Identidad y amor por el club, en tiempos difíciles

Identidad y amor por el club, en tiempos difíciles

Uno de los momentos más inolvidables que viví en un club de fútbol sucedió en 2019 cuando Banfield restituyó su condición de socios a once hinchas desaparecidos durante la dictadura. El gimnasio desbordó de emoción. Recuerdos potentes. Pura intensidad. Lejos de jactarse por el acto, Lucía Barbuto, entonces presidenta de Banfield, pidió aquel día disculpas a los familiares de las víctimas porque el club, gestiones anteriores incluidas, había demorado tantos años la reparación. Así lo llamó: reparación. Los familiares agradecieron, recordaron historias y sintieron alivio, emoción y alegría, conscientes de lo que Banfield había significado en la vida de cada una de las víctimas. El acto, y Banfield no fue el único, repercutió en clubes no sólo de Argentina, sino también especialmente de Brasil, en el marco de una región muy futbolera y que durante décadas había sufrido dictaduras que usaron a la pelota para celebrar títulos y hasta organizar copas mundiales de la FIFA, ideales para tapar el horror.

El martes será el turno de Racing. El club de Avellaneda restituirá su condición de socios y devolverá sus carnets a 45 hinchas desaparecidos. El acto será por la tarde y dentro del campo del Cilindro de Avellaneda, con entrada libre y sin límite para el público. Responderá a una presentación efectuada en 2021 por cinco socios (Jorge Watts -fallecido por covid 19-, Osvaldo Santoro, Miguel Laborde, Carlos Ulanovsky y Carlos Krug) y que el Departamento de Socios trasladó a la comisión directiva, tras una investigación que detectó fichas y recorrió años de plomo pero también la identidad potente de la “Academia” y el amor por el club y por el fútbol mismo. Por el club porque en Argentina las asociaciones civiles de nuestro fútbol siguen siendo propiedad de los socios y, aún con todas sus altas y bajas, mantienen un fuerte sentido de pertenencia y comunidad. Y por el fútbol porque muchos de esos hinchas desaparecidos siguieron yendo a la cancha aun en los tiempos más difíciles. El fútbol pese a todo. Porque formaba parte de uno, como me respondió el viernes pasado en una charla radial Carlos Krug, cuyo hermano Alberto es uno de los 45 hinchas que serán recordados el martes.

Es bueno citar, uno por uno, los nombres de todos ellos: José Abdala, Alejandro Almeida, José Amigo, Luis Avellino, Diego Beigbeder, Hilda Bruzzone, Jorge Caffati, Álvaro Cárdenas, Olga Cepeda, Jacobo Chester, Enrique Cobacho, Oscar Cobacho, Liliana Corti, Armando Croatto, Lucía Cullen, Gustavo Dicovsky, Mario Díaz, Pablo Dorigo, Jorge Elischer, Diego Ferreyra, José Flores, Eugenio Daniel Gallina, Eugenio Félix Gallina, Mario Gallina, Luis García, Ricardo García, Silvia Goñi, Dante Guede, Enrique Juárez, Gustavo Juárez, Alberto Krug, Luis Laporte, Osvaldo Maciel, César Maza, Carlos Mugica, César Nieto, Heriberto Ruggeri, Roberto Santoro, Miguel Scarpato, Daniel Schapira, Delfor Soto, Luis Steimberg, Jorge Sznaider, Mauricio Villalba y Oscar Zalazar.

Imposible omitir el contexto. Estamos recordando también que hace veinte años exactos vivimos el llamado “corralito”, una expresión excesivamente ingenua para describir lo que sucedió en aquellos días calientes de 2001, cuando los bancos retuvieron ahorros de toda una vida y el país se partía a pedazos, con el desfile increíble de cinco presidentes en doce días. Imposible omitir ese contexto porque precisamente en esos mismos días de 2001 Racing rompía la maldición de 35 años y conquistaba el título de campeón. Allí está, vigente, el libro “Academia Carajo”, del periodista Alejandro Wall, que describe la pasión de hinchas que por un lado resistían al estado de sitio con duras protestas callejeras y, por otro, hacía fila para comprar boletos y ver a Racing campeón. La represión entre el 19 y 20 de diciembre (tres meses antes había sucedido el atentado a las Torres Gemelas) terminó con 38 muertes en todo el país y el helicóptero recordado del presidente Fernando De la Rúa. Una semana después, Racing, paradójicamente bajo el gerenciamiento de Blanquiceleste SA, el rostro del empresario Fernando Marín defensor del fútbol-empresa, y sostenido por los dineros de un jeque etíope, salía campeón. Fue el Racing del “paso a paso” de “Mostaza” Merlo. Sufrido uno-uno final en cancha de Vélez. Arbitraje de Gabriel Brazenas. Se pregunta Wall en su libro: “¿cómo se suspende una pasión? ¿Con qué botón se apaga?”.

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