Relato del hombre que encontró el cuerpo de Matienzo

Relato del hombre que encontró el cuerpo de Matienzo

El subcomisario Pujada Lemos encabezó el equipo de rescate. Información errónea. El avión.

JEFE DE EQUIPO. Pujadas Lemos vino a Tucumán en 1922. JEFE DE EQUIPO. Pujadas Lemos vino a Tucumán en 1922.

Hablar de aviación en Tucumán, es hablar del teniente Benjamín Matienzo, aquel aviador militar que murió en mayo de 1919 al intentar cruzar la cordillera de los Andes hacia Chile. En esta ocasión nos vamos a remontar hacia mayo de 1922 habían pasado apenas tres años de la muerte del piloto y llegó hasta nuestra provincia para presentar sus respecto al extinto, el comisario Joaquín Pujadas Lemos., el hombre que encabezó la comisión que rescató los restos del piloto de las alturas andinas. El oficial hacia 1919 prestaba servicios en la policía fronteriza destacada en Las Cuevas. En su relato recordó que vio cruzar el aparato de Matienzo a las 8.35 del 28 de mayo de 1919, “perdiéndose de vista hacia el lado chileno entre los cerros La Gloria y Pan de Azúcar”. Su relato sigue: “Si no hubiera sido por una mala información que se recibió a las 11 de Chile, diciendo que el teniente había aterrizado en Santiago, quizás hubiéramos salvado al héroe. Pero en la fe de la noticia, creí que al perderse de vista iba con buen rumbo. Pero, luego a las 13 otra información no daba la noticia de Matienzo, lo que nos hizo creer que había aterrizado en alguna de las mesetas altas y se hallaba desorientado”. En su charla señaló que a la mañana siguiente partió el equipo pero la nieve depositada por la tormenta, que también afectó el vuelo del tucumano y que lo obligó a un aterrizaje forzoso en medio de la cordillera, hizo imposible avanzar. La información aportada por Pujadas indicaba que la nieve había alcanzado un metro de altura, imposibilitando internarse más allá de Las Cuevas. Hicieron varios intentos de rescate pero todos frustrados por la nieve y el clima.

El hallazgo

Llegamos a noviembre de 1919. El clima cediendo un poco de su ferocidad y permitiendo a los equipos trabajar. El 18, tras varias recorridas, mientras se revisaba la zona de “Potrero Escondido y Paso de los Contrabandistas, en compañía de los soldados Teófilo Morales y Segundo Zelayes, nos dirigimos hacia el punto conocido como Valle del Cajón de Las Cuevas, próximo al nacimiento del río, cuando de pronto vemos un cuerpo que luego reconocí como el del teniente Matienzo, quien se hallaba con el rostro y el vientre comido por los buitres”. A continuación el subcomisario dejó en custodia a los soldados mientras el volvía hasta Las Cuevas, “telegrafiando al jefe de Policía el hallazgo del cadáver que lo hice a horas 14.15”.

El hombre, con frustración, le expresó a nuestro colega que “el punto donde encontré al héroe, dista unos 15 kilómetros al noroeste del túnel y varias veces cruce por el cadáver en los días de nieve”. Cuando se refiere al túnel es en referencia al túnel del viejo Ferrocarril Trasandino y a su par se construyó el túnel automovilístico de Las Cuevas. La quebrada que parte hacia el noroeste de la boca del túnel lleva el nombre de Matienzo y es parte del parque nacional Aconcagua.

Inicio de la leyenda

La historia comienza a principios de 1919. Tres pilotos argentinos se preparaban, en la quinta de Los Tamarindos, en Mendoza, para intentar una hazaña mayor de la incipiente aeronáutica nacional: el cruce de los Andes. Eran el capitan Pedro Zanni, el teniente primero Antonio Parodi y el teniente Matienzo. Este último era tucumano, nacido el 19 de abril de 1891 en la casa de Congreso 171, y educado en la Escuela Normal y en el Colegio Nacional. Era hijo de un distinguido magistrado, el doctor Benjamín Matienzo y de Adela López Alurralde. Había egresado en 1910 del Colegio Militar con las presillas de subteniente. Su primer destino fue el Batallón 5 de Ingenieros, de Tucumán, y luego de un breve paso por Paraná ingresó en 1917 a la Escuela de Aviación Militar.

