Cartas de lectores

La reina isabel II

La muerte de esta mujer, monarca poderosa si las hubo, y todos los protocolos referidos a su sepelio me hicieron pasar de la risa a la bronca y de los análisis racionales a la sensación de absurdo. Por justicia a los caídos en Malvinas y a los ex combatientes se hubiera tenido que encuadrar la información y recordar las atrocidades de aquella guerra desproporcionada e injusta. La onerosa forma de vivir y de morir, la vergonzosa riqueza, siguen a un sepelio con perlas preciosas, seda negra exquisita, rituales, códigos, reverencias que sólo se pueden prodigar al “buen Dios”. Afortunadamente las monarquías en el mundo van caducando. Monarquías sostenidas por el horror de la esclavitud y por el atropello colonialista e imperialista. Se encontraba Diógenes, el filósofo mendigo, escarbando la tierra cuando sintió la voz de Alejandro Magno, quien pasaba y lo increpó: “¿qué estás haciendo?” Diógenes respondió: “busco los huesos de tu padre, pero no los puedo hallar porque se confunden con los huesos de los esclavos”. La muerte nos iguala y como en aquel genial poema de Borges: “sólo del otro lado del ocaso verás los arquetipos y esplendores”. Seguro que esta reina no será uno de ellos. Que Dios salve a quienes deba salvar.

Graciela Jatib

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