Las palabras y el fútbol

Las palabras y el fútbol

Las palabras y el fútbol

Viernes a la noche. Feria del Libro en Buenos Aires. Casi que no se podía caminar por los pasillos. Primero una charla con la TV Pública. “Televisión y palabras”. Por documentales y series que acababan de recibir premios en un Festival de Nueva York. Las palabras que definen. Y las historias que siempre siguen siendo lo más importante. Más allá de la herramienta que se utilice. Palabra escrita o palabra hablada. Y la sensación de que, muchas veces, lo más importante no son las palabras que se dicen. Sino las que no se dicen. Las omisiones. Por compromisos, negocios o lo que fuere. Ponerle nombre a las cosas. Y luego de la charla con la TV Pública, programa radial. Escritores que desfilan. Mauro Libertella, fana de River, contando que su momento de “traición” futbolera fue haber amado al Juan Román Riquelme jugador. Julián Scher y su libro “Socios eternos”, pequeñas historias sobre 46 socios de Racing que fueron desaparecidos durante la dictadura. Son los clubes argentinos que siguen haciendo memoria. Y, finalmente, Claudia Piñeiro, consagrada, recordando su amor por Independiente y confesando que, como su pareja (Ricardo Gil Laavedra) es fana de Racing entonces, por cuestiones de pragmatismo hogareño (“salud mental”, dijo) prefería que ayer sábado Racing le ganara a Boca.

Cuando la pelota comienza a rodar (escribo este artículo horas antes del Racing-Boca) se termina todo. No hay letra posible. La pelota, ese espacio impredecible que todavía sigue teniendo la confrontación deportiva, supera muchas veces cualquier ficción. No hay novela que pudiese haber contado, por ejemplo, el increíble avance de Real Madrid a la final de la Champions (el 28 de mayo en París contra Liverpool). “Unscriptable drama”. Drama sin guión, lo llaman en inglés. Es una gran definición. Ya se contará algún día la trama de Chelsea, que también estaba jugando ayer antes de este texto la final de la FA Cup en Inglaterra. Un Chelsea que tenía a su reconocido patrón, el magnate ruso Roman Abramovich, celebrando sólo meses atrás la conquista del Mundial de Clubes, él mismo dentro de la cancha. Y que apenas un par de meses después, por la guerra en Ucrania, tenía que escapar de Londres y vender todas sus propiedades, Chelsea incluido. ¿Y qué decir de Liverpool? Es tal vez el mejor equipo de la temporada. Tanto que llegó al final con un título y chances en otros tres. Ya ganó la Copa de Liga inglesa. La Champions, fue dicho, deberá definirla contra un Real Madrid que ya la obtuvo trece veces y que parece con la suerte y los cracks suficientes para hacerlo una vez más. En la Premier League está segundo y con pocas chances de superar al Manchester City de “Pep” Guardiola. Y ayer definía la FA Cup con Chelsea.  

No debe ser casual entonces que Liverpool y su DT alemán Jürgen Klopp sean los nombres que más lucen en el stand de la Feria del Libro librofútbol.com. Compré “Heavy metal”, de Leandro Burgos. “El fútbol intenso que convirtió a Jürgen KIopp en el mejor entrenador del mundo”. ¿Acaso si Liverpool no gana especialmente Champions ni Premier (los dos títulos más importantes) cambiaría nuestro concepto sobre la extraordinaria temporada del equipo de Klopp? “Der fussball” (Ezequiel Daray) y “Fútbol en una nación dividida” (José Villarroya, sobre el fútbol alemán de 1945 a 1990, hasta cuando cayó el Muro de Berlín) son otros de los dos títulos más tentadores que compré en “librofútbol.com”. Me interesó también “El legado de Barcelona”, del notable Jonathan Wilson. Es un libro sobre “la evolución del fútbol moderno, de Cruyff a Guardiola”). “Nacido Salvaje” (Álvaro Ramírez, sobre los orígenes del fútbol) y “La Máquina” (Gustavo García-Carlos Viacava, sobre la mítica delantera de River de Muñoz-Moreno-Pedernera-Labruna-Loustau). Justamente Ángel Amadeo Labruna acaparó estantes por la trilogía que publicó Diego Borinsky (Labruna-jugador, Labruna-DT y Labruna-personaje). Borinsky es justamente el biógrafo de Marcelo Gallardo, el DT que algún panelista en la TV minimizó esta semana tras el inesperado traspié de River contra Tigre. ¿En serio? Por suerte, Gallardo no precisa siquiera los libros de Borinsky para mostrar su obra. Otra novedad es “Los siete locos”, de Ricardo Gotta, perfiles de cracks algo rebeldes, fuera pero también dentro de la cancha, difíciles de encontrar en el fútbol moderno, más disciplinado, para bien y para mal. Cierro con el flamante “Fútbol Contado”, de Walter Vargas. El colega pide no etiquetar cuando se habla de fútbol. Porque un 0-0 puede resultar mucho más atractivo que un 5-0. Y porque puede haber “equipos vistosos que juegan mal” y “equipos oscuros que juegan bien”. Y porque, siempre, en la competencia que fuere, terminará ganando solo uno. Y esa es la principal regla del juego. Saber perder.

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