No todos ensucian lo mismo

“No confunda su ciudad con suciedad”, sostiene un dicho anónimo. El problema de la basura que generamos los tucumanos y cómo procesamos su recolección y disposición final es un tema que se reedita cada tanto. Afortunadamente, cada vez con más frecuencia.

Varios especialistas en temas ambientales coincidieron en que si bien Tucumán está lejos de los estándares óptimos en el tratamiento de residuos, a medida que pasa el tiempo hay más conciencia entre la gente. “Si bien ahora está más en boga la cuestión ecologista, hace algunos años no se veía tan mal a una persona que tiraba un papel en la calle. En algunos años creo que puede haber un cambio de paradigma si siguen creciendo la educación y la concientización, sobre todo en los más chicos. Esto no tiene que ver con una cuestión social. Hay personas de todos los sectores que tiran la colilla del cigarrillo al piso”, opinó hace un tiempo la psicóloga María Eugenia Farhat en una entrevista con LA GACETA.

En 2019 el Observatorio de Fenómenos Urbanos y Territoriales (OFUT) de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UNT, había destacado cuatro avances positivos, aunque aclaró que son hechos aislados y harto insuficientes: el primer Punto Verde en Tafí Viejo, destinado a la recepción de residuos secos, con la idea de reciclar materiales y de reducir la cantidad de basura; el caso de los recuperadores de basura; el ecocanje que realizan asociaciones civiles; y la recolección diferenciada para los residuos verdes que realiza un camión forestal en Yerba Buena.

En estos cuatro ejemplos hay un punto en común, un cambio de paradigma: entender a la basura como un recurso y no sólo como un desecho.

Los gobiernos en general y la sociedad en su mayoría no terminan de comprender que las 800 toneladas de residuos que genera la provincia por día (300.000 toneladas por año) representan millones de pesos que podrían ganarse en reciclado, utilización orgánica o generación de energía, entre otros usos.

El 65% de esas 300.000 toneladas, según el Observatorio Nacional para la Gestión de Residuos Sólidos Urbanos, es recolectado y recibe algún tratamiento sanitario, mientras que el otro 35 % termina en basurales a cielo abierto, la mayoría ubicados sobre la autopista de circunvalación y sobre las márgenes del río Salí.

Tras un relevamiento satelital, OFUT informó que hay 480 basurales clandestinos sólo en el Gran Tucumán, que integran siete municipios y seis comunas. De ellos, 33 de gran tamaño (de una hectárea o más), unos 150 medianos, y los 300 restantes de dimensiones menores.

De todas las variables que intervienen en esta problemática, una no menor es que a no todos les cabe la misma responsabilidad, tanto como sujetos generadores de residuos, como de los diferentes municipios que los administran, y el gobierno provincial al que le corresponde la fiscalización.

Por ejemplo, mientras que en promedio un habitante de Yerba Buena produce casi 46 kilos de residuos por mes (un kilo y medio por día), en la capital se generan 31 kilos por persona; en Las Talitas 15 kilos, y en Alderetes seis kilos por persona y por mes. Es decir, un vecino de Alderetes produce casi ocho veces menos desperdicios que uno de Yerba Buena. Por lo tanto, también la responsabilidad de cada municipio no es la misma y debe ser proporcional a lo que genera.

Un punto que debería abordar el Consorcio Público Metropolitano, un organismo creado en 2009 para resolver en forma conjunta el destino de sus desperdicios y que hoy brilla por su ausencia.

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