Jaldo piensa más allá de un interinato en el Ejecutivo

Los cambios son sutiles, pero se percibe que Osvaldo Jaldo está pensando más allá de un interinato. Cada día que pasa, el vicegobernador en ejercicio del Poder Ejecutivo se convence que la administración debe llevar su sello, porque Juan Manzur seguirá siendo el jefe de Gabinete del presidente Alberto Fernández y porque su destino está atado a Buenos Aires. Jaldo le dará una vuelta de tuerca a su relación con el gabinete que heredó y que contiene a figuras que emergieron en su gestión. Les pedirá que redoblen los esfuerzos para apuntalar las acciones porque 2022 será un año bisagra, de obras públicas con ayuda federal, para que en 2023 pueda llegar con cierto oxígeno político e institucional más allá de lo que suceda en la Casa Rosada. Hoy, por caso, convocará a en el Salón Blanco de la Casa de Gobierno a ministros y a empresarios para hacer un balance de la primera semana de la vigencia del pase sanitario en Tucumán.

Jaldo se encontró con la Gobernación antes de tiempo, como también lo fue su lanzamiento de precandidatura en las internas, en las que midió fuerzas con el propio Manzur. Hoy ambos reeditan una luna de miel, la misma con la que arrancaron hace seis años, pero con expectativas diferenciadas: Manzur en la Nación, Jaldo en Tucumán.

Manzur está en una zona gris. No tiene la misma energía con la que ingresó el 20 de septiembre a la Casa Rosada como ese jugador de toda la cancha que renovaba los aires del oficialismo nacional, tras la derrota del Frente de Todos en las PASO. Por acción u omisión, su figura se fue neutralizando, a tal punto que hoy no tiene el mismo grado de presencialidad pública que en otros tiempos, advierte a LA GACETA Christian Buttié, director de CB Consultora de Opinión Pública. Su perfil es mucho más bajo, pero más centralizado a la relación con los factores de poder. Habla más con el sindicalismo cegetista, sin grandes estridencias, y también visita a industriales y recibe a empresarios para solicitarles que acompañen la gestión de Alberto Fernández.

A Manzur, no obstante, le surgió una nueva interna: con el ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro, cuya precandidatura presidencial es impulsada desde el mismo Instituto Patria. Entre ambos hay una excelente relación personal y política, pero ahora surge un conflicto de intereses electorales, con posible impacto en los gobernadores. Los dos tienen buena sintonía con los mandatarios provinciales y se caracterizan por ser dialoguistas.

En el peronismo hay dos tipos de gobernadores. Aquellos que tienen experiencia nacional y que saltaron a gobernaciones durante su carrera, como es el caso de Manzur, del chaqueño Jorge Capitanich (ex jefe de Gabinete) y el bonaerense Axel Kicillof (ex ministro de Economía), que ya se alistan para la carrera presidencial en 2023 o 2027, señala a nuestro diario Julio Burdman, director de la consultora Observatorio Electoral. Y están los que se mueven localmente y que quieren dar el salto nacional como es la situación del sanjuanino Sergio Uñac, del entrerriano Gustavo Bordet o el catamarqueño Raúl Jalil, entre otros.

“Claramente, Manzur está en el primer lote y su incursión en el gabinete de Alberto Fernández le ha abierto dos alternativas: la oportunidad de quedar como el factótum de un Gobierno que busca apuntalarse o, por el contrario, cargar con los costos de una crisis social y económica”, puntualiza Burdman. En otras palabras, el tucumano ató su futuro político y electoral al resultado que tenga la gestión de Alberto en la segunda fase, al desempeño de la economía argentina.

