Un mejor Estado, el consenso que hace falta

Un mejor Estado, el consenso que hace falta

El economista y docente Pablo Pero plantea los escenarios socioeconómicos en los que la Argentina ya no admite tantos impuestos

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¿Más Estado o menos Estado? ¿Hay Consenso? La pregunta es sobre el tamaño, pero la respuesta correcta tiene que ver con la utilidad. Un Estado ineficaz, carente de resultados, cargará con ambos defectos a la vez: grande en demasía, ya que gasta donde no debe, y al mismo tiempo insuficiente y corto, porque gasta mal donde sí debe gastar, plantea el economista Pablo Pero, que asegura que en la Argentina nos hace falta el consenso de un mejor Estado “transparente, expeditivo, planificado, enfocado en lo prioritario y en los que más lo necesitan”.

El debate público sin embargo sigue siendo sobre el tamaño. Hoy se habla del impuesto a la renta inesperada, y hace unas semanas el oficialismo provincial aceptó el “Consenso Fiscal” 2021, un acuerdo nacional que permite subir las alícuotas de los impuestos provinciales, considera el presidente de la Fundación Iniciativa de Pensamiento Colectivo (Ipec). Esta decisión, según su criterio, se contradice con lo que dijo el gobernador interino, Osvaldo Jaldo, que declaró que “hay que alivianar la carga impositiva a los que producen”.  “Así, el oficialismo habilitó el camino para subir impuestos, aunque aún no aumentó ninguno, dice que hay que alivianar la carga, pero no lo hace. Similar a nivel país: la Nación impulsó el consenso fiscal, los gobernadores firmaron, pero solo 9 provincias promovieron la adhesión a nivel local, Tucumán fue una. Tira y afloje de propuestas cortoplacistas que no apuntan a lo importante: ¿cuál es la visión de largo plazo?”, se pregunta.

Para estudiar el tamaño del Estado, el docente de la UNT parte de la siguiente base: la Argentina tiene una presión impositiva promedio (Economía 2021) de 30% del PBI. Solo superada por Cuba, Canadá y Brasil en América, Australia en Oceanía, y por los países de la Europa nórdica y occidental. Hasta ahí, ya estamos en el grupo de países con más impuestos. La diferencia entre Argentina, Brasil, y los demás países mencionados es el nivel de informalidad, advierte Así, al medir la presión fiscal sobre el sector formal descubrimos que este paga un poco más de 40% sobre su producción, con este valor nos empardamos con los Estados más pesados del mundo: Dinamarca, Francia, Noruega, y sus vecinos. A mayor abundancia: se calcula que los impuestos componen aproximadamente el 45% del precio promedio de los bienes y servicios del mercado formal en el país. En resumen: el sector formal soporta una presión récord a nivel mundial, expone. 

¿Hay lugar para subir más lo impuestos? A su criterio, no. “Ni empírica, ni teóricamente; ya estamos al máximo. Argentina y Tucumán soportan una presión récord, el Estado debe eficientizarse y así bajar la carga impositiva. Sin embargo, no basta la opinión de una sola persona para cerrar el debate, mientras la calidad del gasto público sea baja habrá fuertes demandas sociales irresueltas, acota. El experto señala, además que, mientras en Argentina la pobreza ronde el 40%, habrá voces pidiendo mayor participación estatal, y mientras el gasto público se destine por ejemplo a subsidiar a los grupos de mayores ingresos, se provea un mal servicio público, o no haya transparencia en las compras, habrá también presión para el achicamiento del fisco. El debate impositivo nos lleva siempre a las preguntas directas: ¿más, o menos Estado? Revisar los datos de los países más exitosos del mundo nos señala que esa simplificación es un camino errado, alerta.

El ranking del Índice de Desarrollo Humano (IDH) muestra que entre los países donde se mejor se vive en el mundo no hay uniformidad respecto del tamaño del Estado. Los nórdicos: Noruega, Finlandia, Dinamarca, Suecia, y los vecinos Alemania, Países Bajos e Inglaterra, que siempre aparecen en el tope del ranking de IDH, son también los países de mayor presión impositiva del mundo. Se cuelan en el grupo algunos distintos: Irlanda (con una Estado que representa solo 20% del PBI) y la ciudad Estado de Singapur, y países de presión media alta, como Australia, Estados Unidos o Israel. De los 20 países de mejor IDH, casi 15 tienen las mayores presiones fiscales del mundo, 3 presión fiscal media alta, y sólo 2 tienen poca carga impositiva. La conclusión empírica es clara: el tamaño del Estado no se correlaciona uno a uno con el desarrollo, explica Pero.

