Equilibristas, oficinas y presupuestos

Equilibristas, oficinas y presupuestos

Viene una semana clave para la política y la institucionalidad de Argentina: cambiará la composición del Congreso. En el preludio, tanto en el oficialismo como en la oposición se ven atravesados por peleas, heridas y cicatrices.

Equilibristas, oficinas y presupuestos

La primera tarea de un diputado o de un senador nacional resulta bastante ingrata. Hay que pelear. Tienen que discutir y si hay que hacer alguna trapisonda no importa. Todo vale. No son todos iguales. Los diputados y los senadores llegan al Congreso con dos elementos fundamentales en sus valijas: uno es la ilusión que implica la trascendencia histórica y la otra es la obligación de cumplir con por lo menos alguna de las cosas que dijeron o prometieron en la campaña. Para llegar sacaron un pasaje caro que se apoyó en la individualidad de cada uno. Sus rostros adornaron casi todas las calles de sus provincias y sus voces se oyeron incansablemente durante por lo menos un agotador mes de campaña.

Apenas entran al Congreso todo se diluye. Hay que pagar derecho de piso. Los dos primeros años serán de ostracismo notable. En Diputados hasta hablar tiene sus padecimientos. No es una tarea fácil. En el Senado las cosas son un poco más sencillas. Hay códigos de respeto. No hay aplausos, no hay barras, prima otro clima de cordialidad, aunque después que se cruce Hipólito Yrigoyen, Rivadavia o Callao, sus actitudes sean diferentes.

Para alegría de la sociedad hay cosas que han mejorado respecto de años anteriores. Hubo épocas durante las que algún diputado tuvo que quedarse a dormir en los sillones de su despacho para no perderlo. Con el tiempo se impuso el uno a uno, tal vez como un resabio de la convertibilidad: cada parlamentario le entregaba en la mano las llaves de su despacho a algún amigo, conocido o a otro oriundo de su provincia. Eso también ha desaparecido. Ahora se hace el inventario de los muebles y todo va a manos de la secretaría administrativa de las respectivas Cámaras. Y queda el compromiso de la reserva y el riesgo de que alguna autoridad legislativa lo pueda romper. Es posible que eso pueda ocurrir en Diputados donde la cantidad (257 elegidos) hace que los pactos puedan desvanecerse en el aire. No ocurre eso en el Senado donde son 72. No obstante, la antigüedad cotiza en Bitcoins. El que llega tendrá los peores despachos y los mayores obstáculos. Dentro de dos años, todo irá mejorando. Se irán los que cumplan el mandato y ellos ya tendrán un bienio de antigüedad.

En el Senado están las oficinas del palacio (reservadas para los históricos, para los que manejan comisiones, y para los poderosos) y las del anexo. Algo parecido acontece en el recinto. Las dos primeras filas del hemiciclo son butacas que ya están reservadas. En el Congreso de la Nación, todas estas leyes no están escritas, pero se respetan contra viento y marea.

Esta semana que se fue para siempre, fue la de la negociación, la del conocimiento. Incluso si alguno llegará a presidir una comisión se hará acreedor a un despacho más. Y no hablemos de empleados. Algunos que pasaron por Buenos Aires hasta sus huellas digitales dejaron grabadas.

La semana que viene será trascendental. Lo que va a ocurrir en la Argentina en materia política será importante. La estructura del poder se va a reordenar en el Congreso y eso cambiará absolutamente el sistema de trabajo y la toma de resoluciones en el país. Las cosas no serán tan fáciles para la Casa Rosada. Es el cumplimiento de mandato popular del 14 de noviembre. Ese día los argentinos dijeron que habían fracasado cuando le dieron el poder absoluto a un espacio político. A través del voto dieron la orden de negociar. La era del acuerdo ha llegado al país. Dependerá de las personas que se sienten en las bancas de ambas Cámaras que todo prospere. O fracase.

Días anteriores, el Congreso podría haber aprobado el presupuesto de 2022. El oficialismo del Frente de Todos tenía los números suficientes para hacerlo. Sin embargo, no lo hizo. Llamó la atención porque será requisito imprescindible en la negociación con el Fondo Monetario Internacional, cuyos borradores ya están en los despachos de la Casa de Rosada. La Argentina ya ha vivido con presupuestos prorrogados en otros años; pero después del mandato de las urnas, que exige mayor responsabilidad -y además responsabilidad compartida-, no augura que puedan repetirse episodios como los de 2013, en los que el presupuesto brilló por su ausencia. También esto es lo que quiere Cristina al diluir lo más posible su vinculación con el país del norte.

