"La Argentina necesita un plan de estabilidad y de desarrollo"

"La Argentina necesita un plan de estabilidad y de desarrollo"

Alfonso Prat-Gay dice que la sociedad ya no quiere dirigentes que aparezcan sólo en años impares a buscar los votos. “El populismo económico es insostenible”, remarcó

Alfonso Prat-Gay Alfonso Prat-Gay

Alfonso Prat-Gay señala que este momento especial de la Argentina, con crisis por doquier, es una oportunidad mayor para escuchar en serio a la sociedad, acerca de cuáles son las prioridades que realmente la política debe adoptar para cambiarle la cara al país y el humor a sus habitantes. En su experiencia particular, el ex ministro de Hacienda y Finanzas de la Nación, ya lleva recorrida ocho provincias en lo que va del año, con un planteo que, según sostiene, el gobierno de Alberto Fernández todavía no ha formulado a los argentinos: un programa económico integral que tienda a mejorar la situación socioeconómica. Tras exponer en el Foro Económico del NOA, organizado por la Fundación Federalismo y Libertad, el economista habló con LA GACETA y, durante la entrevista, dijo que “los políticos no deben arrancar su  exposición dando cátedras sobre adónde hay que ir, sino escuchando a la sociedad, sobre sus preocupaciones y sus necesidades”. De la experiencia recogida en los viajes, Prat-Gay advierte que los ciudadanos ya no quieren dirigentes que aparezcan sólo en los años impares, cuando salen a buscar votos, sino también en los pares, para solucionarle los problemas.

-¿Tiene explicación que la falta de dólares genera una crisis de crecimiento en la Argentina?

-Por supuesto que no; es un oxímoron. Es una más de este presidente que ya perdió toda su autoridad. La crisis que tenemos, en primera instancia, es auto infligida, porque desde el primer día el Gobierno de Alberto Fernández viene tomando decisiones que podían desembocar en esta situación que estamos atravesando. Pero también es bueno decir que estamos frente a una crisis más política que económica. Además, para mirar los números de crecimiento del país, sólo basta repasar el índice de Producción Industrial, con el dato de abril (último disponible) que si lo comparamos con el de diciembre de 2021, está por debajo. No estamos frente a un número tan vigoroso y esos datos habría que pasárselos al señor presidente de la Nación.

-El Gobierno insiste en que la crisis no será tan profunda como en otros períodos. ¿Qué le parece esa postura?

-Esta gestión sostiene cosas que después tienen que desarmar, sin tomar en cuenta que el gran problema que hoy existe es la gran desconfianza que han generado, no sólo por lo que dicen y por lo que hacen, sino por la manera en que se pelean entre ellos. Hemos visto muchas crisis en la Argentina, pero esta situación en la que la vicepresidenta Cristina Fernández intenta voltear al presidente nunca lo vimos antes. Y por supuesto que esta situación tiene un costo económico inmenso. Los agentes del sector privado no saben quién es el que toma las decisiones y cómo se las toma. Sinceramente estamos sin rumbo.

-¿En qué parte del ciclo estamos? ¿Ha cambiado ese ciclo?

-Hoy los ciclos económicos en la Argentina tienen otra frecuencia, otra dinámica y hasta otra velocidad. Aquí lo que tuvimos fue una caída muy fuerte como consecuencia de la cuarentena por la Covid-19, un rebote al año siguiente que apenas pudo recuperar el punto de partida y, desde entonces, un estancamiento en prácticamente todos los indicadores. Ahora, el legado de esa manera de tratar la pandemia, con la política fiscal en torno de la cuarentena no hizo más que achicar demasiado el tamaño de la economía y agrandar la cantidad de pesos en circulación. Si a cualquier alumno de primer año se le plantea que si cae la cantidad de bienes que están circulando en la economía y aumenta mucho la cantidad de pesos que circula en la economía, sería milagroso que, en ese contexto, no se incrementara la inflación. Ahora bien, el Gobierno viene con la explicación de que la inflación ha vuelto en el mundo, de que la guerra entre Rusia y Ucrania incide. Pero todos sabemos que no es así. Lo que estamos viviendo hoy es consecuencia de las malas decisiones que tomaron ellos y, lamentablemente, ni se hacen cargo ni ofrecen soluciones a los problemas que crearon.

-Además de la confianza, ¿qué otras variables se necesitan en el corto plazo para recuperar al país?

