El tucumano que quiere reforestar y conservar 100 millones de hectáreas para 2030

El tucumano que quiere reforestar y conservar 100 millones de hectáreas para 2030

Saez Gil dice que el cambio climático demanda objetivos ambiciosos como los que persigue su compañía, Pachama. Esta startup crece a un ritmo frenético propulsada por las inversiones y los elogios de los grandes gurúes del sector tecnológico y de celebridades. “Para emprender hace falta adoptar la mentalidad del protagonista, es decir, tomar el control del propio destino”, reflexiona.

El tucumano que quiere reforestar y conservar 100 millones de hectáreas para 2030

Le están pasando cosas muy grandes a Pachama, la startup que facilita y mide el secuestro de dióxido de carbono en proyectos de forestación cofundada por el emprendedor Diego Saez Gil, tucumano oriundo de la ciudad de Concepción. No sólo celebridades como Ellen DeGeneres y Portia de Rossi se suman a la cartera de inversionistas y entusiastas de la compañía, que incluye a jugadores de la industria tecnológica de la talla de Bill Gates, Jeff Bezos y Marcos Galperin, y al astro de básquet retirado, Manu Ginóbili, sino que también este año Saez Gil fue invitado a la Cumbre de Davos, la reunión que congrega a los titanes de la economía, y pudo hablar mano a mano con mandatarios y empresarios sobre sus planes para contrarrestar el cambio climático. En medio de estas noticias, Pachama salió a buscar inversiones y consiguió U$S 55 millones más para acelerar el desarrollo de tecnologías y herramientas avanzadas que ayuden a aprovechar el potencial regenerador de la naturaleza.

A Saez Gil, que trabaja en Silicon Valley (Área de la Bahía de San Francisco, California), no le asusta la velocidad. Mediante un innovador sistema de venta online de créditos de carbono, Pachama ya ayudó a conservar más de un millón de hectáreas en distintas zonas del mundo y quiere multiplicar ese número por 100. “Internamente nosotros decimos que ese objetivo es nuestro ‘moonshot’ (‘disparo a la luna’) para 2030. Sabemos que es muchísimo: hablamos del tamaño de países enteros. Pero esta es la ambición que hace falta para mover la aguja en el cambio climático. Y, también, es un volumen acorde a lo que estamos perdiendo: cada minuto desaparecen pedazos de Amazonas equivalentes a una cancha de fútbol. En la Argentina lamentablemente estamos desmontando el bosque chaqueño. Y ya se perdió la mitad de los bosques que había en el mundo. Por eso creo que hay que tener el mismo nivel de ambición, pero para proteger y restaurar”, dice durante una entrevista remota con LA GACETA.

“El proyecto empezó como algo chiquito. Yo no sabía cuán alto podía volar y me sigue sorprendiendo”, manifiesta Saez Gil. Y añade: “al principio era algo basado en el propósito personal de ayudar a proteger y reforestar los bosques del mundo. Al venir de Tucumán y al haberme criado cerca de las yungas, esto es algo muy cercano a mi corazón”. El emprendedor llegó a Pachama luego de inventar la valija inteligente Bluesmart y participar de otros negocios digitales en el rubro turístico.  “Después de casi una década de emprender en los Estados Unidos, aprendí el juego y conocí a inversores. Quería poner todo eso al servicio de la misión de responder al calentamiento global y a la pérdida de biodiversidad que enfrenta la humanidad”, relata.
Pachama abrió sus puertas, por decirlo de algún modo, en octubre de 2018. En sus inicios la empresa consistía en dos amigos argentinos afincados en California, Saez Gil y Tomás Aftalion. “Hoy somos 67 personas -cinco compatriotas- las que trabajamos en ocho países distintos. Tenemos en nuestro equipo a doctores en Ecología, Inteligencia Artificial y Matemáticas… gente muy respetada en los sectores de la tecnología y de la ciencia que cree en la visión de Pachama. Entre nuestros clientes hay compañías globales líderes como Microsoft, Netflix, Airbnb, Amazon, Mercado Libre y Globant”, refiere el tucumano.

