay que tener en cuenta para comprar? Las vendedoras aconsejan elegir ropa con la cual los chicos puedan sentirse cómodos, prendas que puedan servir para salir o para estar en la casa. Otra recomendación para un consumidor consciente es: adquirir artículos usados y conservarlos el mayor tiempo posible para extender su vida útil.
¿Tuvo algo que ver la pandemia en todo esto? “Si. Por un lado porque modificó la economía de muchas familias. También creo que nos hizo repensar que no necesitamos tantas coas materiales. Nos ha pasado de clientas que jamás hubieran comprado cosas de segunda mano y hoy no han vuelto a un negocio a adquirir prendas nuevas”, explica. Y añade: “entendimos que había un negocio con un montón de ventajas que no solo tenían que ver con el ropero de nuestros hijos o con gastar menos plata, sino que también encontramos un propósito, que tiene que ver con el cuidado del medio ambiente”. Se refiere que ocasiona al planeta la industria textil, que se ha convertido en una de las más contaminantes. “También comprando ropa de segunda mano les estamos dando un mensaje a nuestros hijos, relacionado al consumo consciente y racional”, concluye.
Eugenia Svoboda, fanática de las segundas oportunidades, dice que se inclina por esta moda por una cuestión de sustentabilidad y ecología. “El medio ambiente sufre mucho la contaminación de la industria de la indumentaria. Además, niños utilizan ropa muy poco tiempo por su constante crecimiento. Siempre que voy a elegir la prenda me fijo que esté impecable, y que el precio sea acorde. Trato de elegir algo que mi hijo pueda usar más tiempo y que le guste. Que sea cómodo y que puedan disfrutar de jugar sin pensar: está ensuciando algo que costó fortuna”, sostiene.
Agustina Martínez, de Petit tienda vintage (@petit.tiendavintage), cuenta que su emprendimiento nació en 2019, cuando ella estaba haciendo su tesis sobre moda, comunicación y las nuevas formas de consumir. “Pero tomó fuerza en 2020 con la pandemia y el hecho de que muchas mamás se encontraban con sus hijos creciendo en casa, los locales cerrados, y los tiempos de envíos para compras online muy demorados”, detalla. Las prendas más pedidas son los abrigos en el invierno (“porque son los más caros si se compran nuevos”) y los vestidos y trajes de baño en el verano. Jeans y zapatillas es algo que le piden todo el año también.
También aquí lo que llega en mejor estado es la ropa de bebés. “Muchas nos llegan con etiqueta puesta”, detalla. Agustina piensa que el boom de las tiendas de segunda mano tiene que ver con un cambio de paradigma que de a poco se va instalando: “pienso que cada vez somos más conscientes de lo que consumimos y los efectos de nuestras elecciones de consumo. Ya no es como en otros tiempos, hay mucha información dando vuelta. Y por otro, la situación económica de nuestro país, la constante inflación y los precios irrisorios que llegan a tener las marcas obligan a buscar alternativas más económicas sin resignar la calidad y el diseño que tanto gustan”.
Las tiendas de segunda mano están creciendo en todo el mundo. En países como Dinamarca, por ejemplo, hay comercios que alquilan ropa para bebés en forma de suscripción: las prendas, de diseño y alta calidad para que sean durables, llegan a las familias, que las devuelven cuando los niños crecen, y reciben otro kit de una talla más grande. Después de la crisis sanitaria que vivimos por la pandemia, cada vez más personas se suman a esta tendencia de comprar y vender prendas usadas, sostiene Gabriel Farías Iribarren, un consultor argentino que se especializa en nuevos desarrollos de textiles. Para el autor de Moda circular, el futuro de la moda, esto ya no es un concepto, es una realidad. “No es una aspiración, es una necesidad”, sintetiza.




