“Esquirlas” cuenta la tragedia de Río Tercero desde sus entrañas

“Esquirlas” cuenta la tragedia de Río Tercero desde sus entrañas

Natalia Garayalde comenzó con su ópera prima sin pensarlo, cuando con 12 años filmó su pueblo devastado por la explosión de un arsenal.

ESCENAS INÉDITAS. Buena parte del material de la premiada “Esquirlas” es de los primeros momentos del estallido de la Fábrica Militar de Córdoba.  ESCENAS INÉDITAS. Buena parte del material de la premiada “Esquirlas” es de los primeros momentos del estallido de la Fábrica Militar de Córdoba.

Natalia Garayalde confiesa que quisiera olvidar lo que vivió el 3 de noviembre de 1995, en su Río Tercero natal. Faltaban cinco minutos para las 9 de la mañana y un estruendo sacudió la ciudad: había explotado la Fábrica Militar, y las municiones hicieron estragos. Siete personas murieron, más de 300 quedaron heridas físicamente y el daño emocional de todos no fue medido jamás.

La Justicia Federal de Córdoba determinó que el estallido fue hecho adrede, para eliminar pruebas en la causa abierta por el contrabando de armas a Ecuador y Croacia, entre 1991 y 1995. Sin poder hacer un conteo y balance del arsenal que había en existencia, se buscó encubrir el delito. Así, se condenó a cuatro militares por estrado doloso (Edberto González de la Vega, Carlos Franke, Jorge Antonio Cornejo Torino y Marcelo Diego Gatto) y el proceso contra el expresidente Carlos Menem se extinguió por su muerte, la cual en un mes cumplirá su primer año.

Garayalde tenía 12 años, y una cámara filmadora hogareña de video recién comprada, una Sony con película de ocho milímetros. Su reacción más íntima e inmediata fue sacarla del estuche y comenzar a registrar todo lo que veía en su ciudad arrasada, en una vivencia de primera línea. Ese material fue el corazón de “Esquirlas”, el exitoso documental con el que debutó como cineasta, que ganó (entre otros premios) el Festival de Cine de Tucumán del año pasado en la categoría de mejor película argentina y que en este mes compite en el Cinema Tropical como una de las mejores producciones latinoamericanas.

Una tragedia contada desde la mirada de una niña preadolescente que empezó a forjar su destino detrás de las cámaras, y que recrea en diálogo con LA GACETA.

- ¿Qué significó reconstruir tu historia personal, familiar y de tu pueblo en este filme?

- La realización de la película fue un proceso agotador, que llevó muchos años. A veces pienso que empezó esa misma mañana de las explosiones, cuando registramos los destrozos de mi escuela. Deseaba mucho olvidarme del tema pero no pude. Empecé a hablar con la querellante de la causa, Ana Gritti, con los abogados Aukha Barbero y Horacio Viqueira, con el operario Omar Gaviglio, con la agrupación Cauce Común y con referentes que empujaron a que se hicieran pericias químicas con trotyl sin adulterar las pruebas. A partir de todas esas charlas, frente a pila de papeles, fotos, cassettes propios y públicos, construí un relato en línea de tiempo. Fue como si una masa de significaciones hubiese estado a la espera de quien la excitara para desencadenarse.

- El jurado del festival tucumano la calificó como una película “necesaria”. ¿Coincidís? ¿Cómo definirías vos tu película?

- Me cuesta mucho definir y adjetivar algo que salió de mis entrañas. Es difícil ser jueza y parte. Fue clave la distribución de roles. Trabajé en equipo y eso me permitió tener un extrañamiento ante un material sensible. Todo lo que sucede con la recepción de la película, incluida la mirada más experta de un jurado de festival, es algo hermosamente impredescible. Aunque el caos también puede ser la ignoracia de la casuística.

SIN OLVIDO. Garayalde reconstruyó una historia desconocida por muchos. SIN OLVIDO. Garayalde reconstruyó una historia desconocida por muchos.

- ¿Qué te motivó a los 12 años a tomar la cámara y filmar lo que veías?

- Lo que pasa afuera es anfetamina. ¿Cómo no querer tener una cámara o ahora un celular (funcionan como prótesis) para registrar? Entiendo menos nuestra atracción fatal hacia las selfies. ¿Por qué giramos la cámara para mirarnos con filtros? Nos metimos para adentro, nos quedamos en casa antes de la pandemia. En “Esquirlas” intenté mostrar que ese mundo privado estalla. Se cuenta una historia micro que está bombardeada por lo que pasa en la sociedad y en la política.

- ¿Hay una generación que ignora lo ocurrido, tu documental viene a llenar un vacío en la información histórica?

- Eso espero. Me propuse traer de nuevo un hecho olvidado. “Eso de fotogénico tiene poco y requiere años. Todas las cámaras se han ido ya a otra guerra”, dice Wisława Szymborska en el poema Fin y Principio. Ser memoriosa es sólo acordarse de serlo. Va otra cita para esta respuesta, porque así trabaja la evocación, de modo intersubjetivo: “La memoria colectiva (si es que tal cosa verdaderamente existe) traduce la voluntad de descubrir cierto sentido en el cual las acciones cotidianas encuentren algún resguardo”, escribió el argentino Hector Schmucler en “El olvido del mal”.

- Tu derrotero viene asentado en premios, ya antes del Gerardo Vallejo estuvo el de Mar del Plata. ¿Qué significan esos lauros?

- Es un reconocimiento al tratamiento cinematográfico de un hecho que me importa que sea conocido. Que se vuelva a hablar de Menem es todo un logro. No deja de ser un sabor agridulce, una escena lyncheana (por David Lynch) de “Terciopelo azul” en una tragedia.

- ¿También son inesperados?

- La imagen de un trofeo -siempre bienvenido y lustrado con vehemencia- me linkea a la observación de la liturgia de premiación que hace Nestor Frenkel en “Los ganadores”, ese estudio antropológico de la producción seriada de entrega de estatuillas. Cuando todo esto termine, voy a contratar a un actor para que reedite ese momento del anuncio de laureles, como la señora ganadora de la lotería de “Family Romance LLC”, de Werner Herzog.

- Río Tercero no adhirió al luto por la muerte de Menem. ¿Su figura y la protección política que recibió forman parte de esas “esquirlas” que siguen lastimando?

- Menem tenía que declarar el 24 de febrero de 2021 en la causa de las explosiones. Estaba procesado por el bombardeo con 20.000 proyectiles a una ciudad con 40.000 habitantes. Un misil por cada dos personas. Murió el día de lxs enamoradxs. A la mañana siguiente cerraron la causa. En 2018 lo habían sobreseído del tráfico de armas. Cerraron la causa “Sarlenga” bajo el argumento de que había un exceso “de plazo razonable” por los años transcurridos. Se tomaron más de dos décadas para después usar ese letargo como argumento. Es la impunidad en cómodas cuotas.

- ¿Una sentencia hubiese sido una reparación histórica?

- Me pregunto si los duelos alguna vez terminan o son la banda sonora de cada mañana, un rumor molesto que ya no se escucha porque crece el umbral de tolerancia. Se ecualiza para pasar por distintas etapas pero ahí están las marcas de la fractura. Una se va transportando con todo el mundo a cuestas. No existe reparación posible. Cualquier reflexión debería partir de esta verdad sin retorno.

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