El cruce de los Andes en avión era un enorme desafío y se azuzaban para sortearlo, recíprocamente, los aviadores de la Argentina y de Chile. El terceto de Zanni, Parodi y Matienzo tenía confianza en su pericia. Zanni comandaba un Spad con motor Hispano Suizo, de 180 caballos de fuerza, mientras los otros dos volarían en sendos Nieuport, de 165 caballos. El día 28 comenzó temprano. Vientos de 120 kilómetros por hora en contra hacían casi imposible el avance. Ante el gasto de combustible y algunos desperfectos; Parodi, primero y luego Zanni deciden aterrizar. El primero regresa a Los Tamarindos y el segundo se queda en Uspallata. Matienzo decide seguir a Chile. Cuando el Nieuport agotó el combustible, Matienzo debió hacer un aterrizaje forzoso en medio de la cordillera, donde se había desencadenado un feroz temporal.

Lo que hizo después son solo conjeturas. Habrá considerado que su única salida era volver caminando hasta Las Cuevas y que podía hacerlo sin estimar lo difícil del recorrido. Caminó cerca de 20 kilómetros en medio de la nieve.

Pujadas destacó la personalidad del aviador al decir que “bien sabía Matienzo que su máquina tenía limitaciones pero los maliciosos de ambos lados de la cordillera se ensañaban vituperando de modo mordaz a los tres y él me dijo ´es cierto que las máquinas no nos responden, pero he de hacer lo que pueda a fin de desengañar al canalla´ al tiempo que mostraba un diario de Mendoza en el cual se mofaban”. También tuvo palabras críticas para aquellos que criticaban e ironizaban antes del intento frustrado del piloto.

AVIÓN Y AVIADOR. Matienzo junto a su nave antes de salir a volar. AVIÓN Y AVIADOR. Matienzo junto a su nave antes de salir a volar.

El rescatista conjeturó que “el héroe, si como creo, aterrizó en esos lugares, pudo bajarse aunque con riego debido a que había mucha nieve aún sin endurecer, lo que hace posible deslizarse en las cuesta casi a pique y así pudo llegar al Cajón de Las Cuevas donde fue encontrado cerca de una casilla abandonada que suelen habitar cateadores de minas, tal creo que el aparato ha de estar en una de esas cumbres y quien sabe cuándo pueda encontrarse, pues el teniente Candelaria con una escuadra de soldados del primer grupo de artillería de montaña, durante dos veranos seguidos intentó la empresa sin haberlo conseguido. Quien conozca los peligros de escalar cuestas a pique de pura piedra y desfiladeros de hielo resbaladizo, que se emplea varios días para explorar cada cumbre y con tan baja temperatura, fácil le será explicar porque aún no se encontró el aparato”.

JUNTO AL HÉROE. El equipo de rescate observa los restos del teniente Matienzo junto a la roca donde terminó su caminata.  JUNTO AL HÉROE. El equipo de rescate observa los restos del teniente Matienzo junto a la roca donde terminó su caminata.

El Nieuport de Matienzo recién fu encontrado el 6 de febrero de 1950, osea más de tres décadas después del accidente. Según nuestro diario de entonces: “el lugar donde fueron encontrados los restos de la frágil aeronave construida en madera y con motor de escasa potencia, está situado a más de 4.000 metros, en la llamada cordillera Real y cerca de Las Cuevas”.

El subcomisario Pujada Lemos encabezó el equipo de rescate. Información errónea. El avión Nieuport

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