Se conmemora hoy el Día Internacional de la Lengua de Señas, fecha que tiene por objetivo preservar esta lengua y la cultura sorda como prerrequisitos para la realización de los derechos humanos de las personas que no oyen. Actualmente se ha convertido en un movimiento global que promueve y crea conciencia sobre las cuestiones que las personas sordas enfrentan en su vida cotidiana.
En ese contexto, hoy a las 14 la comunidad sorda de Tucumán hará una marcha en la plaza Urquiza para reclamar la sanción de una ley federal de Lengua de Señas. Movilizaciones similares se realizarán en todo el país.
El proyecto de ley, impulsado por la Confederación Argentina de Sordos, busca que la lengua de señas sea reconocida e identificada como lengua natural, originaria y parte del patrimonio lingüístico y cultural.
El 95% de las personas sordas de nacimiento, forman parte de un hogar donde el resto de los miembros son oyentes, lo que muchas veces por desconocimiento los priva de un desarrollo y dominio temprano de la lengua de señas como idioma natural.
La adquisición temprana de la lengua de señas permite un desarrollo lingüístico-cognitivo acorde con la edad y garantiza el pleno ejercicio de los derechos humanos, civiles, culturales y políticos de todas las personas.
Según la Federación Mundial de Sordos, a nivel global existen 70 millones de personas sordas usuarias de lengua de señas como primera lengua. En 62 países la lengua de señas local tiene reconocimiento oficial, y en Sudamérica los dos únicos países que no tienen esta ley son Guyana y Argentina.
Las lenguas de señas son idiomas naturales a todos los efectos, estructuralmente distintos de las lenguas habladas. Existe también una lengua de señas internacional que utilizan las personas sordas en reuniones internacionales y, de manera informal, cuando viajan y socializan. Esta lengua internacional se considera una lengua pidgin, es decir, una lengua mixta creada a partir de una lengua determinada más otros elementos de otra u otras lenguas.
El acceso a la lengua de señas en ámbitos como la educación y los servicios públicos es fundamental para los derechos humanos de las personas sordas, además de ser clave para romper las barreras de la comunicación y adentrarse en la sociedad como cualquier otra persona.