Las vacaciones de Juntos por el Cambio

Las vacaciones de Juntos por el Cambio

Las imágenes de Alfredo Toscano de vacaciones junto a su pareja en Estados Unidos no sólo dejaron expuesto al funcionario municipal. Lo que en realidad desnudó el inoportuno viaje del secretario de Obras Públicas es el costado más débil del intendente Germán Alfaro: las dificultades que enfrenta para garantizar la sucesión en la Municipalidad de San Miguel de Tucumán.

No es un tema menor dentro del Partido por la Justicia Social ni tampoco para los actores de Juntos por el Cambio. A manos de quién pasará la administración del principal municipio tucumano es un asunto que desvela a todos por igual, porque puede significar la unidad definitiva del espacio opositor o la ruptura. En rigor, las llaves del municipio pueden abrir o cerrar el diálogo dentro de la alianza entre radicales, macristas y peronistas disidentes.

La difusión de la noticia de que Toscano se encontraba en el exterior abrió una herida importante dentro del alfarismo. Principalmente, porque en el centro de la polémica quedó uno de los dirigentes más cercanos al intendente, con una relación familiar de muchísimos años y con un nivel de lealtad a prueba de escándalos. Sólo basta con recordar un episodio para dimensionar la relación. El 5 de julio de 2008, y en plena disputa entre los ruralistas y el Gobierno kirchnerista por las retenciones, el entonces subsecretario de Servicios Públicos acudió al aeropuerto tucumano junto a otros dirigentes para “resguardar” a Alfaro del escrache que había preparado para los legisladores nacionales un grupo de dirigentes agropecuarios. Si bien el ex diputado Alfaro pudo eludir la manifestación, luego hubo corridas, peleas e insultos entre los hombres del campo y los alfaristas encabezados por Toscano. La situación derivó en una licencia de “Freddy”, concedida por el jefe municipal de ese momento, el actual diputado Domingo Amaya.

En el entorno de Toscano no tienen dudas de que las imágenes fueron viralizadas por otros alfaristas para ganar espacio dentro de la interna municipal. En rigor, Alfaro habilitó ese juego cuando en una reunión liberó a sus principales referentes para que se posicionen con vistas a la sucesión de 2023, si es que se consideraban en condiciones o tenían esa aspiración. Así, varios se anotaron en la carrera: además de la senadora Beatriz Ávila, hicieron lo propio -algunos con mayor o menor timidez y frontalidad- Toscano, Claudio Viña, Rodolfo Ocaranza y Walter Berarducci, entre otros.

En esta semana, las versiones respecto de las medidas que tomaría el intendente para con el viajero se multiplicaron. Desde el oficialismo compararon este suceso con los escándalos que envolvieron en el verano a la titular del PAMI, la camporista Luana Volnovich; y al funcionario de segunda línea de Desarrollo Social provincial, Francisco “Chiqui” Navarro. En ambos casos, las vacaciones en el Caribe se dieron justo luego de que el presidente Alberto Fernández recomendara a sus colaboradores veranear en el país. En el caso de Volnovich no hubo consecuencias, y en el de Navarro sí: el gobernador interino aprovechó la ocasión para depurar de manzuristas ese ministerio.

Aunque se llegó a mencionar que Toscano volvería al Concejo (está en uso de licencia), Alfaro por ahora parece dispuesto a asumir el costo político. Al punto que el secretario de Obras Públicas ya regresó al país (llamativamente, desde Buenos Aires viajó en auto a Tucumán) y se reunió a solas con el jefe municipal. Nada más se supo desde entonces pero, aunque no haya habido alguna reprimenda pública, sí puede haber consecuencias políticas dentro del espacio.

La más notoria tiene que ver con la puja por la Intendencia. El principal problema que enfrenta Alfaro es que no cuenta con un sucesor natural. La idea inicial de que sea su esposa Beatriz Ávila pierde fuerza por el propio perfil de la senadora, cada vez más a gusto en ese rol legislativo nacional. Con el resto de los alfaristas ocurre algo similar: no hay un candidato instalado. Por eso cobra mayor fuerza una tercera vía: la elección de un outsider de la política. Más de un interlocutor dice haber escuchado esto de boca del intendente y hasta el nombre de esa “personalidad” ajena. Entre sus predilectos aparece un hombre ligado a los medios televisivos y radiales tucumanos, alguna vez tentado por el propio Mauricio Macri para candidatearse.

¿Tiene sustento esta alternativa? En los comicios de 2015 y de 2019, Alfaro se recostó en los radicales José Cano y Silvia Elías de Pérez para abrochar los votos de los sectores medios en la capital. Sin ese perfil dentro de su espacio, un enroque con alguien foráneo, de alto perfil público, de inserción provincial y de su entera confianza le serviría para repetir la estrategia, aunque en este caso en su puja por la Gobernación.

Precisamente, en este último asunto radica el mayor de los desafíos para los integrantes de Juntos por el Cambio. Lejos de una tregua, nadie baja las armas en la batalla por la definición de las candidaturas. Esa disputa quedó en evidencia a lo largo del mes que finaliza. En Yerba Buena durante los primeros días de julio, Alfaro, Roberto Sánchez, Mariano Campero y Sebastián Salazar ya tuvieron un cruce por el mecanismo de resolución de las postulaciones: esa noche, Campero quiso apurar definiciones y Alfaro pidió esperar. Después, la tríada de correligionarios fue atacada por una jauría alfarista tras la reunión que mantuvieron con Jaldo en la Casa de Gobierno, en la que se pusieron a disposición del mandatario. Hacia adentro de la coalición, el encuentro público generó un tembladeral y retumbaron los reproches. ¿Cómo impactó hacia afuera? Quizás en la intempestiva reacción de los aliados internos pueda estar la respuesta a esa pregunta.

Desde entonces, los radicales Sánchez y Campero apretaron el acelerador de la campaña. Durante esta semana, además, en Yerba Buena se gestó la primera junta promotora del binomio entre el concepcionense y el yerbabuenense, a impulso del secretario de Gobierno local Pablo Macchiarola. “Que el norte a seguir para sacar a Tucumán de décadas de postergación sean las gestiones de Concepción, Yerba Buena y Bella Vista”, expuso en las redes el funcionario cercano a Campero. ¿Por olvido no hubo mención a San Miguel de Tucumán como gestión “modelo”? ¿O se debe interpretar que el del alfarismo en la capital no es un ejemplo a destacar? Casi en paralelo, el diputado y el intendente se escaparon hasta La Cocha para reunirse con industriales y con trabajadores, en un movimiento claramente proselitista.

Es evidente que la suma de todas las debilidades individuales es la principal fortaleza colectiva que tiene hoy el sello de Juntos por el Cambio en Tucumán. De ellos depende exacerbarlas para autodestruirse o aprovecharlas para acordar cómo enfrentar al oficialismo en 2023.

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