Nuestros riñones cumplen funciones fundamentales en el organismo: regulan los niveles de agua, eliminan toxinas y desechos, y producen algunas hormonas, además de impulsar la creación de glóbulos rojos y controlar la presión arterial. Y a pesar de todo lo bueno que hacen por nosotros, no siempre los cuidamos lo suficiente.
Cada segundo jueves de marzo se conmemora el Día Mundial del Riñón, con el objetivo de crear conciencia e informar sobre la importancia de proteger este órgano para poder tener una vida plena y saludable. Se logra con algunos cambios de comportamiento diario, seguir unos consejos y prestar atención a las señales de alerta.
Paso a paso
Si estás pensando en empezar a cuidar tus riñones, algo que redundará en beneficios para todo tu cuerpo, te sugerimos seguir las recomendaciones de la Sociedad Argentina de Nefrología (SAN). Son simples, sencillas y al alcance de todos.
Lo primero que tenés que hacer es comenzar a realizar actividad física de forma habitual para mantenerte en forma y activo: el ejercicio te ayudará a reducir la presión arterial y así aminorar el riesgo de contraer la enfermedad renal crónica (ERC). El segundo paso -dice la SAN- es controlar el nivel de azúcar en sangre: aproximadamente el 50% de las personas con diabetes desarrollan algún grado de daño renal. La ecuación es simple: evitar la diabetes evita la ERC. Y como nueve de cada 10 personas con esta enfermedad tienen presión arterial alta, otra manera de prevenir es realizar frecuentemente un control de la tensión, siempre bajo la supervisión médica.
Otro factor que produce problemas renales es la obesidad. La cuarta recomendación, entonces, es la de desarrollar una alimentación saludable. Y con ella vienen tres consejos más: disminuir el consumo de sal (mineral que aumenta la presión arterial), hidratarse adecuadamente (para bajar el riesgo de deterioro de la función renal) y no fumar.
El siguiente paso es clave: si hay algo que hacemos los argentinos es automedicarnos, y eso puede desencadenar problemas renales. Desde la SAN recomiendan no utilizar fármacos que puedan tener una injerencia negativa en los riñones, como los antiinflamatorios no estereoides.
Un punto muy importante para el bienestar de la salud renal es el chequeo de rutina. No es ni costoso ni complicado: simplemente con un análisis de sangre con medición de creatinina y uno de orina una vez al año, es suficiente para saber el estado de estos órganos y, en caso de que sea necesario, diagnosticar de manera precoz una enfermedad. En última instancia, la SAN aconseja tener presente que todo lo que afecta al corazón también afecta a los riñones. Y así como no hay recetas mágicas para curar al 100% la enfermedad renal crónica, podemos prevenirla.
Silencio y enemigos
“En Argentina una de cada ocho personas padece algún grado de ERC, lo que equivale a más de cinco millones de argentinos”, indica Carlos Bonanno, vicepresidente de la SAN. Además, se calcula que sólo una de cada 10 lo sabe. Y ahí vienen los problemas.
“La enfermedad renal no da síntomas clínicos; más bien, los da, pero se confunden con otras enfermedades: el paciente no es capaz de saber si la tiene o no, e incluso el médico no puede reconocerla de entrada si no tiene el examen de sangre y de orina”, explica a LA GACETA el nefrólogo Juan Carlos Cabrera, hasta hace pocos meses jefe del Servicio de Nefrología del Hospital Padilla. “Cuando empiezan los síntomas fuertes, la función renal ya está deteriorada y hay que hacer diálisis o reemplazo (trasplante)”, indica el experto.
¿El gran problema? La sociedad toda aún no está informada. “Notamos una falta de conocimiento en la comunidad sobre los riñones, su funcionamiento y aquello que los afecta’’, reflexiona el doctor Guillermo Rosa Diez, presidente de la SAN.
El riñón tiene muchas funciones; ya lo hemos visto, pero también hay muchas cosas que lo afectan como consecuencia de nuestros hábitos. “Hay enemigos graves para la función renal”, advierte Cabrera y enumera: “el enemigo más grave, y que tenemos al alcance de la mano, son los antiinflamatorios, algunos capaces de producir daño renal. Después, hay un triángulo de enfermedades que los afectan: la diabetes, la hipertensión arterial y la obesidad; también hay otros predisponentes como el hábito tabáquico, en segundo plano”.
Cuidarse
“La única prevención es el análisis una vez por año -enfatiza Cabrera- y eso es lo que significa tener una buena salud renal: que todos los resultados de laboratorio estén en condiciones, con valores normales, y que se controle la posibilidad de padecer las enfermedades que dañan la capacidad renal”.
La falta de diagnóstico agrava aún más la enfermedad. Explica que cuando se disminuye la función de los riñones, los glomérulos sanos (son la unidad filtrante del riñón) trabajan más para suplir a la parte enferma. Y a medida que van pasando los años, empeora: además del 1% de función renal que se pierde por año después de los 35 años (propio del envejecimiento natural), la sobrefunción de esos glomérulos los va debilitando y matando de a poco. “Si no hay un diagnóstico precoz, se va acumulando y la función renal hace una curva de caída -indica-; quizá si uno hace el diagnostico se puede rectificar y se logra mantener la función de los riñones, y que sólo caiga lo que disminuye por la edad”.
“Uno de cada cinco hombres y una de cada cuatro mujeres de entre 65 y 75 años, y la mitad de los mayores de 75 años, padecen algún grado de deterioro de la función renal -agrega Fernando Lombi, secretario de la SAN-. A la fecha, aproximadamente un poco más de 30.000 pacientes en el país se encuentran en diálisis y 10.000 pacientes son trasplantados renales, según el Registro Argentino de Diálisis Crónica y Trasplante”.
¿Qué se hace cuando se diagnostica la ERC? Tratamiento y dieta. “Existen dietas específicas para cada estadio del daño renal, que las tiene que recomendar un especialista, y hay medicamentos bastante universales que pueden servir para evitar el aumento de la enfermedad; incluso han aparecido medicinas nuevas que mejoran la probabilidad de supervivencia de los glomérulos”, comenta.
En los casos de mayor gravedad, será necesaria la diálisis o el trasplante, pero no hay que llegar a esos extremos. “Para conocer si hay daño o no de la función renal sólo hace falta una consulta médica anual, que incluya un examen médico y un análisis de laboratorio sencillísimo, que se puede hacer en cualquier laboratorio hospitalario sin ningún tipo de inconveniente”, remarca. A ese estudio, la nefróloga Mariana Papaginovic le añade dos análisis más: la medición frecuente de la presión arterial y un examen de glucemia, que tampoco generan inconveniente alguno.
Así, con alternativas al alcance de la mano y con mínimos estudios, podemos asegurarnos una larga y satisfactoria vida.








