La contradicción no dice nada

La contradicción no dice nada

El Presidente extendió el imperio de su ambigüedad a la política exterior del Gobierno. Manzur parece haberse quedado sin gasoil, pero en la Legislatura no se han quedado sin pintura.

Por fin después de mucho tiempo y de incomprensibles oscilaciones el presidente de la Nación fue consecuente con su proceder.

Muy a tono con sus marchas y sus contramarchas en materia de gestión nacional -y de convicciones-, esta semana actuó exactamente de la misma manera tanto en su política comarcana como en la su política exterior. En pocos días tuvo, precisamente, las mismas contradicciones, como si ya fuera un estilo, una costumbre.

El discurso de Alberto Fernández en la Cumbre de la Américas fue un nuevo ejemplo de la ambigüedad de la Argentina de estos tiempos. De la misma manera en que transcurre su administración pendular en el gobierno, el titular del Poder Ejecutivo Nacional fue ambiguo y contradictorio en los estrados internacionales.

Sintiéndose presionado, y hasta con el gesto de agobio que expone todos los días, Alberto volvió a mostrarse entre dos fuegos. Por un lado, la dureza de su “socio” Andrés Manuel López Obrador. El presidente mexicano es vecino y tiene necesidades muy diferentes a las argentinas. Por el otro, el prudente consejo de los asesores de Fernández que le pedían no tensar más la relación con la administración de Joe Biden.

Fernández consultó demasiado su discurso y trató de quedar bien con Dios y con el Diablo en su rol de titular de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) y de un país necesitado de la buena onda estadounidense. Fue un discurso tan negociado y manoseado que decantó en un texto y una postura poco creíbles.

Alberto terminó prendiéndole a cada santo una vela. Se quejó del apartamiento de Cuba, Nicaragua y Venezuela, pero cargó toda la responsabilidad estadounidense en el gobierno de Donald Trump, para así sacarle al menos una mueca cómplice a Biden. La Celac disfrutó, de esta manera, de tener unos 15 minutos de gloria esbozando una posición aplaudida por Nicolás Maduro, el mismísimo presidente venezolano que ahora ha vuelto a conversar con Estados Unidos agobiado por la escasez de energía que ha generado la guerra en Ucrania.

Para sumarle un enredo más a la madeja argentina, Fernández zarandeó al presidente de la OEA Luis Almagro, quien fuera canciller del ex presidente uruguayo José “Pepe” Mujica. Almagro, ahora con una política de alianza firme hacia los Estados Unidos, es uno de los amigos con los que suele intercambiar impresiones nada más y nada menos que el jefe de Gabinete Juan Manzur. Es más, cuando había llegado a la Jefatura de Gabinete presumió de su línea directa con el titular de la OEA, pero sólo le sirvió para que Alberto, cual padre, lo reconviniera por orden de Cristina -cual madre- por las relaciones de “Juancito” -¿cual hijo?- con “Luisito”.

Al final, en la Cumbre de la Américas quien más sonrió fue AMLO. El presidente mexicano se dio el gusto de no ir al encuentro de mandatarios y de que Fernández, como un títere suyo, se transformara en el vocero de sus posturas.

Biden, en tanto, no debe haber hecho un balance muy positivo ya que no logró fortalecer su hegemonía regional ante la ofensiva ruso-china en el continente. Ese proyecto quedó abollado, tanto como la relación de Fernández con EEUU.

El argentino, en un estilo muy poco diplomático comenzó su visita con sonrisas y abrazos mostrando tiernamente la foto de su nuevo hijo y terminó lanzando trompadas. Nada nuevo bajo el sol para los argentinos acostumbrados a estos incomprensibles -e insinceros- vaivenes.

Es viernes y tu equipo lo sabe

A diferencia de lo que vive el resto del país, los tucumanos saben que el viernes es el día de visita. Es la jornada reservada para el aterrizaje de funcionarios nacionales, agenda que es manejada personalmente por el Jefe de Gabinete y gobernador en uso de licencia. Pero, curiosamente, este viernes Juan Manzur faltó a la cita. No vino ningún integrante del gabinete nacional. Por un lado, en la provincia tuvieron un viernes aliviado, pero por el otro se abrió un signo de pregunta para entender qué había pasado.

Es el segundo viernes que da un faltazo. La semana pasada había dicho en 48 o en 72 horas se normaliza la provisión de gasoil en el norte del país. Por las dudas, y ante la hipótesis de que el auto que lo iba a buscar al aeropuerto funcionara a gasoil, evitó el papelón porque nada se normalizó.

Y, ayer estaba todo listo para que viniera el titular del Enohsa (Ente Nacional de Obras Hídricas y Saneamiento), pero se volvió a postergar la visita de todos los viernes. Es que las cosas siguen sin correr por su cauce normal.

Aunque no lo veamos…

Sin embargo, aunque Juan Manzur no haya venido como lo venía haciendo, no quiere dejar de estar en boca de los tucumanos ni tampoco bajar del barco que no se anima a abandonar y en el que se aferra al timonel como el náufrago a su pedazo de madera.

