
Ray Liotta. FOTO TOMADA DE TN.COM.AR

Era 2005 y le llegó su mayor premio. Su participación especial como un preso de larga condena que es llevado de urgencia a un hospital en el capítulo “Tiempo de morir” de la serie “ER-Emergencias” le valió el Emmy en su categoría. Y lo merecía desde el primer hasta el último segundo de su intervención: un hombre que se arrepiente de lo que hizo y trata, infructuosamente, de volver a tomar contacto con su familia hasta que asume que es el final y se opone a seguir con un tratamiento.
Ray Liotta conmovió a todos con su actuación en ese episodio memorable, un jalón más de una larga lista de trabajos que fueron elogiados, sea como protagonista o como segunda figura. Ayer, en República Dominicana donde estaba filmando su nueva película “Aguas peligrosas”, su cuerpo sin vida fue encontrado en la habitación del hotel donde se hospedaba. Le tocó a su hija, la también actriz Karsen Liotta, confirmar la información por las redes sociales. Aún no se informó oficialmente la causa de su deceso, a los 67 años y mientras dormía.
Adoptado a los seis meses por una familia católica de ascendencia italiana, escocesa e irlandesa, a los 40 años conoció a su madre biológica y descubrió tener sangre escocesa también. Estaba por casarse con su novia Jacy Nittolo.
En los 80, tras estudiar en la universidad de Miami, llegó a Nueva York y de allí partió a Los Ángeles, con la meta de ser actor. Comenzó en la televisión, y una década más tarde fue su tiempo de oro, para luego ver decrecer su figura en los últimos años.
Quienes no lo hayan visto en “ER”, seguramente recordarán a Liotta por su personificación del desequilibrado y violento Henry Hill en “Buenos muchachos”, el gran filme de Martin Scorsese sobre la mafia norteamericana, por el que bien hubiese merecido una estatuilla que siempre le fue esquiva. Ya desde antes (y luego, por casi siempre) le prestó el rostro a criminales, drogadictos y asesinos. No renegaba de ello: “no es que prefiera los tipos oscuros, solo me los ofrecen. He hecho unas 80 películas y en la mayoría hacía de tipos buenos, pero la gente parece que únicamente recuerda a los malos. Les pasa a la mayoría de actores, los villanos parece que sobresalen”, le dijo al diario español El País.
Su filmografía se llenó de títulos con gran respuesta de taquilla como “Tierra de policías”, “Corrina, Corrina”, “Blow”, “Hannibal”, “John Q”, “Identidad” y “Mátalos suavemente”, la mayoría relacionados con el género thriller, aunque también hizo comedias y doblajes de películas y series infantiles. Compartió cartel en películas con Sylvester Stallone, Anthony Hopkins, Sigourney Weaver, Johnny Depp, Penélope Cruz, Brad Pitt, Guy Ritchie, Denzel Washington, Robert Duvall, John Travolta y muchos más.
Aunque los secundaba, sus ojos claros y su prestancia le hacían ganar un espacio en la pantalla grande que muchos envidiaban, y con un talento que le permitía pasar de un muchacho amable de cara simpática a un ser temible de mirada helada en apenas una fracción de segundos. Sin embargo, siempre aclaraba que en su vida privada nunca había peleado.
Tuvo candidaturas a los Globo de Oro (en 1986 por “Algo salvaje”, de Jonathan Demme) y del Sindicato de Actores, pero no premios. Lo mismo, estaba agradecido con su carrera y así lo expresó en el diario británico The Guardian: “Si tienes una película por la que el público te recuerde, eso es grande. Si tienes dos, eso es fantástico”.
En los últimos años, volvió con fuerza a la pantalla: estuvo en los elencos de “Los santos de la mafia”, “Historia de un matrimonio” y “Ni un paso en falso”, de Steven Soderbergh, además de participar en series de plataformas de streaming. Con Elizabeth Banks filmó “Cocaine Bear” (aún no estrenada) y estaba por protagonizar junto a Demi Moore “The Substance”.
La muerte de Liotta se produjo dos semanas antes del décimo aniversario del deceso del verdadero Hill, el mafioso al que encarnó en su papel más recordado.