Voces femeninas

En la Argentina de hoy dos mujeres gravitan en el poder. Sus voces hacen, sacuden conciencias, ordenan y obligan a pensar. En estos últimos días Cristina salió del ostracismo después de que la Justicia no sólo le aseguró millones de pesos jubilatorios, sino que también la liberó de culpas y cargos. Con esa euforia a cuestas se desligó de las cuestiones referidas a pagar deudas y al FMI. “Problema de Alberto”, habría sido el mensaje. Pero cuando habla Cristina todos se ponen nerviosos. Y el tucumano que ocupa el despacho contiguo al del Presidente de la Nación no debe haber pasado por sus mejores momentos. Por eso seguramente, regresó a Tucumán a tomar agua fresca y abrazarse con Osvaldo Jaldo.

Cuando Cristina escribe, descoloca a todos. Juan Manzur hasta ahora hizo equilibrio como el mejor. Se mostró como quien no tiene problemas ni con Cristina ni con Alberto y así va y viene sobre la cuerda floja. Sin embargo, por estos días trascendió cómo el diálogo entre Alberto y Manzur es menos fluido que el que el Presidente mantiene con su canciller y amigo Santiago Cafiero. Y deja traslucir los celos que generó le hiperactividad que mostró el Jefe de Gabinete al principio de su gestión. Eso haría pensar que Manzur se pueda sentir más cómodo en la esquina de Cristina. Sin embargo, ahora, con estas declaraciones en las que ella le pone hielo al tema internacional y de la deuda, el gobernador de Tucumán en uso de licencia va a tener que alejarse un poco, ya que su criterio es cumplir con el FMI y concentrarse en otras relaciones internacionales diferentes a las que viene teniendo el Poder Ejecutivo Nacional y, especialmente, la titular del Senado.

La otra voz femenina resuena (y fuerte) en la oposición. Elisa Carrió aprovechó el festejo de los 20 años de su Coalición Cívica y sentó a todo Juntos a sus pies y les advirtió que “no se peleen por los cargos. Las personas hacen a los cargos y no los cargos a las personas”. Se los dijo mirándolos a los ojos. Claro que no estaban allí los tucumanos de Juntos, pero bien les vendría releer el mensaje de “Lilita” que siguió siendo referente y teniendo poder, desde el llano. No hay que olvidar que los egos hacen que la coalición en Tucumán esté atada con alambre. Carrió también recomendó honrar las deudas para mantener la institucionalidad del país. Y finalmente, señaló que estaba bueno que “muchos curas quieran ser papas, obispos o cardenales, pero van a tener que competir”. Algo que los tucumanos deberán acatar si mantienen la vocación de poder.

Lilita repitió lo de siempre cuando dijo que la política se cura con más política y no dejó de señalar a los empresarios que contribuyen con la corrupción.

Mes incógnita

Diciembre es un mes que ha perdido la alegría de los festejos, de las cenas familiares, de la magia del “arbolito”. Los recuerdos de muertes, helicópteros, corridas, saqueos, violencia y desgobierno les han quitado paz, tranquilidad y sueños a los argentinos. A los tucumanos, aún más, ya que les queda el recuerdo del peor ataque policial contra la sociedad cuando se sublevaron por un incremento salarial. A mitad de semana, el gobernador interino transmitió tranquilidad cuando frente a las cámaras de televisión de LA GACETA dijo que se vislumbraba un diciembre sin sobresaltos.

Jaldo además dejó marcada la diferenciación de Tucumán con otras provincias cuando advirtió que faltaban obras por hacer, pero que prefería lo que se había hecho en Tucumán antes que tener un estadio único o un autódromo que “se usa una vez por año”. También, el vicegobernador a cargo del Poder Ejecutivo fue contundente cuando se le preguntó sobre las críticas que reciben los políticos y la devaluación que tiene esta tarea. “En Tucumán vota el 80 por ciento y eso debe ser leído como un respaldo a la actividad política”.

Jaldo fue más prudente al analizar la grieta que aún profundiza las diferencias e impiden cicatrizar las heridas de tan violenta reyerta que protagonizaron quienes hoy se abrazan con cariño. Lo sintetiza diciendo: “así somos los peronistas”, pero no alcanza. Mientras Manzur y Jaldo sonríen, las huestes de unos y otros no logran estrechar vínculos. Y, por lo tanto, se profundizan las herencias familiares de poder. En Lules, el intendente ya piensa que quien mejor lo podría suceder es su esposa. En Monteros los hijos de Ruiz Olivares y de Serra ya empezaron a velar armas. Y en Banda del Río Salí, el vástago del intendente Darío Monteros se prueba sacos.

En la oposición, Roberto Sánchez se despidió con emoción de su amplio despacho municipal, destacando lo que fue un ordenado cambio de manos; algo a lo que en la Capital Germán Alfaro le llamó “golpe institucional”. Las heridas no sangran en Cambiemos, pero tampoco cicatrizan.

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