Borrá tu huella

La empresa empezó siendo una especie de intermediaria entre proyectos de forestación que tenían bonos de carbono y empresas que querían comprarlos. “Nosotros hacíamos el contacto y validábamos la credibilidad del proyecto mediante imágenes satelitales y algoritmos de inteligencia artificial, pero hace un tiempo reciente empezamos a expandirnos para que más proyectos obtengan la certificación de los créditos de carbono: estamos enfocados en facilitar esa gestión. Empezamos por Brasil y México, pero tenemos la intención de llegar a la Argentina, Perú y más países. Nuestro objetivo es que los tenedores de la tierra, que quizá hacen agricultura o no hacen nada incluso, puedan ganar dinero con la reforestación, es decir, con el renacimiento de los antiguos bosques nativos, que capturan carbono y permiten que los ecosistemas sanen”, dice Saez Gil.
Grandes empresas que tienen que generar una reputación y un prestigio en el campo ambiental compran los certificados que vende Pachama, pero también pueden hacerlo los individuos con una inversión inicial mínima de U$S 17,6 por tonelada métrica. “En el futuro, todos los gobiernos, todas las empresas y todas las personas van a tener que hacerse responsables de la huella de carbono que generan. Vivimos y nos movemos por el mundo: dejamos una huella de carbono que es la que causa el cambio climático. Los Acuerdos de París que firmaron 195 países establecen como meta que, para 2040, el mundo debe alcanzar la carbono-neutralidad. Es decir, tenemos que estar secuestrando la misma cantidad de carbono que emitimos”, advierte el emprendedor.
En el futuro que vislumbran en Pachama convergen la reducción radical de la cantidad de emisiones con el aumento radical de los medios de captura. “Hoy son las empresas y naciones más avanzadas y pioneras las que están invirtiendo en esto, pero cualquier persona podría y debería determinar el tamaño de su huella de carbono, y compensarla”, anticipa Saez Gil.

Pixel por pixel

Antes de que Pachama ingresara en el mercado del carbono, toda la operación estaba basada en la confianza. El ejecutivo relata que, por ejemplo, una empresa californiana mandaba dinero a Brasil y debía confiar en que el financiamiento iba a cuidar los árboles: “no había una forma fácil de validar eso con herramientas técnicas objetivas. Pero, en los últimos años, hubo esta explosión de imágenes satelitales accesibles para emprendimientos como el nuestro. En paralelo, la inteligencia artificial permite procesar un gran volumen de datos y monitorearlos. Un ser humano no puede mirar cada pixel de una imagen satelital para identificar ataques forestales. Pero un algoritmo sí: puede escanear una foto y hallar mutaciones casi en tiempo real. Estas son las herramientas que estamos creando. Es la misma tecnología que usa Facebook para detectar caras, o Instagram para sugerir y aplicar filtros sobre un rostro”.
En Pachama se valen de los adelantos para contar árboles y calcular cuánto carbono hay un bosque. Saez Gil asegura que es posible llegar a resultados muy precisos: “es un desafío técnico muy grande. Por eso mi desafío principal es contratar a los mejores ingenieros de Silicon Valley”.

Hablar con predadores

En Davos (Suiza), el emprendedor tucumano conversó con los que, en una simplificación, podrían ser los mayores depredadores de bosques de la Tierra. “Fue increíble: un privilegio haber estado en ese grupo selecto de invitados. Hablé con presidentes de países, líderes de multinacionales y financistas. Lo que me llevé de ahí en términos positivos es que, a pesar de que estamos en un momento en el que hay una guerra en Europa; una recesión en los Estados Unidos; crisis económica y financiera en general, y una pandemia, el cambio climático y las emergencias medioambientales llaman cada vez más la atención a políticos y empresarios. Escuchar que muchos dicen que este tema está en el tope de sus agendas me dio mucho optimismo, aunque obviamente hay ciertos paradigmas que siguen siendo un obstáculo para las transformaciones que el mundo necesita”, evalúa.
¿Cuáles son esos paradigmas que atrasan? Saez Gil contesta que si realmente se escuchara lo que dicen los científicos, el problema número uno indiscutido de la humanidad debería ser resolver el cambio climático, y crear una sociedad que de alguna manera satisfaga las necesidades del planeta y de los seres humanos que lo habitan, y, después, de eso, genere ganancias, en lugar del sistema actual, que tiene el orden al revés. “Yo veo que necesitamos que ese paradigma emergente se convierta en el estándar. Pero hay mucha gente a la que todavía no le llegó el memo”, ironiza.