Con valor agregado

Mientras Manzur se entretiene en el juego de la política nacional, Jaldo sigue dándole su propio ritmo al Gobierno provincial. “Se puso la gestión sobre sus espaldas y ahora está al tanto de todo lo que pasa en cada área”, dice uno de los referentes más cercanos del tranqueño. El desembargo de Eugenio Agüero Gamboa en el Ministerio de Seguridad ha sido la primera señal que Jaldo dio públicamente respecto de que él se hará cargo de las designaciones, más allá de las sugerencias de Manzur. Algo similar ha sucedido con el recambio en el Ministerio de Salud con el ascenso de Luis Medina Ruiz en reemplazo de la hoy diputada nacional Rossana Chahla. Cuando de definiciones se trate, todos deben visitar más seguido el despacho del primer piso de la Casa de Gobierno antes que llamar a Buenos Aires para consultar qué hacer. Así de claro ha sido el mensaje jaldista. Incluso mañana asistirá como gobernador de Tucumán al acto de asunción del cuarto mando de Gerardo Zamora en Santiago del Estero. Al día siguiente, será parte de la cumbre de gobernadores en la vecina provincia, a la que también asistirá Manzur.

El vicegobernador no pierde el tiempo para un testeo a poco más de dos meses y medio de haber tomando las riendas del Poder Ejecutivo. Quiere saber, encuesta mediante, qué piensan los tucumanos acerca de las medidas que ha adoptado en este tiempo, pero también cómo está yendo en la carrera hacia 2023. En ese sondeo se incluyeron posibles contrincantes a la gobernación, tanto de la oposición como del oficialismo mismo. La ansiedad lo carcome. Aguarda los resultados antes del cierre de este 2021.

La gestión en el Poder Ejecutivo se ha convertido en un valor agregado para Jaldo. Le da más visibilidad que estando en un rol legislativo, por aquello que “la gente quiere ver soluciones” de sus gobernantes más que proyectos. Por eso, el vicegobernador no quiere perder tiempo: ha reclamado a varias reparticiones que tengan lista toda la documentación para que mañana mismo anuncie algunas obras que comenzarán a ejecutarse en algunas semanas, como un tramo del camino que conecta Ampimpa con la Ruta 40, un puente en Acheral o el mejoramiento de la señalización caminera del tramo entre El Indio y El Mollar, con una inversión global de $ 600 millones.

Jaldo aún no aparece en el ranking de gobernadores que elabora CB Consultora de Opinión Pública que aún ubica a Manzur entre los mandatarios con nivel de imagen medio, muy cerca del salteño Gustavo Sáenz y muy lejos de Uñac, que lidera la tabla de posiciones. A partir del mes que viene, el tranqueño será incluido en la grilla, anticipa a nuestro diario el director de esa consultora. Así, Jaldo debutará en las mediciones de corte federal.

En ese diagnóstico mensual se puede observar que los tucumanos le dan la espalda a la grieta. Los ex presidentes siguen ampliando su imagen negativa: Mauricio Macri llega al 70%, mientras que Cristina Fernández de Kirchner cosecha un 60% de rechazo en sus niveles de popularidad, según el sondeo de CB. Ese diagnóstico, a su vez, posiciona al porteño Horacio Rodríguez Larreta como el político con mayor aceptación en Tucumán (48,7% de imagen positiva), mientras que Alberto Fernández ha tenido este mes un 42,4% de aceptación.

“Esto muestra claramente que a los núcleos duros (macrismo y kirchnerismo) no les está yendo bien, mientras que la mejora que experimentan los sectores dialoguistas (Larreta y Alberto Fernández) se debe a sus roles de gestión, independientemente de los resultados que obtengan”, puntualiza Buttié.

El analista político acota que el ciudadano común observa más los modelos de gestión, por lo menos en la faz arquitectónica de la política, del consenso y del logro de resultados, más que la fase agonal, es decir, la discusión o la pelea.

Por esa razón, el oficialismo pone toda la carne en el asador para reactivar la obra pública. La suerte de Jaldo está atada a cómo le vaya a Manzur en la Casa Rosada, de la misma manera que el gobernador en uso de licencia depende de la suerte del Presidente en los dos años de mandato que le quedan. Cada uno, a su manera, se atornilla a sus cargos. El martes, en Monteros, se verán cara a cara y comenzarán a delinear por dónde arrancarán los trabajos públicos de envergadura en Tucumán durante 2022.