Con un aguinaldo creó gorras de cuero que ya saltaron de Tucumán a Recoleta

Con un aguinaldo creó gorras de cuero que ya saltaron de Tucumán a Recoleta

La abogada Ana Labastida se hizo emprendedora en la pandemia con un producto inspirado en la mirada rural de su marido, que “carece de género, tiempo y edad”, y llama la atención a las celebridades. Mientras se consolida como empresa, Zeiba va por el desarrollo de otras líneas de indumentaria y accesorios, con el anhelo de entrar al mercado extranjero

ANA LABASTIDA ANA LABASTIDA

Dice que la pandemia la llevó a “cranear” (pensar) ideas que a lo mejor no hubiera barajado si las perspectivas económicas eran mejores. Ella acababa de abrir una playa de estacionamiento como complemento de un trabajo por la mañana en una dependencia del Estado provincial y, por la covid-19, se había visto obligada a cerrarla. En esas circunstancias, se convenció de que podía probar otra cosa: vender algo “atemporal”, que pudiera usar cualquiera. Así aparecieron las gorras de cuero de vaca.

“Fue un lance con el aguinaldo de junio de 2020. Encargué 10 y se vendieron en cuatro días”, recuerda Ana Labastida. Entusiasmada por la demanda, bautizó Zeiba a su emprendimiento y comenzó a comercializar sus productos en las redes sociales, donde llamó la atención de algunas celebridades porteñas. Con “pasos cortos”, el proyecto llegó a una tienda multimarcas de Recoleta, una de las zonas con mayor poder adquisitivo del país, y se propone incorporar otras líneas para diversificar la oferta y volcarse hacia la exportación.

Con un aguinaldo creó gorras de cuero que ya saltaron de Tucumán a Recoleta

Aunque en el plazo de dos años esta abogada tucumana de 33 y madre de una niña de cuatro montó un negocio que genera ingresos para un equipo de ocho integrantes, Labastida no siente que “ya esté del otro lado” y pueda relajarse. Las gorras que produce requieren de insumos que hoy escasean y de un trabajo a mano que hay que controlar con lupa para mantener la calidad. “Es una tarea que necesita tiempo y que exige un conocimiento del cuero, que a su vez no es una materia prima uniforme, pero sí muy noble, con una vida útil larguísima. Hacemos un producto sobrio, en la gama de los colores tierra, para la moda circular y el ‘slow fashion’”, refiere la emprendedora en Edison, un café de barrio Norte de la capital.

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La creadora de Zeiba defiende la sustentabilidad de su producción: dice que, por un lado, se aprovecha el cuero de animales faenados para frigoríficos y que, por el otro, los accesorios son confeccionados con el objetivo de que duren en atención a que la industria textil es muy contaminante.

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“Usamos el descarte del mercado de la carne, que pasa por las curtiembres. Tratamos de que nuestra materia prima sea curtida con productos vegetales, no con químicos, para reducir el impacto ambiental y promover un consumo más consciente”, explica y precisa que en este proceso interviene un taller situado en la provincia de Santa Fe. Labastida añade que la posibilidad de que la misma gorra sea usada por una chica de 18 años y un adulto de 60 contribuye a su vigencia, y a que el producto encuentre siempre alguien dispuesto a llevarlo en la cabeza.

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No se trata de un accesorio tan deportivo como la gorra convencional, sino que es más bien informal y adecuado para el aire libre, en especial durante los días templados y frescos, o bien para el clima de la montaña. Zeiba pasó de las 10 unidades iniciales a una producción mensual que ronda las 250, cuyos costos están ligados al precio de la nafta y, por ende, enfrentan el desafío de la inflación agresiva.

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“Esta incertidumbre de los precios, sumada a la alta carga impositiva regular, es lo que ahoga a los emprendedores”, comenta Labastida al pasar. En su caso, la crisis se traduce en la falta del horizonte que mínimamente necesita para planificar un crecimiento. Ella reconoce que el envión del principio le sirvió para lanzarse, pero que ahora le está costando abandonar sus ocupaciones laborales paralelas para disponer del tiempo que exige expandir la estructura y el catálogo, aunque ya ofrece bolsos grandes y delantales de cocina, y está decidida a explorar otras opciones como cintos, minicarteras y remeras, siempre con la impronta única del cuero.