Al fin y al cabo lo que importa es cuán bien vivimos. No tanto cuánto impuesto pagamos, sino cuánta satisfacción recibimos a cambio, sintetiza.

¿Qué tenemos que hacer para parecernos a los países donde el nivel de vida es mejor?

Según el índice de Transparencia Internacional los ciudadanos que más confían en su Estado son los daneses, casualmente Dinamarca es también el país de mayor presión fiscal del mundo. Aparecen también como los más transparentes los países nórdicos. Parecido ocurre en los resultados de la encuesta de valores de la Universidad de Viena, al consultar sobre la confianza en el Estado: el 50% de los brasileños dice que no hay que tener nada de confianza, el 31% de los argentinos, el 24% de los chilenos, sólo el 15% de los daneses y el 6% de los noruegos. Si se mira el porcentaje de los que tienen bastante confianza en el Estado, encontramos a un 29% de los argentinos, un 39% de los daneses, y un 59% de los noruegos, recuerda el titular del Ipec. Por lo visto en los países ricos donde se paga muchos impuestos los ciudadanos creen en el Estado, y en sus conciudadanos. La confianza, la transparencia, la calidad en el servicio son la clave, y el tamaño pasa a un según orden de importancia. Otra característica de estos países desarrollados es que cuidan el déficit fiscal, por más que el Estado sea grande, no quiere decir que se gaste más de lo que el fisco pueda pagar. La salud fiscal no es de izquierdas ni de derechas, es simplemente de desarrollados, de responsables que saben cuidar su moneda nacional, agrega.

Con respecto a la generación de riqueza se puede estudiar el índice Doing Bussines (hoy discontinuado) del Banco Mundial. Índice que estudia tiempos y costos mínimos para empezar un negocio, conseguir servicios públicos, registrar propiedades, conseguir crédito y garantías, montos y facilidades para pagar los impuestos, flexibilidad y costo de emplear personal, y más.  Resulta que Dinamarca, el país de mayores impuestos del mundo, se encuentra como el cuarto país del mundo donde más fácil es hacer negocios. Noruega y Suecia están en los puestos 9 y 10, Estados Unidos 6°, Francia en el 30, Chile en el 60, Perú 76, y Brasil 124, justo antes de Argentina que tiene el puesto 126, de 190 países.  Nuevamente vemos que el tamaño del Estado, y la magnitud de la presión tributaria, no impiden tener una economía dinámica, considera el investigador y docente. Los países nórdicos, los de mayor presión tributaria, que también eran los que tenían un Estado más confiable, aparecen en el podio de los países con facilidades para generar empresas y empleo.

Pero continúa con los interrogantes. E invita a interrogar acerca de la calidad del gasto público, “Mejor Gasto para Mejores Vidas”, la publicación de cabecera del Banco Interamericano de Desarrollo para 2018/2019 estima que el gasto público ineficiente en Latinoamérica llega al 4% del PBI en promedio. Argentina es la que está peor en el subcontinente, 7% del PBI es el tamaño del gasto ineficiente. Como el Estado argentino pesa casi 35% del PBI, se concluye que $ 1 de cada $ 5 podría invertirse mejor. Según el estudio, en Argentina la mitad de este gasto ineficiente se explica por subsidios a la energía y transporte enfocados en los que no lo necesitan, y la otra mitad por otras ineficiencias (como corrupción o falta de buenas prácticas).

En conclusión, Pero puntualiza que en la Argentina no hay lugar para más impuestos. “Pero ese convencimiento personal mío, o tal vez del lector, no va a solucionar el debate. El tamaño no es el centro del problema, de hecho la mayoría de los países ricos tienen un gran Estado. El debate va a empezar a solucionarse cuando se cumpla una característica que sí es uniforme, el Estado debe ser útil para el ciudadano: debe ser confiable, fomentar el crecimiento económico, enfocarse en lo importante y en los que de verdad lo necesitan”, finaliza el economista.

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