-La Argentina necesita un programa nuevo de estabilización y de desarrollo, que tenga las dos patas. Es importante estabilizar, porque sin moneda no se puede crecer, pero también no hay que desatender la fase de la oferta, del crecimiento, porque todos los planes de estabilización que vinieron solamente con un ajuste terminaron ahogando la economía. Entonces hay que rescatar al peso, pero a la vez hay que darle un empujón al productor para que le cambie la ecuación para que vuelva producir, para que pueda exportar, para que sea rentable hacerlo y, en ese plan, hay una pata fiscal, otra monetaria y también de producción.

-El cepo a los importadores afectará a la producción por falta de algunos componentes para desarrollar actividades…

-Obviamente que el último cepo va a ser recesivo, porque habrá muchas empresas que, durante 180 días, no tendrán acceso a la importación porque hoy las cadenas de valores están muy integradas. Entonces se les llegará a plantear el dilema sobre si dejan de producir o tendrán que buscar alternativas para conseguir esas importaciones a un costo mayor. La consecuencia natural de eso es menos actividad y más inflación. Es de manual, pero ellos hacen estas cosas, sobre todo para cumplir con un capítulo del programa del FMI que vencía el 30 de junio. La verdad que todo el programa del Fondo busca un solo objetivo que es que el organismo quiere cobrar lo que le deben y eso se hace acumulando reservas, porque tal parece que al FMI no le interesa mucho que baje la inflación. Uno ha visto muchos programas del FMI en la Argentina y en el mundo y este es el primero en el que la inflación no es una meta.  El mismo organismo le está diciendo al Gobierno que use la inflación para licuar el gasto, pero es una propuesta muy peligrosa. Básicamente la propuesta de este programa del Fondo, que es ordenar la cosa con un poquito de inflación, no está funcionando.

-Martín Guzmán viene sorteando test financiero para cubrir los vencimientos de la deuda pero, ¿cuánto tiempo más puede seguir con esa estrategia que implica ayuda de organismos público y hasta más emisión monetaria?

-Creo que aquí se está violando la Carta Orgánica del Banco Central, porque la entidad tiene prohibido, por ley, comprar los bonos en la emisión primaria. Los compra en el mercado secundario y luego le arman un canje para que el Banco Central termine entregando esos bonos o canjeando por otros títulos que no los puede comprar. Pero estas son trampas que no se sostienen en el tiempo. Lo saben aquellos que tienen más información del mercado y también la opinión pública, por eso la desconfianza en el Gobierno y en el peso. La contracara de este nivel de inflación, del 5% al 6% mensual, es eso, la desconfianza en el peso.

-En la Argentina se corren varias carreras. La de los precios versus los salarios; la del tipo de cambio contra la inflación. ¿Cree que el país puede seguir con la devaluación controlada o habrá otra que sea más brusca?

-Los pilares del populismo económico de Cristina Fernández son cuatro, según lo explicaron en reiteradas oportunidades, acerca de cómo hay que manejar la economía. El primero es el que dice que el gasto público siempre tiene que ser más que la recaudación. Aumenta la deuda y te lleva a una crisis. Después Cristina piensa que hay que mantener el tipo de cambio atrasado. De allí el control de capitales y esa ficción de intentar mostrar que el salario en dólares es alto. Cuando lo dividís por el tipo de cambio oficial puede darse eso, pero cuando lo haces por los verdaderos, con los que se mueve la economía, la realidad es otra. Ese atraso cambiario genera una crisis en el balance de pago y falta de dólares. Cristina, además, te dice que las tarifas tienen que ser siempre baratas y, en lo posible, regaladas. Eso nos lleva inexorablemente a una crisis de energía. Y, además, sostiene que la tasa de interés tiene que estar por debajo del nivel de inflación para estimular al consumo. Eso atenta contra el ahorro y la inversión. Básicamente todo esto muestra un modelo económico que ya demostró ser insostenible y que Cambiemos intentó modificarlo, pero no le alcanzó el tiempo para hacerlo como tampoco tuvo tantos aciertos como debiera haberlos tenido y ahora Cristina vuelve a llevarlo a la práctica con los mismos resultados. Entonces no nos debe sorprender que aparezcan los mismos resultados usando la misma estrategia y la misma metodología.

-Menciona a Cambiemos o Junto por el Cambio, que también está mostrando sus propias internas. ¿Qué debe hacer la oposición para mostrar que es una oferta electoral válida para 2023?