Si no estuvo en cuerpo presente, sí lo hizo corporizándose en pintadas. En los últimos 10 días se empezaron a llenar los tachos de pinturas para que las brochas embebieran la “tinta” necesaria para estampar su nombre en las paredes.

“Jaldo-Manzur”, dicen las pintadas preanunciando la fórmula oficialista para el año que viene. Pero, al mismo tiempo, acompaña a los dos apellidos el nombre del dirigente monterizo Regino Amado. Curiosamente el primero en pintar la fórmula “Manzur-Jaldo”, también fue Amado. El actual subrogante de la Legislatura es un experto en cambiar nombres y fidelidades. Siempre se las ha arreglado para caer bien parado. Se ha puesto la camiseta alperovichista, manzurista y jaldista como si fuera la misma.

Las pintadas, de las que no han renegado ni Manzur ni Jaldo, se convierten en una medida devaluatoria de las aspiraciones de otros dirigentes. No pueden pasar inadvertidas para los diferentes proyectos políticos del senador Pablo Yedlin, de la diputada Rossana Chala ni para el osado intendente Javier Noguera o para el legislador Sergio Mansilla y el intendente Carlos Najar. Cada uno de ellos deberá revisar sus estrategias de acuerdo con lo que haga -¿y mande?- Juan Manzur.

El jefe de gabinete, por las dudas, hace todos los deberes para no tener ningún sobresalto. Por eso llama a sus amigos de la Justicia para que le confirmen de que no tendrá problemas ante un hipotético planteo en contra de su postulación a vicegobernador, una “capiti diminutio” sin antecedentes en la provincia. Aunque el sentido común le dé tranquilidad, Manzur teme que haya alguna presentación en contra de su postulación a vicegobernador porque él es integrante de la fórmula que actualmente conduce la provincia y ya no caben reelecciones. Pero es simplemente una sutileza de lo contrario él mismo no hubiera podido llegar al sillón de Lucas Córdoba cuando era “el hombre que José inventó”.

Detrás de escena

Como si fuera la marquesina de un gran teatro, detrás de la fórmula hay una guerra sin cuartel. En la Capital suenan algunos nombres para salir a la palestra. A los de Yedlin y Chahla se suman los de Gerónimo Vargas Aignasse (frustrado anfitrión del jefe del Enhosa) y el titular del Concejo Deliberante, Fernando Juri.

En el Este de la provincia el intendente ultrajaldista Darío Montero no sólo tiene que resolver sobre su futuro sino también sobre el del resto de la familia, ya que su esposa Gladys Medina es secretaria de Atención a Familias en Riesgo Social de la Provincia, y su hijo Gonzalo tiene una banca en la Legislatura. En esta sección electoral donde el peronismo es amo y señor también saca cabeza el defensor del Pueblo. Eduardo Cobos pretende que su hijo Tomás se siente en un escaño de la Legislatura. Para eso tendrá que dirimir algunas cuestiones con la legisladora Maia Martínez, quien seguramente querrá ser reelecta.

Teléfono descompuesto

Mientras el oficialismo ha empezado a mover sus huestes en el territorio, la oposición parece empantanada en una disputa de cúpulas. Juntos por el Cambio sólo tiene de “juntos” el nombre. Pero además sus referentes muestran la rara habilidad de promover en sus discursos la importancia del diálogo, cosa que ninguno de ellos practica, salvo con sus acólitos más cercanos o con sus familiares. La desconfianza es el verdadero sentimiento que unifica la vida del arco opositor.

Es tal la comedia de enredos que protagonizan los principales referentes que para intentar algún acercamiento recurren al amigo de un amigo del otro dirigente con la intención de que les haga de nexo para una hipotética reunión. Pareciera que no se han dado cuenta que viven en los inicios de la tercera década del siglo XXI, cuando la tecnología permite apretar un botón del celular y comunicarse con el otro, esté donde esté.

En un esfuerzo notable, Juntos por el Cambio desde hace unos meses ha conseguido armar algunas comisiones de trabajo para elaborar proyectos. Sin embargo, cuando algunas de esas propuestas están listas para presentarlas en sociedad y mostrar una oposición activa con intenciones de gobernar, no consiguen reunir a los dirigentes. Es que no se hablan.

Rencores

Esta semana que se fue para siempre, la Universidad Nacional de Tucumán tuvo algunos movimientos telúricos a raíz del conflicto suscitado con la Escuela de Enfermería. Y, el temblor fue mayor por las secuelas de la contienda electoral.

La toma de los estudiantes afloró el enfrentamiento entre el secretario general de la UNT y el decano de la Facultad de Medicina. El sempiterno José Hugo Saab tomó cartas en el asunto para que Enfermería quede bajo el ala del rectorado arrebatándosela a Medicina. Es que al sempiterno Saab nadie puede sacarle de la cabeza que el decano Mateo Martínez fue uno de los impulsores de la candidatura a rector de José Luis Jiménez y ante esa hipótesis pretende ser implacable.

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