Tomar el control

Saez Gil tiene 40 años y lleva 15 fuera del país. Estuvo primero en Barcelona y, después, se estableció en los Estados Unidos. “Incluso cuando vivía en Tucumán ya tenía una visión global. Luego confirmé cuán interconectado está todo. Un viejo paradigma es pensar aisladamente los problemas locales y no como parte de un sistema mucho más grande. Lo que le pasa a la Argentina no está desconectado de la invasión de Rusia a Ucrania o de las tensiones entre los Estados Unidos y China. Dicho esto, sí me entristece ver en la Argentina y en Tucumán que seguimos manteniendo visiones tan cortoplacistas, y tantos egoísmos por parte de políticos, empresarios y ciudadanos. Es triste observar cómo se repiten las mismas crisis y que no logramos establecer una cierta estabilidad institucional para resolver los temas básicos”, reflexiona.

La expansión y la trascendencia de Pachama hicieron que algunos gobiernos provinciales se fijaran en Saez Gil -no el de Tucumán-, pero dice que hace falta que el Estado apoye más a los emprendedores, y abrace las ideas capaces de proteger el medio ambiente y crear oportunidades económicas. De todas maneras, él sugiere avanzar con prescindencia del sector público.

“Una cosa que desde el comienzo me sirvió es entender cómo funcionan las mentalidades del protagonista y de la víctima. La mentalidad de la víctima dice: ‘yo no estoy en control de mi destino. Las cosas me pasan a mí y, por eso, me quejo’. El protagonista, en cambio, toma responsabilidades. Al final del día son historias que nos contamos. Uno puede contarse la historia de que está imposibilitado por esto o por lo otro, o contarse la historia de que sí es protagonista de su vida y sí tiene poder de acción, más allá de que existen desafíos alrededor. Esa mentalidad de autoempoderamiento fue fundamental para mí. Cada vez pude animarme a más, cada vez tomé más responsabilidades. Para mí esto es fundamental para emprender y para llevar adelante un emprendimiento, pero, también, para la vida”, explica.

Para Saez Gil las ideas que se abren camino son aquellas que logran comunicar un mensaje vinculado a la realidad con bases verdaderas y genuinas. “Poder contar una historia y comunicar es clave para el emprendedor. Se trata de hacer algo simple de lo complejo y lograr adaptarlo a diferentes audiencias. ‘Storytelling’ le llaman acá”, informa.

En su hipotético decálogo del emprendedor, la persistencia ocupa el tercer lugar. Al respecto, dice: “persistir es no rendirse. La vida emprendedora es escuchar muchos nones a diario, en especial al comienzo. Hay que acostumbrarse a no tomarse los ‘no’ en forma personal y a seguir adelante”.

Según su criterio, los argentinos poseen una ventaja llamada “resourcefulness”: “son los recursos internos para encontrar la vuelta a las cosas. No necesariamente nos empantanamos cuando algo falla. En los países que funcionan bien, las personas se frustran con mayor facilidad. Este es un buen valor que hay que desarrollar, siempre en los límites de la integridad: decir la verdad, cumplir los compromisos; dar más de lo que uno espera recibir… Esto suena raro en la Argentina, donde impera la desconfianza y el sálvese quién pueda. Pero resulta que cuando uno da más de lo que espera recibir normalmente más recibe: el karma funciona en los negocios. Es algo que aplico a rajatabla”.

Aunque con Pachama siguió el modelo de Silicon Valley, asegura que no todo el mundo tiene necesariamente que crear una empresa global. Después de unos segundos en los que piensa cómo dar forma a este concepto, Saez Gil argumenta:  “cualquiera puede ser emprendedor en cualquier parte y con cualquier actividad, desde poner un quiosco en la casa hasta salir a plantar árboles. Emprender es ponerte en control de tu destino en vez de esperar que el Gobierno te dé algo o que una empresa te emplee. Emprender significa empezar algo con mi propia iniciativa y que me importe mucho la calidad del trabajo porque al final del día eso es lo que produce una diferencia”.

La receta de PACHAMA

1) Crear tecnología para transparentar el proceso de captura de dióxido de carbono en superficies reforestadas y conservadas.

2) Buscar a los mejores talentos para desarrollar las herramientas que demanda el cambio climático.

3) Simplificar ideas complejas, como la tonelada métrica de carbono.

4) Medir y mostrar el impacto de las acciones.

5) Ambicionar resultados a la altura del reto ambiental fenomenal que enfrenta el planeta.

El emprendimiento en la web: pachama.com

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios