Sexualmente hablando: Historias

Robert Sternberg, psicólogo norteamericano y catedrático de la Universidad de Yale, ha realizado muchos aportes a la compresión de los vínculos amorosos y las relaciones de pareja. Logró una muy interesante clasificación de las historias de amor más comunes que tendemos a experimentar las personas a lo largo de nuestra vida. En su ya clásica obra “El amor es como una historia”, desarrolla 25 de estos relatos: cada uno entraña una serie de suposiciones acerca de lo que el amor debería ser y de cómo debería progresar.

En la “historia de maestro-estudiante”, uno enseña y el otro aprende. La “historia de sacrificio” en cambio, se caracteriza por la creencia de que el amor verdadero implica el renunciamiento de una de las partes para beneficio de la otra. También está la “historia de gobierno”: puede ser democrática -el poder es compartido-, o autocrática -donde uno gobierna y el otro es gobernado-. Algunas personas ven al amor como un “juego” o un deporte, en el cual la cacería es lo más excitante. No faltan los de una visión más práctica: lo romántico no los conmueve y su prioridad será encontrar un buen compañero (o compañera) de equipo.

¿Y en las historias “de recuperación”? En estos casos el vínculo aparece como una oportunidad de recuperarse, de superar algún tipo de limitación, trauma o adicción. En las de “casa y hogar”, toda la energía y el foco de atención está puesto en constituir un ámbito contenedor, confortable y cálido. Un estilo muy deseable, salvo por su lado B, que es la tendencia a percibir como amenaza si alguna de las partes empieza a volcar más interés del previsto en el mundo exterior, por la razón que fuere. Parecida es la “historia del jardín”, donde la relación amorosa es percibida como algo que necesita ser regado y cuidado (a veces una de las partes cuida y la otra es cuidada). El peligro es caer en lo rutinario y previsible, con las consecuencias que ya sabemos.

En la “historia de la empresa”, las personas ven al otro como una suerte de socio. Por lo mismo el dinero, el status social y ciertas habilidades administrativas y de relaciones públicas serán muy valoradas a la hora de la elección. Aquí, las obligaciones y responsabilidades tienen un rol muy importante en el contrato de pareja. También están las historias “pornográficas”, donde uno o ambos necesitan ser tratados sobre todo como un objeto sexual (o tratar a su pareja de esa forma).

Se habla de “historia de misterio” cuando lo que atrae es que exista un halo misterioso alrededor del otro, que no debe revelarse completamente para así mantener el interés. Una manera infantil es motivada por las “historias de fantasía”, en la que se espera que la relación se parezca a un cuento de hadas. La “historia de colección”, no suele tener muy buen pronóstico a la hora de pensar en un amor que perdure, ya que se caracteriza porque alguien toma al otro como uno más de la serie que integra una colección de conquistas.

Bad timing

Según Sternberg, cuando decimos que una relación no funcionó porque “el momento no era oportuno”, significa que una pareja que podría haber sido compatible en otras circunstancias, estaba funcionando en ese momento como una historia de amor desencajada. Y es que estos relatos pueden cambiar con el tiempo. Instalados primero en nuestro mapa amoroso, los cambiamos elaborándolos, más que reemplazándolos, con alguno nuevo. Aunque también es cierto que algunas personas repiten exactamente la misma historia de amor, una y otra vez.

Generalmente tenemos un tipo de historia predominante hacia la cual tendemos. Pero puede ocurrir que, a pensar de esta tendencia, las personas intenten acomodarse a una experiencia menos afín, propuesta por el otro, como quien apuesta a una pareja. Es algo que puede funcionar bastante bien durante un tiempo… pero siempre existe la posibilidad de que aquel que se esforzó por “encajar” encuentre luego alguien que se adapte más a su modelo favorito de historia. El profesor Sternberg cree que es esto lo que frecuentemente sucede cuando una “buena” relación se interrumpe de manera abrupta, ante la perplejidad de amigos y familiares, y el desconcierto de la pareja abandonada.

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