Alumnos del Instituto Técnico celebraron 50 años de graduados

Un encuentro cálido con dos profesores, con quienes compartieron una emotiva charla. “Siempre hay una oportunidad de ser mejor siempre”, les dijo la teacher Celia Marteau.

LA FOTO INSTITUCIONAL. Los integrantes de la promoción 1972 del Instituto Técnico de la UNT en una imagen tomada ese año que se publicó en LA GACETA ese mismo año y luego en “Yunke”, la revista del colegio. Tres viven en el exterior, dos fallecieron (uno de covid) y Héctor Gargiulo que fue detenido junto a su esposa en marzo de 1976, sigue desaparecido. LA FOTO INSTITUCIONAL. Los integrantes de la promoción 1972 del Instituto Técnico de la UNT en una imagen tomada ese año que se publicó en LA GACETA ese mismo año y luego en “Yunke”, la revista del colegio. Tres viven en el exterior, dos fallecieron (uno de covid) y Héctor Gargiulo que fue detenido junto a su esposa en marzo de 1976, sigue desaparecido.

La emoción sacudió medio siglo de recuerdos en la siesta del viernes en el Instituto Técnico de la UNT. Dieciséis egresados de 1972 confraternizaron en un aula del colegio con dos de sus profesores, que fueron invitados para celebrar las cinco décadas de graduados. Celia Marteau, docente de Inglés, y Héctor Yafar, de Educación Física, optaron por hablar con sus ex discípulos, en lugar de dar una clase, como se había planeado primeramente.

José “Pepe” Sánchez le dio la bienvenida a la teacher a quien agradeció su presencia. “Lamentablemente ella ha venido a recordar la cara de ustedes”, dijo en un tono amable y luego tomó asistencia. Acompañada por sus hijos, la profe señaló que era un orgullo que la invitaran. “Lo primero que quiero hacer, es rendir mi homenaje al Instituto Técnico donde he pasado 30 hermosos años trabajando con todos los muchachos. Les agradezco que me recuerden, eso para mí es importantísimo. Me alegra enormemente verlos, que estén conmigo. Los encuentro espléndidos, cariñosos, que es lo importante. Yo ya tengo muchos años, no voy a decir cuánto, uno que otro más que ustedes”, afirmó con complicidad.  

Doña Celia se refirió a sus alumnos cuando eran aún niños de 12 o 13 años y ahora “ya los encuentro maduros, con una vida hecha y estoy segura de que felices: profesión, familia, todo”. Luego afirmó que en el mundo actual siempre hay una amenaza. “Pero para nosotros no es una amenaza porque vamos a salir adelante con ganas de hacer cosas, de vivir, de luchar por lo que queremos. Ojo, cuando digo luchar es trabajar. Hay momentos difíciles, pero siempre encontramos a alguien que nos salva: el amigo. Siempre hay un amigo que nos da una mano, hoy, por ejemplo, ustedes me han ayudado porque me han dado una mano y he sentido que se acordaban de mí 50 años después. Siempre pienso que hay momentos difíciles, pero en la vida hay que hacer cosas como estas, hay que charlar, hay que negociar y hay que acordar, esa es la manera de seguir, salir adelante y ser triunfadores siempre, ¿no les parece?”, manifestó.

Saber perdonar

Finalmente, la teacher Marteau citó al Martín Fierro y les dijo a sus ex pupilos que en los momentos difíciles de la vida, hay que charlar, negociar y acordar, “esa es la manera de seguir, salir adelante y ser triunfadores siempre, ¿no les parece?” Luego hizo hincapié en la importancia de saber perdonar para seguir adelante. “Siempre hay una oportunidad de ser mejor siempre, si hoy somos buenos, seamos mejores mañana, siempre mejores. Yo digo que la honradez, la sinceridad, la sencillez, la humildad, nos ayudan a convivir con el prójimo, a darle una mano al otro y los veo a ustedes unidos que son el ejemplo de esto que digo”, dijo.

El egresado Julio Luna expresó: “a esta edad uno entiende cuando le hablan al corazón o cuando hablan desde el corazón. En el Técnico había pocas profesoras mujeres; con el tiempo hemos valorado lo que usted nos enseñaba, nos decía y más que nada lo sentíamos como esa madre que aconseja como la madre que dice: “pórtate bien, estudiá”, y con el tiempo uno va transitando muchas etapas. Ahora a 50 años, le damos las gracias por su gestión y compromiso. La hemos sentido como una madre, como una mujer que nos protegía y nos cuidaba”.

Fuego que contagia

Luego el profe Yafar leyó un escrito, preparado para la ocasión. Su exposición partió de la década del 60 y describió el asombro de los changuitos por ese mundo nuevo que descubrían en el Técnico. Tras leer el memorable texto de los fueguitos, de Eduardo Galeano, señaló que el cuerpo docente del Técnico pretendió que sus alumnos se transformaran “en ese fuego que contagia, que enciende a los demás, aunque ese docente nunca llegará a ver qué ocurre con el resultado final y hasta dónde y cuánto influyó en ese resultado”.  De esos alumnos mozalbetes pasó al presente. “Observo en lugar de caritas preadolescentes a un grupo de hombres maduros, canos, ya con la calva incipiente, algunos con cabello con matizador, pero sobre todo, rostros nostálgicos que quieren mantener el recuerdo de momentos, personas, instituciones que pegaron fuerte su vida y eso es lo valioso. Dijo un hombre que sabía de eso que la peor de las muertes es el olvido, por ello, los felicito y los insto a mantener ese valor y que esto pueda repetirse dentro de 50 años. ¿Por qué están ustedes acá? Por la pertenencia, este sentimiento a veces inexplicable que llegó a conformar, a impregnar una identificación con el colegio que resulta particular, única y por qué no hermosa”, sostuvo.  

