
Agustín Valle: “Podés planificar lo que vas a hacer mañana, pero no lo que te va a pasar mientras lo hagas”
“La técnica no es algo que viene después de la naturaleza humana, no es que hay humanidad y después aparece la técnica y le hace algo a la humanidad. La técnica es parte de la singularidad de la vida humana respecto del resto de los animales”, introduce Agustín Valle, autor del ensayo sociológico Jamás tan cerca (Paidós), en el que da cuenta de cómo las operaciones y movimientos que realizamos con los artefactos conectivos (tablets, celulares, notebooks, etcétera) constituyen una nueva subjetividad: sujetos ansiosos, dependientes e hiperconectados, que dejan de vivir en el presente para vivir en la actualidad.
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Por Flavio Mogetta para LA GACETA
- En Jamás tan cerca aparece la idea del hombre como el único ser humano sin hábitat natural.
- Esa es una idea que tomo del filósofo italiano Paolo Virno, que retoma la idea de que el ser humano es el único animal que no tiene un hábitat que le sea natural, su cuerpo no se corresponde con un hábitat determinado y por eso las manos son una parte de la fisiología que no se adecúa a un hábitat natural sino que tiene la particularidad de intervenir y modificarlo. Siempre que hay vida humana, dice Virno, hay modo de vida humana. No existe la vida humana en abstracto, que después se degenera o se perfecciona, sino que la vida humana siempre es de algún modo, nuestra naturaleza es modal en ese sentido. Siempre existe la humanidad con alguna técnica para sobrevivir.
- Esta técnica que nos toca, estas pantallas aparecen asociadas al capitalismo.
- Sí. Intento pensar qué tienen de específico algunas cosas que nos pasan cuando nuestro hábitat de existencia tiene como técnica clave a las pantallas y a la conectividad con todos sus atributos: la instantaneidad, la ubicuidad, y todo lo que eso genera sin perder de vista que esa máquina de conectividad está regida por las reglas dominantes de nuestra sociedad, que son las propias del capitalismo. Señalo un paralelismo entre la preminencia financiera del capitalismo, el famoso paso del capitalismo industrial al financiero, que se da en el siglo XX durante la década del 70 y que coincide con la segunda era de la televisión, cuando aparece la TV por cable, la videocasetera y los videojuegos, cuando comienza a conformarse lo que luego se consolida como el continuo de la mediosfera, de las pantallas en forma incesante. Entonces ese paralelismo entre la vida conectiva, la ubicuidad de las pantallas y la regencia financiera del capitalismo, intento estudiarla en cómo esos dispositivos mediáticos y financieros nos dan forma. Un punto de articulación es lo que en el libro aparece como “Broker del yo”, donde observo que hay una dinámica en la que el sujeto en las redes sociales intenta autovalorizarse, como el capital financiero, depositando imágenes abstractas de nosotros mismos en una bolsa virtual y a la mañana siguiente viendo cuánto se infló nuestro valor en el mercado de los “likes”, como si fuera un broker de bolsa, solo que con el capital de la propia vida.
- Otro concepto presente es el de las aplicaciones en pos del ahorro de tiempo. ¿Un ahorro al servicio de ser más productivos?
- Pareciera que la premisa es que las cosas rindan, y ese deber ser es directamente la lógica del capital aplicada sobre los cuerpos y las vidas, sobre el tiempo. Y en ese sentido me parece que también los dispositivos hacen máquina con el modo en que la ley del valor y el capital no deja de extraer valor de los cuerpos en un nivel superlativo. No sé si alguna otra vez en la historia los dispositivos de sujeción fueron tan eficaces y hubo tan pocas hendijas de respiración donde la vida puede pensarse aunque sea por un momento suspendida de las máquinas de reproducción de lo social. Es casi la vida entera siendo tomada y pensándose a sí misma según esta moral que proviene del productivismo, de estar disponibles constantemente.
- “Jamás tan cerca” pero al mismo tiempo nunca tan lejos de uno mismo, despersonalizados. No nos permitimos ni cinco minutos sin hacer nada.
- Creo que está deslegitimado el presente. Es difícil sentir que tienen sentido esos cinco minutos en los que simplemente estamos. Estamos y te encontrás con algo: con un recuerdo o con una canción o con un libro o con mirar el cielo o lo que sea. Es muy difícil tener autoridad sobre la propia vida. Se le ha robado al presente la potestad sobre el sentido y se la robó la actualidad. Esos cinco minutos en realidad no valen porque la realidad es la actualidad. Y me parece interesante porque entonces quedamos separados de nosotros mismos, quizás incluso perdiendo la capacidad de preguntarnos cómo estamos, de observarnos. Que haya, por ejemplo, una aplicación para recordarnos que debemos tomar agua es porque pasa mucho que la gente está tan alienada y disponible, tan sujeta a la actualidad, que no siente sed. Eso sí que es estar separado de uno mismo.
- En las redes sociales se da la denominada construcción del perfil del yo, un desdoblamiento, el narrar quién soy.
- Y en ese desdoble: ¿cuál sos vos?, ¿el de la foto o el que sube la foto? A mí me gusta mucho la idea del filósofo Henri Bergson, que dice: “podés planificar lo que vas a hacer mañana pero no podés planificar qué te va a pasar mientras lo hagas”. Ahí lo que está diciendo es que hay dos dimensiones. Una, la de lo mensurable, lo que es posteable; y otra de lo que nos pasa mientras sucede eso que también es contable o planificable, y esa dimensión de lo que pasa mientras pasa lo que pasa no es tan fácil de convertir en una imagen que puede viajar con velocidad. Esa dimensión de lo que nos pasa mientras, que en realidad es en donde estamos siempre, queda muy castigada, muy aplastada, muy negada, cada vez que se presume que actuamos con la premisa de que somos lo que mostramos, esa sucursal nuestra que trabajosamente sostenemos y donde alimentamos una especie de tamagotchi.
- ¿Está la humanidad preparada para un apagón de pantallas y de la conectividad?
- Seguramente no. Sería interesante para ver qué pasa. Paolo Virno también habla de la ambivalencia como parte de la naturaleza humana y de la ambivalencia de la multitud. La multitud en sí misma contiene la ambivalencia, contiene también el mal. No es que si no hay poder vamos a ser solamente buenos. A mí me parece que dependería mucho de cómo se dé el apagón, no creo que un apagón produciría necesariamente un despertar de solidaridad. Cuando no hay un sujeto que quiera otra cosa a mí me parece que a los accidentes reaccionamos con las lógicas preexistentes. Es raro que se arme una lógica cuantitativamente distinta si no hay un sujeto que desee otra cosa. Estamos dominados por la mercantilización de la vida, por la competencia, y es muy probable que en el apagón eso sea lo que rija.
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PERFIL
Agustín Valle (Buenos Aires, 1981) estudió Historia en la UBA. Dicta clases sobre subjetividad mediática y comunicación en Flacso. Es autor de los siguientes libros: Sólo las cosas. Notas de subjetividad mediática (2008), Cachorro. Breve tratado de filosofía paterna (2018), Notas de montaña (2011) y, en coautoría, A quién le importa. Biografía política de Patricio Rey (2013), De pies a cabeza. Ensayos de fútbol (2013), Mirate esta. Cartas de película (2010), y Nueva autoayuda (solo no se puede), por un sueño latinoamericano (2010).