-La actual oposición debe tener un programa común y consensuado y después que se presenten los candidatos que quieran competir y que sea la misma sociedad la que defina quién o quiénes tienen las mejores chances de llevar a la práctica ese programa. Lamentablemente, la dinámica es a la inversa de lo que estoy diciendo. Aparecen candidatos o personas con ambiciones de convertirse en candidato; cada uno arma su propio equipo y hay una multiplicidad de programas. Creo que hay que hacer al revés, y estamos a tiempo de invertir esa lógica para decidir que primero está el programa y después nadie podrá hablar de halcones y palomas. El juego electoral depende mucho del humor del momento, de las condiciones históricas del momento en que se tome la decisión. Si nosotros nos mantenemos unidos y le ofrecemos a la sociedad un programa común, estaremos dándole un servicio enorme. Hoy la sociedad sabe que el actual gobierno tiene muchas chances de no continuar, pero no ve cuál es la alternativa ni ve que haya una propuesta homogénea del otro lado de la política.

-¿Cómo observa esta decisión del radicalismo de querer tener más protagonismo en las elecciones del año que viene?

-Me parece fantástico. Una coalición que quiere ser gobierno es tan fuerte como el más débil de sus eslabones. Todo lo que ayude a fortalecer la vida institucional de cada uno de los partidos que componen Juntos por el Cambio es fundamental. A mí en particular, sabe que tengo mi corazoncito en la UCR, que vengo de la Coalición Cívica, pero gran parte de mis amigos están en el radicalismo y creo que están buscando más protagonismo, algo que me parece lógico. Uno de los problemas que tuvimos en la primer experiencia de Juntos por el Cambio es que el PRO no le dio el suficiente protagonismo a sus socios en la coalición de gobierno. La coalición funcionaba en el Parlamento, pero no en el Gobierno, ya que éramos muy pocos los ministros que no veníamos del PRO y creo que eso lesionó la capacidad de gestión y de resolución de los problemas.

-Pero todo parece indicar que la oposición no aprendió de sus errores del pasado…

-Como te decía antes, como se lanzó antes la campaña de los candidatos que la conformación del programa, lo que termina trascendiendo es eso. Pero debajo de la espuma de esos candidatos hay mucha vocación de muchos dirigentes de mantener la unidad y de hacer lo que señalaba antes, de priorizar un programa común. También ese necesario restituir la confianza  y la honestidad, que va de suyo. Pero también la comunicación y en esto me quiero detener: hay que saber comunicar bien, porque me parece que la última vez no le hicimos ver a la sociedad la dificultad que enfrentábamos. Incluso en el arranque tuvimos algunos éxitos de gestión de corto plazo como el levantamiento del cepo o el acuerdo con los bonistas en Nueva York, pero dimos la sensación de que esos problemas no eran tan complejos, pero los fuimos resolviendo. Creo que se viene un período en el que todos tendremos que hacer un esfuerzo muy grande para ordenar años y décadas de desorden. Quizás no apareció todavía un líder que va a comunicar eso, que pueda mostrarle a los argentinos que vale la pena este sacrificio, que no es masoquismo, sino que vale la pena porque si cedemos en el arranque, vamos a estar todos mucho mejor en el mediano plazo.

-Genera suspicacias decir que está ese líder en la Argentina…

-Yo creo que todavía no apareció ese líder, pero puede aparecer.

-¿Y Mauricio Macri?

-Macri tiene todo el derecho de competir. Si Macri puede lograr transmitir esta visión de una Argentina diferente y puede hacerla creíble, también tiene la chance de competir.

-¿Cómo debe ser la constitución de la oferta, con prioridad de moderados que de los liderazgos fuertes?

-Creo en las dos opciones para poner fin, con contundencia, a este régimen de populismo económico que ha sido tremendamente costoso y en eso no hay que tener contemplaciones. Pero también creo que hay que configurar un programa que convoque a la sociedad y a las otras fuerzas políticas que acompañen porque de ese apoyo dependerá su sustentabilidad. Esa es la lección que debemos tomar de la primera incursión en el Gobierno de Juntos por el Cambio, porque cuando teníamos un tercio de la Cámara de Diputados y un quinto del Senado era imposible hacer transformaciones con minorías pequeñas.

-¿El resultado electoral de 2021 anima a la oposición a volver al Gobierno con el apoyo electoral alcanzado?

-Si nosotros repetimos ese resultado, es muy probable que nos alcance para ganar la Presidencia, pero además aspirar a contar con mayoría en alguna de las Cámaras del Congreso. Es un mundo totalmente distinto que nos tocó en la anterior experiencia cuando fui ministro de Economía.

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