Cristina y el relanzamiento del Gobierno sobre la base de la sexta verdad peronista

Cristina y el relanzamiento del Gobierno sobre la base de la sexta verdad peronista

Cristina y el relanzamiento del Gobierno sobre la base de la sexta verdad peronista REUTERS

Si algo positivo resultó para el oficialismo del ataque a la vicepresidenta, sin minimizar la gravedad que implica un intento de magnicidio, fue que los extremos del movimiento nacional justicialista confluyeron unidos a la plaza de Mayo, y en muchas plazas del país. Es un paso hacia adelante si se observa que la lucha interna en el Gobierno, entre los kirchneristas y los moderados, complicaba la acción gubernamental. No se puede asegurar que todos los compañeros vayan a caminar juntos y de la mano a partir de las movilizaciones de ayer -dejando de lado sus diferencias internas-, lo que sí se puede afirmar es que otro tiempo político y electoral comienza para el oficialismo. El intento de asesinato de Cristina Fernández hizo que toda la clase política se uniera en el repudio a la agresión, salvo excepciones que no pueden huir de sus propias convicciones asentadas en el resentimiento y odio. Pero más que nada determinó que los muchachos peronistas recordaran la validez de una de las 20 verdades del peronismo, la sexta, la que luego modificara Perón en 1973: para un justicialista no hay nada mejor que otro justicialista. La plaza de Mayo lo puso en evidencia, más allá de algunos reticentes del otro extremo del movimiento, los que están en el ala moderada o derechosa y que miran desde la otra vereda a los camporistas o kirchneristas. Ya hace un tiempo que Cristina venía revalorizando los valores del peronismo y del PJ, cuando se dice que tenía poca estima por el general; incluso llegó a pedir que se cante la marcha famosa desde los balcones del Senado. Así, el atentado alienta la unidad de las bases y de la militancia peronista bajo una consigna: defender al peronismo del ataque de los discursos de odio, o que tienen una carga notable de antiperonismo. Sólo falta que se hable de los gorilas. Lo real es que el ataque a la figura política más relevante del Frente de Todos vino a poner una bandera de lucha unificadora en el oficialismo, ya sea para respaldar a Cristina, ya sea para defender al peronismo de los agravios al movimiento popular, o bien para apuntalar a un Gobierno nacional debilitado. Defender la democracia va más allá de eso, es un valor superior y más abarcativo, más cercano al cambio que Perón le introdujo a la sexta verdad: para un argentino no hay nada mejor que otro argentino. Lo ratificó con su histórico abrazo a Ricardo Balbín, el líder de la UCR y otrora enemigo político. Sin embargo, por más que todas las fuerzas políticas repudien el atentado y proclamen que hay de defender la democracia no alentando más los discursos del odio -difícil en una sociedad tan agrietada como la argentina-, el oficialismo será quien resulte beneficiado en términos políticos, aunque en esta instancia sea antipático decirlo, porque una plaza llena para el peronismo implica retomar un espacio que le era propio y que había perdido, y para el Gobierno deriva en la posibilidad de relanzar su gestión desde otra posición. Lo saben de uno y otro lado de la grieta, y uno más que otro quedó entrampado en la imposibilidad de recurrir a los discursos de odio por lo menos en los próximos días. Hoy la víctima es Cristina, y detrás el peronismo, y no es respetuoso pegarle a las víctimas. Hay que estar a la par un tiempo, hasta que la realidad diga que tienen que volver a enfrentarse política y electoralmente.

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