VACÍO. A pesar de que las obras necesarias para la habilitación ya han terminado, Café 25 sigue cerrado. Le faltan algunos vidrios y su tradicional revestimiento de madera. LA GACETA / FOTOS DE ANALÍA JARAMILLO
Hay mucho movimiento en la esquina de Mendoza y 25 de mayo. Los transeúntes se movilizan en ambas direcciones, mientras los comensales del bar de la esquina se sientan a por un café; los niños corren, los autos pasan y los vendedores ambulantes intentan hacerse de unos pesos. En medio de todo ese movimiento, hay algo que permanece en un particular silencio: Café 25. Han pasado más de cinco meses desde su cierre y todavía el tradicional restaurante no ha vuelto a abrir sus puertas. Y no se sabe por qué.
A simple vista se nota que no hay planes de que vuelva a funcionar pronto. Pero no es que alguien lo haya confirmado; no hace falta más que mirar: faltan vidrios, las tradicionales maderas del revestimiento han sido quitadas y su fachada todavía está en condiciones de refacción. Café 25 continúa en silencio, aunque según informaron a LA GACETA en el consorcio del edificio y en la Dirección de Catastro, las obras ya han terminado.
Para comprender esta imagen, la del emblemático bar a puertas cerradas, hay que retroceder en el tiempo. Todo empezó el 14 de marzo: ese domingo los empleados del bar se dispusieron a abrir el local, pero se encontraron con que algo no estaba bien. Una parte de la mampostería de una de las columnas que sostiene la edificación se había desplomado. Un día después, se decidió el cierre del restaurante, aunque en la Dirección de Catastro informaron que no había riesgo de derrumbe ni una situación de emergencia.
Un largo recorrido
El cierre fue decidido por los propietarios del local de manera preventiva, pero hubo que esperar los resultados de los estudios técnicos para saber realmente qué había pasado. Según explicó en aquel momento Pablo Lazarte, director de Catastro municipal, la humedad había ido degradando las columnas. Con los informes pudieron corroborar que el único pilar afectado era el que presentaba deterioro a simple vista. El ingeniero Raúl Benito, a cargo de la obra, definió que lo mejor era hacer un refuerzo estructural para recomponer la columna. En ese momento se decidió también ampliar el soporte para que pueda aguantar nuevamente los pesos para los que inicialmente había sido creado.
DESDE AFUERA. Polvo y escombros; eso es lo que se ve en las instalaciones.
En medio de todo esto, también estaba comprometido el edificio sobre calle 25 de Mayo (construido en 1957, luego de demoler la casa de Alfredo Guzmán), cuyo consorcio administra el café y otro local más. Y aunque no había riesgo de derrumbe, varios de los inquilinos decidieron deshabitar sus viviendas de forma preventiva. Finalmente, cuando empezaron las obras, se esperaba que las reparaciones finalizaran para los últimos días de abril. Pero hoy, cinco meses después, el bar todavía no volvió a funcionar.
Obras terminadas
En diálogo con LA GACETA, Lazarte explicó que los trabajos que desde la Municipalidad se habían requerido para poner en estado el espacio “ya están terminados -comentó-; hace dos meses se ha otorgado la factibilidad para que puedan ocupar nuevamente los locales comerciales”. De hecho, en junio volvió a funcionar la famosa relojería que está a la par del bar.
Asimismo, el arquitecto comentó que se ha hecho un pedido a la administración del edificio para que semestralmente se contrate un profesional para la realización de un monitoreo de la situación edilicia “y controlar que todo se mantenga en perfecto estado estructural”.
La información también fue confirmada por Federico Sánchez, administrador del edificio de esa esquina. “Todo lo que se relaciona a las obras y lo que compete al edificio, ya está terminado”, expresó y aclaró que los vecinos que habían desalojado sus casas de manera preventiva, ya habían retornado hacía tiempo. “Sólo faltan por hacer algunas pequeñas refacciones dentro del edificio”, aseguró. Entonces, ¿por qué no abre Café 25? Lo cierto es que hay muchos rumores, y algunos catastróficos: que no va a volver a abrir, que se va a mudar a otro lugar o que sus propietarios están esperando permisos son sólo algunas de las cosas que se dicen. LA GACETA intentó contactarse con los dueños de la firma para saber qué pasará con el tradicional bar de los tucumanos, pero al cierre de esta edición no hubo respuestas. Por el momento, lo único que hay son sólo los recuerdos y la estructura vacía de un lugar que alguna vez fue parada obligada para toda una ciudad.








