09 Junio 2022
RESISTENCIA. El joven cuenta que más allá de la preparación física lo fundamental es prepararse mentalmente para un reto de estas características.
El origen de esta historia se remonta a diciembre de 2021. Una noche, Exequiel Arce (28) se encontraba en su habitación sin poder dormir. De repente comenzó a pensar qué lugares le gustaría conocer. Pero había un inconveniente: no contaba con el dinero para comprar un pasaje de avión o de colectivo para salir a recorrer el país. Fue entonces cuando se propuso emprender un viaje en bicicleta desde Tucumán hasta el sur del país.
El joven, oriundo de Yerba Buena, recorrió más de 2.300 kilómetros. Hace una semana, después de cumplir la primera etapa de este desafío personal y llegar hasta San Martín de los Andes, regresó a la provincia para reencontrarse con sus seres queridos, a los que no veía hace aproximadamente cuatro meses.
"Cuando le comenté a mi familia esta idea, lo primero que me dijo fue ‘estás loco’", recuerda entre risas en diálogo con LA GACETA. "El shock inicial rápidamente quedó atrás y al ver que era un proyecto que me entusiasmaba me brindó todo su apoyo. A la que más le costó fue a mi abuela, pero al darse cuenta de que no había forma de hacerme cambiar lo terminó aceptando", cuenta.
Un mes y medio antes de salir comenzó a preparar cada detalle. Nada podía quedar al azar. "Trabajaba en un bar y lo que ganaba lo destinaba a este sueño. Tenía una bicicleta, regalo de mi papá, a la que le hice una serie de arreglos, le compre un portaequipaje y las alforjas, entre otros elementos. En cuanto a la preparación física reconozco que no hubo. Al trabajar de noche se me hacía muy complicado salir a entrenar. Si bien desde pequeño me apasionaba el ciclismo, lo máximo que recorría eran 10 kilómetros, por lo que esto significó un desafío sin precedentes en lo personal", comenta.
Así los días fueron pasando y finalmente el 9 de febrero de este año comenzó la gran hazaña. "Esa mañana partí desde Yerba Buena hasta Concepción. Un amigo me recibió en su casa y ahí pasé la noche. Al otro día me desperté, agarré la bicicleta y salí rumbo a Catamarca. Posteriormente, me dirigí a la ruta nacional 40 y no paré más", recuerda.
Durante las primeras semanas -relata- se alojó en campings y hostales que encontraba en el camino. Durante el viaje fue conociendo a otros aventureros como él. Cuando el sol se ocultaba y la noche los encontraba en la ruta, sacaban sus carpas y acampaban a las orillas o cerca de un río.
"El camino no es fácil y es muy lento. Uno debe estar preparado para sortear distintos tipos de obstáculos como el mal estado de las rutas o el clima adverso. También el cansancio, hay días que recorrí entre 90 y 100 kilómetros. Llegué a estar 12 horas pedaleando. Yo no era muy paciente y esto me enseñó a serlo. Uno puede tener la mejor preparación física, pero la preparación mental es fundamental", sostiene.
Pero la gran barrera que debió superar y puso a prueba su capacidad de resistencia se presentó en Mendoza. "Una noche había parado en una estación de servicio de la localidad de Tunuyán para dormir. No tenía otro lugar para ir, ya que ese día había sido muy complicado. Ya no me convenía seguir. Bueno, mientras descansaba unas personas me robaron la bicicleta".
Al despertar se desayunó con lo que había pasado. Inmediatamente, fue hasta la policía a radicar la denuncia y comenzó a compartir en sus redes sociales imágenes de la bicicleta. "Me generó una profunda desilusión. Lo más duro fue cuando fui por segunda vez a la comisaría a consultar si había novedades y me dijeron que no. Salí de ahí y me dirigí hasta la terminal para consultar cuánto costaban los pasajes para regresar a Tucumán", confiesa.
Cuando volvía de la estación comenzó a recibir en su teléfono cientos de mensajes de personas que se habían enterado y comenzaron a ofrecerle ayuda. Esto le dio fuerzas y esperanza para no dejarse caer.
"En un momento recibí un llamado que cambió todo. Apareció un señor llamado Fernando Cataldo y me ofreció armar una bicicleta totalmente gratis. También me recibió en su casa y hasta dejó de trabajar para colaborar. Le estoy tremendamente agradecido porque sin su ayuda esto no podría haberlo hecho".
Así pasaron tres semanas hasta que Exequiel abandonó la tierra del vino para seguir con su aventura. Finalmente y tras mucho pedalear arribó al sudoeste de la provincia de Neuquén, más precisamente a la ciudad de San Martín de los Andes. "El objetivo era llegar hasta Bariloche, pero el frío hizo que ponga una pausa porque no contaba con las herramientas para hacer frente a temperaturas bajo cero. Hay que ser consciente de eso. No obstante, cuando el clima sea más cálido voy a retomar y llegar a San Carlos de Bariloche", asegura.
Arce no descarta adoptar este estilo de vida nómade. "Fue una experiencia que disfruté mucho. Me permitió conocer distintos puntos de nuestra geografía y conocer personas maravillosas que sin importar te dan una mano. También me encontré con viajeros de todo el mundo que quedan fascinados con nuestra cultura".
"Mi consejo a todos aquellos que tengan la curiosidad de emprender una andanza de estas características es que se animen y salgan de la zona de confort. La bicicleta se convirtió en mi casa en esos meses y lo disfruté. No importa el medio, hay que atreverse. Las dificultades siempre van existir, pero cuando llegas al final de la jornada y te das cuenta del recorrido decís ‘valió la pena’", concluyó.
Producción periodística de Nicolás Córdoba
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