“Puede pasar, pero está prohibido”

“Puede pasar, pero está prohibido”

Los carteles en los dos caminos de acceso al Viaducto del Saladillo sobre la ruta 9 fueron advertidos por el lector Mario Santiago Guillén, que en carta del 3 de agosto dijo que las entradas tienen portones y que no se puede ir al monumento histórico nacional sin riesgo de tener problemas. ¿Qué tipo de problemas? Y… que te traten como un merodeador. “Te corren y parece que te van a sacar más o menos a tiros”, dice el biker Ricardo Salguero, que con cierta frecuencia recorre la zona desde Tafí Viejo hacia la ruta 9. Y aclara: “se entiende, porque en las fincas de limones no hay mayores problemas con el paso, pero en las que tienen otros cultivos como kiwi, que son más  frágiles, los cuidan más. O en las de paltas… la gente se desespera y les lleva todo”. La cuestión planteada -que los bikers y los excursionistas conocen bien, porque están acostumbrados a “negociar” con los dueños de terrenos para que les permitan atravesar caminos y senderos en la serranía- es que el centenario Viaducto del Saladillo, acaso la mayor obra ferroviaria de  este tipo en el país, 356 metros de largo por 27 metros de altura, con 25 arcos, comparada con el acueducto de Segovia, declarado Monumento Histórico Nacional en el año 2000 por ley 25.270 y recomendado como belleza turística por los entes de Cultura nacional y provincial y por el de Turismo, está privatizado. Una cámara tipo Gran hermano apunta al curioso. Pasa… si lo dejan.  

Usurpaciones y robos

“No es tan así. Hay pocos bikers ahora pero los fines de semana la gente pasa a pie y en autos. Lo que pasa es que hace dos años hubo intentos de usurpación -unas 500 personas trataron de instalarse- y desde entonces se ha puesto la cámara”, dice Ambrosio Pérez, cuidador de la finca, que tiene una casilla en la entrada. “Además a veces nos roban lo que cultivamos. A mí llevaron zapallos que tenía arriba”, agrega. El cartel dice que la propiedad se llama finca El saladillo, propiedad de la familia López de Zavalía y hay un teléfono fijo que nadie contesta. Pero el cultivo de limón está a cargo de los Trápani, dice Pérez. “Por la otra entrada, en la mitad del rulo para ir al Cadillal-, el acceso es llano”, agrega. Pero también en esa entrada hay un cartel, aunque está firmado por una familia López, sin el Zavalía.

El biker Salguero dice que realmente el camino -que lleva hasta la vieja estación ferroviaria y al lugar donde está el cementerio (“ahí quedaron los que construyeron el Viaducto”, dice Pérez)- es llano para los excursionistas. Hay un galpón donde los Trápani tienen sus elementos de trabajo con el limón.

La zona parece desolada, porque hay muy pocas casas perdidas entre la vegetación, pero está llena de historia ferroviaria -con un túnel de 400 m cerrado-  y es como un imán para excursionistas. En los años 90, en tiempo del gobierno de Antonio Bussi, hubo un proyecto de mejorar el camino de las fincas y se llenó de merenderos el Viaducto -cuenta Pérez- pero nada de eso quedó. Después hubo intentos a partir de la Municipalidad de Tafí Viejo de hacer un circuito turístico ya hace pocos años una empresa, junto a los entes de Turismo y de Cultura, hacía visitas a la monumental obra de 5.000 ladrillos que no se usa desde hace un siglo. Junto a ella hay otro viaducto de metal por el que siguen pasando trenes de carga.

Acaso la inquietud que generó el sujeto que en enero atacó a una biker en la zona de Nueva Esperanza, en el acceso al camino que lleva desde Tafí Viejo al Viaducto- dio lugar a una disminución del movimiento de ciclistas por la zona. “Hubo policías que patrullaban -dice Salguero- pero desde hace tres meses no se los ve”. Pérez corrige: “a veces vienen agentes en camionetas de Tapia o de Tafí Viejo. Pero al violador no se  lo vio y nadie volvió a hablar de él”.

Monumento desprotegido

Consultada gente en Turismo, dijeron que nada se puede hacer si el dueño del predio no quiere dar paso. Ya hay al menos otro caso en la provincia de un sitio atractivo para el turismo que quedó en medio de una propiedad privada: la laguna del tesoro. Si los sitios patrimoniales públicos tienen problemas por falta de fondos para mantenimiento, los privados arrastran además el riesgo de que el propietario pudiera decidir modificarlos o demolerlos y nadie podría decir nada. Hace unos años, Ricardo Viola, director de Obras del Ente de Turismo, había señalado el problema de la falta de fondos para cuidar el patrimonio público y había destacado el abandono del Saladillo, que por ley es Monumento Histórico Nacional, pero prácticamente no está protegido.

Hasta ahora, estando mudo el teléfono del cartel, sólo la voz del cuidador Pérez ofrece al menos el consuelo de que se pueda pasar a visitar el monumento. “Cómo se accede es un problema de la Nación para generar una especie de servidumbre de paso. ¿Para qué tener un monumento si no se lo puede visitar?”, dice Viola. Pero los carteles dan cuenta de una contradicción habitual en nuestra sociedad, que alarga sine die las indefiniciones: se puede pasar, pero está prohibido. O al revés. Siempre habrá que atenerse a las consecuencias.

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