Tucumán desaprovecha, en gran medida, sus capacidades

Tucumán desaprovecha, en gran medida, sus capacidades

El historiador Daniel Campi dice que la provincia es exportadora de científicos y de tecnólogos; que falta un buen programa para inyectar ciencia a la producción.

LA BRECHA. Campi dice que el modelo de crecimiento separa a los muy ricos de los muy pobres y hace que la sociedad sea cada vez más desigual.  LA BRECHA. Campi dice que el modelo de crecimiento separa a los muy ricos de los muy pobres y hace que la sociedad sea cada vez más desigual.

Considera que con los niveles de riqueza que tiene nuestro país, que el 50% de la gente sea pobre es mortificante. Pero que históricamente Argentina tuvo muchos vaivenes en su economía. Y advierte que a pesar de las críticas, es innegable la importancia que tuvo el peronismo en Argentina. Daniel Campi, profesor titular de Historia Económica de la Facultad de Ciencias Económicas de la UNT e Investigador Principal del Conicet, sin embargo, mira con optimismo el futuro, sobre todo de Tucumán que, asegura, puede ser un importante polo científico. Este fue el diálogo con LA GACETA:

- Se dice que vivimos de ciclos económicos en Argentina. ¿Es tan así?

- Es posible reconocer a nivel de la economía global la existencia de ciclos, con sus momentos expansivos, de desaceleración y depresión. Y la economía argentina, tan articulada a la economía global, siempre fue muy sensible a esas ondas, a los cambios y al clima de ideas que orientan las políticas económicas. Por ejemplo, las crisis de 1930, la brusca retracción del comercio mundial y la depresión que le sucedió forzaron ciertas transformaciones estructurales; la más conocida la llamada “industrialización por sustitución de importaciones”, dando como resultado un país muy diferente al configurado en las últimas décadas del siglo XIX, cuya prosperidad dependía casi exclusivamente de la exportación de productos agropecuarios, lo que se complementaba con la importación de bienes industriales. Pero además de depender de esos ciclos de la economía mundial, el desempeño de la economía argentina dependió de otros factores: guerras, inestabilidad institucional, políticas económicas cambiantes y hasta crisis sanitarias, como la de la pandemia de la Covid-19.

- ¿Habrá un ciclo bueno en poco tiempo?

- Soy historiador y los historiadores no aventuramos pronósticos, no estamos adiestrados para ello. Ojalá la economía argentina sea beneficiada por un buen “viento de cola” en corto plazo. Pero que haya condiciones favorables no basta. Hay que saber aprovecharlas y prepararse para cuando los buenos vientos dejen de soplar o lo hagan en otra dirección.

- ¿Cómo se puede explicar que en Argentina, según las últimas mediciones, más del 50% de la población sea pobre?

- Que haya semejante porcentaje de la población con problemas para acceder a la comida, a buena atención sanitaria, a educación de calidad y a viviendas dignas es algo mortificante, considerando la riqueza de recursos con que cuenta nuestro país. Como es evidente, un buen porcentaje de los pobres de hoy son nuevos pobres, producto del impacto de la pandemia. Pero hay desde hace varias décadas una pobreza estructural que ni las políticas kirchneristas de recomposición de los salarios reales lograron bajar a menos del 25 por ciento. Quizás pueda atribuirse los períodos de mayor crecimiento de la pobreza a las políticas que disminuyeron la demanda interna y a la desindustrialización promovida por la dictadura cívicomilitar inaugurada en marzo de 1976, por las políticas de los años 90 y a las del reciente gobierno de Macri. No hay que olvidar que en la primera mitad de la década de 1970 el porcentaje de pobres en la Argentina no superaba el seis o siete por ciento. Si comparamos esos valores al del más del 60 por ciento a que llegamos en 2002, resultado de la debacle de la convertibilidad menemista que continuó De la Rúa, tenemos que concluir que muchas cosas se han hecho mal aquí.

- ¿Podría dar algún ejemplo de esas “cosas” que se hicieron mal?