Una conversada merienda en el hotel Hilton coronó ese aniversario regado con la calidez del reencuentro.

La algarabía del reencuentro

Los egresados de la camada de 1972 posan junto a sus profesores Marteau y Yafar. “’Hay hombres que de su cencia tienen la cabeza llena; hay sabios de todas menas, mas digo, sin ser muy ducho, es mejor que aprender mucho el aprender cosas buenas’.Y es lo que yo veo que ha sucedido con ustedes: cosas buenas,  recordar el colegio, acordarse de la viejita que ha venido a verlos y con mucha alegría”, dijo la teacher.

Alumnos del Instituto Técnico celebraron 50 años de graduados

“Charly García ya era entonces recapo”

Para recaudar fondos para el viaje de egresados, los alumnos trajeron en los 70 a Abracadabra. Sui Generis, Alma y Vida y Vox Dei

Emilio Müller

Sui Géneris. Sui Géneris.

“El primero que trajimos fue Abracadabra.  Éramos muy pocos los compañeros y esta tarea de traerlo a Abracadabra, no sé a quién se le ocurrió, pero lo que lo implementamos fuimos varios, cada uno hizo cosas distintas”, cuenta el ingeniero mecánico Emilio Müller, acerca de las bandas que trajeron para reunir fondos que les permitiera solventar el viaje de egresados. Su compañero José Sebih agrega que su colega, ya jubilado, llegó a ser el ceo de Scania Argentina. Müller recuerda que estaban en cuarto año del Instituto Técnico, cuando en 1970 trajeron a la entonces popular banda de rock and roll.  

- ¿Era el centro de estudiantes o club colegial el impulsor de esta iniciativa?

- El colegio siempre tuvo un centro de estudiantes, cada camada tenía su propio centro y el objetivo era juntar dinero para hacer el viaje de egresados, porque la universidad nos prestaba un ómnibus, pero para todo lo demás, había que poner plata y no todos tenían la capacidad económica. Entonces con tres años de anticipación queríamos juntar plata para hacer el viaje de egresados, que era de estudio, no de joda como ahora. Nuestro viaje de estudios significaba, básicamente ir a las ciudades que estaban más industrializadas, como Córdoba Rosario, Buenos Aires y la universidad nos hacía los contactos para visitar las empresas y nosotros nos pagábamos el hotel, y la comida.  

- ¿Organizaban estos recitales para el Día del Estudiante?

- Sí, normalmente los hacíamos coincidir con la Semana del Técnico que era en septiembre para el 21, en que se hacía el baile de gala y nosotros tratábamos de hacer coincidir la visita de estas bandas de rock con ese día. Otro conjunto al que trajimos fue Alma y Vida. Nosotros hemos tenido a Charly García aquí en la sala de profesores cuando Charly era no tan conocido todavía. Vino como Sui Generis.

- ¿Los hacían actuar en el colegio o en algún club?

- En el colegio, en la cancha de básquet. Eran otras épocas.  Alma y Vida era bastante más conocido que Vox Dei, en el ambiente nuestro. Abracadabra era más fiestero; en tres años los trajimos a Sui Generis, Alma y Vida, Abracadabra y Vox Dei. Me acuerdo que Alma y Vida era caro traerlos y conseguimos que el gobierno lo decrete al recital de interés provincial, entonces, nos pagó el pasaje de esta gente. Eso nos ayudó porque estos tipos que eran más conocidos, necesitaban que firmáramos un contrato. Nosotros éramos menores de edad y no teníamos quién escriba el contrato, todos estábamos en alguna medida politizados. Conocíamos a un abogado que se llamaba Ávila Gallo, nosotros estábamos en la vereda de enfrente, pero no sé por qué motivo, alguno de los compañeros era vecino, qué se yo, él nos escribió el contrato y tenía que firmarlo un adulto.

- ¿Te acordás de alguna anécdota de estas visitas?  

- A Abracadabra lo llevamos a Concepción. Estábamos en cuarto año, o sea que no teníamos carnet de manejo, todos mis compañeros sabían manejar. Habíamos subcontratado a Abracadabra en un colegio de Concepción porque yo era de Concepción y vivía ahí. Los subcontratamos y con la guita que nos pagaba el colegio de Concepción pagábamos todo y ya lo demás era ganancia. Había que llevarlos allá y luego traerlos acá para que la misma noche actúen en los dos lugares Necesitábamos una camioneta para llevar los equipos, dos autos para llevar los músicos y toda la logística. Todo se hizo en invierno, en una época de cosecha con camiones de cañas en la ruta. Los llevamos manejando sin carnet, es una situación realmente totalmente imposible de que hoy pueda suceder una cosa así. Pero lo importante es que salió bien, fue un éxito y cumplimos los objetivos que era poder pagar los viajes de estudio de toda la promoción.

- ¿Qué te llamó la atención de García?

- A mí me gustaba el rock pero si me preguntabas en esa época, quién era Charly García, ni idea. Los tipos llegaron acá al colegio y nos dijeron que necesitaban un lugar para concentrarse; los metimos en la sala de profesores, no exigían nada, no es como ahora con las rockstar. Y estaban ahí en la sala, cerraron la puerta y no querían que nadie entre y en un momento dado, yo tenía que entrar para decirles: “faltan diez minutos”. Estaba Charly tocando la guitarra y ya era recapo, era un espectáculo verlo. Nunca me lo voy a olvidar, pero no en ese momento, o sea, tomamos conciencia de eso muchos años después cuando estos tipos se hicieron famosos.

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