Mirada amorosa

Las redes sociales permitieron a Zeiba darse a conocer en la Argentina, y ser demandada por modelos, actrices y conductores de televisión (Isabel Macedo, Abel Pintos y Germán Paoloski, entre otros). Hasta una revista de referencia para la farándula y el mundo del espectáculo difundió el proyecto. Tanto trascendió que es común que el público local se sorprenda al descubrir que detrás de ella hay un emprendimiento tucumano. Labastida se enorgullece de haber conseguido un estándar reconocido en un plazo relativamente breve, y lo atribuye a la decisión de reinvertir las ganancias de un modo permanente en máquinas, sesiones de fotos, publicidad y colaboración. “Avanzamos con pasos cortos”, asegura. Al comienzo, las gorras carecían hasta de marca. Como si fuera un fruto, el nombre salió de un árbol.

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“Mi esposo Juan (Sancho Miñano) es un ingeniero agrónomo que ama el campo. Un día le pedí que pensara en un árbol lindo, que no fuera muy conocido, y él propuso la ceiba. Yo le saqué la ce y le puse una zeta. Y ahora me encuentro con la tarea de explicar que la ceiba no es lo mismo que el ceibo”, relata con una sonrisa. Después agrega que su marido es su consultor “a domicilio permanente”, y que el amor de aquel por la naturaleza incidió y mucho en el emprendimiento. En especial porque ella no es de usar gorras o sombreros -cree que no le quedan bien-, ni tiene una historia en el rubro de la fabricación de indumentaria. “Sólo busqué algo que fuera diferente y quise ver el mundo como lo ve Juan. Y la verdad es que quien compra, nunca compra una Zeiba, sino dos o tres”, informa.

Hay ciertas cosas que Labastida no se permite. Aunque dice que los emprendedores pagan caro los errores que cometen, considera que quedarse parada y bloqueada supone la frustración completa. “Siempre hay espacio para la profesionalización, siempre hay un público al que llegar, siempre se puede mejorar. El que no lo ve así, pierde”, define de forma tajante. Para ella la forma de mantener el ritmo es pensar siempre con los zapatos de quien consume y delegar todo lo que no sean las tareas estratégicas. De eso se ocupa mientras trabaja en una asesoría jurídica a la mañana; administra el estacionamiento por la tarde y es madre las 24 horas.

“Destituida”

“Es cierto que las gorras tuvieron una acogida inmediata, pero hizo falta mostrarlas para que eso sucediera. Al comienzo yo contaba en qué consistía el producto y como respuesta solía recibir ‘una cara de baño público’. En esos momentos sí me sentí bastante ‘destituida’”, admite. Pero ahora evoca esas dudas con cierto cariño. “A mí la desconfianza o el escepticismo de los terceros me empujaron hacia adelante. Siempre supe que el tiempo iba a dar la respuesta que yo quería”, expresa Labastida.

El cuero aparece en esta historia como un abrepuertas infalible. La exclusividad asociada a esta materia prima y su papel en el vestuario tradicional argentino traccionan naturalmente las consultas de los potenciales clientes. “Tiene una reputación alta y hay que aprovecharla para introducir alternativas”, propone la emprendedora. Y manifiesta que los problemas de stock son la traba mayor para salir al exterior, pero está persuadida de que las mayores oportunidades para su negocio están fuera del país y hasta envió algunas gorras a Australia para testearlas. “Afuera valoran muchísimo nuestro cuero”, cuenta. Una bandera argentina sutil cosida cerca de la correa anuncia que, tarde o temprano, las Zeiba pasarán por la Aduana para cumplir el mandato de Labastida y, según sus palabras, esparcir por los cuatro vientos “el mundo bello que ve Juan”.

La receta de Zeiba

1) Pensar en productos diferentes, que puedan ser usados por sectores amplios.

2) Avanzar con “pasos cortos”, pero avanzar siempre.

3) Conectar de manera permanente con los usuarios y consumidores.

4) Delegar las tareas mecánicas para concentrar la energía en las estratégicas.

5) No desanimarse ante la mirada escéptica: sacar fuerza de las dudas.

El emprendimiento en Instagram: @zeibacaps

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