- Sin entrar en detalles, creo que se trata de un modelo de crecimiento. Cuando sobrevienen los malos tiempos el peso de la crisis recae sobre los que menos tienen, sobre los que ni siquiera tienen un trabajo estable. Y cuando llegan tiempos de prosperidad sus beneficios se concentran en las capas más ricas de la sociedad, dejando para los más pobres solo migajas. Como en gran parte de América Latina, nuestra sociedad es cada vez más desigual. Es esta la gran brecha argentina, la que separa a los muy ricos de los muy pobres, cada día más profunda.

- ¿Cuánto afecta a la economía tener un Estado inmenso y que cada vez incorpora más gastos?

- El problema no es el tamaño del Estado, sino que sea eficiente o no. Si se crean escuelas y universidades que aumentan el nivel cultural y profesional de nuestra población, o si se fundan más hospitales o se modernizan los que hay, el crecimiento del Estado por la contratación de médicos, profesores, enfermeros, administrativos, etc., para mí es bienvenido. Sin duda hay áreas de la administración estatal muy ineficientes, quizás hasta superfluas. Y las hay muy eficientes, que hasta utilizan avanzada tecnología informática economizando costos de todo tipo para beneficio de la ciudadanía.

- Siendo Argentina un país con fuerte raigambre peronista, ¿hubo políticas erradas de gestión o el problema puede estar en que cada vez que asume un gobierno de otro signo político desarticular todo lo que se venía haciendo y volvemos a caer?

- En pocas líneas es muy difícil responder esa pregunta. Pero es cierto lo que usted sugiere en la segunda parte del interrogante. Los gobiernos antiperonistas se han preocupado más por destruir el legado peronista que por perfeccionar o corregir errores en el marco de un rumbo que tuvo innegables aspectos positivos para el bienestar general. El peronismo, surgido de las transformaciones sociales y culturales de la década de 1930 y de la primera mitad de la de 1940, fue una alianza de los trabajadores y de los pobres en general con un sector del Ejército que apostó a la industrialización con altos salarios. Fue inevitable, entonces, que hiciera irrupción un conflicto por la distribución del ingreso entre trabajo y capital, que se repite con cada gobierno de ese signo político. Pero la mayor parte de la ampliación de derechos políticos, laborales y sociales que tuvo lugar durante el primer peronismo no pudo ser erradicada. Nadie ni siquiera intentó anular los derechos políticos de las mujeres, ni se animó a derogar la gratuidad de los estudios universitarios, por citar solo dos ejemplos. El conflicto puede también interpretarse como la pugna de dos modelos, el que propugna una economía fundada en la exportación de bienes primarios con el que intenta conciliar el desarrollo agropecuario con el desarrollo industrial con grandes cuotas de soberanía económica, científica y tecnológica. Creo que también puede interpretarse de esa manera la grieta argentina.

- ¿Qué tipo de provincia productora somos hoy? ¿Podemos seguir subsistiendo únicamente de lo que da el campo o debemos diversificar?

- Tucumán no puede desaprovechar sus ventajas comparativas para la producción de azúcar, de cítricos, de determinadas frutas, hortalizas y cereales. Pero ya no somos la provincia que dependía exclusivamente de la producción azucarera. Ahora lo que antes se consideraba un subproducto es un producto muy valioso y valorado, el alcohol, mejor dicho el bioetanol. Si se solucionan los problemas de contaminación ambiental (hay tecnología para ello) y se enfrenta con inteligencia y decisión política los intereses contrarios a su desarrollo, será muy ventajoso para la economía tucumana. Eso sí, los beneficios de ese desarrollo deberían llegar también a los medianos y pequeños cañeros y los trabajadores. Por otro lado, Tucumán tiene capacidad de sobra para desarrollar industrias de gran complejidad tecnológica, somos exportadores de científicos y tecnólogos formados en nuestras universidades y en los casi 20 institutos dependientes de la UNT y el Conicet que tenemos. Considero que en gran medida esas capacidades son desaprovechadas. Nos falta un buen programa para inyectar ciencia a la producción y a los servicios, de lo que debería ocuparse y en lo que debería invertir el Estado provincial.

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