La violencia en Whatsapp es habitual y difícil de controlar

La violencia en Whatsapp es habitual y difícil de controlar

Un estudio analiza cómo perciben los menores de 18 años las frecuentes amenazas, coacciones, agresiones sexuales y controles en la red de mensajería instantánea.

Vivir sin un teléfono móvil es prácticamente imposible. La gran mayoría de nosotros no nos imaginamos relacionarnos con otras personas sin WhatsApp. Y, como todo en la vida real, lo virtual tiene sus cosas buenas y también las malas. El maltrato es una de ellas. En internet se multiplican cierto tipo de agresiones, y en muchas situaciones aparecen veladas o no las reconocemos como algo grave.

“¿Por qué no me respondes?”, “¿qué estás haciendo?” Son dos frases que muchos reconocen como habituales en sus conversaciones de pareja, de familia o con amigos en WhatsApp. Y que los especialistas aclaran: son formas evidentes de acoso. Hay más tipos de violencia psicológica en plataformas de mensajería instantánea. Por ejemplo el stalking, que es hostigamiento; o el doxing, que consiste en reunir y difundir públicamente datos privados de alguien por internet, suplantar la personalidad de alguien en redes o crear perfiles falsos para desacreditar a alguien.

Investigación

Aunque se avanzó mucho en materia de concientización sobre el maltrato psicológico, hoy no todos concebimos este tipo de dinámicas virtuales como una forma real de abuso ni acoso. Esta situación quedó en evidencia en un estudio que realizaron los departamentos de Psicología Evolutiva de las universidades de Sevilla y Loyola, en España. El trabajo indagó sobre cómo perciben los menores de 18 años las frecuentes amenazas, coacciones, agresiones sexuales y controles en la mensajería instantánea.

Según la investigación, los jóvenes identifican como comunes conversaciones de este tipo: “Al final, tendré que quedarme en casa por tu culpa”; “¿Por qué no me has respondido?”; “¿Dónde estás?” o “Parece que ya no me amás”.

Otro estudio realizado por la Universidad Autónoma de Madrid (en 2015) indicó que el 50% del grupo poblacional que va de los 18 a los 30 años ha sufrido algún tipo de acoso cibernético, entre ellos el maltrato a través de WhatsApp.

El factor anonimato

La sexóloga Amelia del Sueldo Padilla considera que las mismas personas violentas de la vida cotidiana son quienes utilizan las redes sociales como una forma más de ejercicio de violencia. “Estas personas cuentan, además, con el factor anonimato que agrava esta situación aprovechándose del formato. La falsa sensación de anonimato y la soledad en la que suele establecerse la conexión, permite que quienes no se animan a discriminar en forma personal, tengan más facilidades para hacerlo vía web, ya sea compartiendo imágenes, con un ‘me gusta’ a cierta publicación o comentando publicaciones discriminatorias que constituyen hostigamiento on line”, remarca.

A diferencia de otros maltratos, según la especialista, el hostigamiento on line permite el sostenimiento del acoso a toda hora y desde cualquier sitio; es decir, son conductas sistemáticas no aisladas. “Esto provoca que el efecto en la persona que está siendo acosada sea mayor. Cuando, además, lo hacen en espacios públicos como las redes sociales, tienen mayor alcance (más usuarios lo ven). Acá hay falta de empatía, por lo que pueden invitar o animar a participar del acoso a personas que no lo harían en forma personal”, recalca.

Luego, apunta que la falsa sensación de anonimato que dan las redes sociales suele ir acompañada por una minimización del problema y de su importancia. Y esto puede causar que un mayor número de usuarios se sume al acoso, agrandando el circulo de discriminadores.

Según la sexóloga, hay tres formas de ciberbullying: acoso, exclusión y manipulación. Para la experta, la mejor forma de prevenir esto es a través de la Educación Sexual Integral (ESI), a través de la cual se puede y se debe abordar la convivencia digital y el respeto entre pares.

“Es importante explicarle a los jóvenes las consecuencias de la discriminación y las otras agresiones en la web para que comprendan las responsabilidades de sus acciones. Muchas veces se supone erróneamente que es menos doloroso el hostigamiento virtual que el personal en vivo. Por eso es importante trabajar con todos los implicados: quienes agreden, quienes son agredidos, quienes son observadores y quienes son cómplices. En estos casos, se debe profundizar la responsabilidad sobre las propias acciones y la necesidad de ser sujetos responsables también en internet a fin de evitar las violencias”, apunta.

Fines nocivos

“La tecnología es uno de los avances más significativos de los últimos tiempos. A su vez que podemos observar este avance como una herramienta valiosísima, también está siendo usada con fines nocivos para ejercer violencia. Tal es así que escuchamos términos concretos para hacer referencia a los distintos tipos de violencia virtuales, como, sexting sin consentimiento, cyberbullying, grooming, shaming, doxing”, describe Ana Carrascosa, psicóloga y terapeuta gestáltica.

Según analiza la profesional, la violencia on line, al no tener un efecto visible como puede ser un golpe, es más propensa a pasar inadvertida para el entorno de la persona que está siendo agredida. “Ese maltrato se va naturalizando porque ocurre dentro de la computadora o el teléfono. Y en muchos casos, por no verse expuestos, no se denuncia, sobre todo cuando es ejercido por una pareja o por pares”, explica.

“En el caso de los adolescentes el daño es mayor, ya que no cuentan con recursos suficientes para poner límites. Muchas veces se encierran, no piden ayuda, y es más factible que sean manipulados por la o las personas que están ejerciendo la violencia”, añade.

“Al mismo tiempo, el agresor goza de cierta impunidad protegiéndose detrás de la pantalla, busca ejercer control al tener acceso a todo lo que la persona hace, cómo lo hace, con quién lo hace y luego usar esa información a su beneficio deja vulnerable a la víctima, quien cada vez se ve más entrampada en esta telaraña de la cual le resulta difícil salir por el miedo a ser escrachada, a que revele información privada que puedan tener de ella”, detalla.

Para Carrascosa, es muy difícil controlar la violencia en la virtualidad; por ello es de gran importancia estar atentos a los cambios en el comportamiento de los jóvenes y trabajar en la prevención para darles herramientas, para que puedan poner en palabras el malestar que están sintiendo y pedir ayuda.

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