Joan Garriga Bacardi: "Hoy hay una idea un poco infantil de la vida"

Joan Garriga Bacardi: "Hoy hay una idea un poco infantil de la vida"

El psicólogo humanista español presentó su último libro en Argentina, Decir Sí a la Vida.

El psicólogo español Joan Garriga llegó a Uruguay y luego a Buenos Aires para brindar seminarios y aprovechó para difundir su último libro: Decir Sí a la Vida. Fue Socio Fundador del Institut Gestalt de Barcelona e introdujo en España a Bert Hellinger –creador de las Constelaciones Familiares-, una herramienta que utiliza y de la cual ha obtenido muy buenos resultados: “es una escenificación que se realiza en función de un problema que se quiere tratar. Se puede poner a la pareja, a los hijos, a los padres y se realiza una representación escénica espacial en donde se detecta claramente las dinámicas de los vínculos que contribuyen a mantener lo problemático y cómo deberían reestructurarse estas dinámicas para orientarse hacia soluciones. Es decir en una constelación se puede comprender la naturaleza del problema y los movimientos internos y emocionales necesarios para contribuir a una solución. Se suele hacer grupal pero se puede hacer individualmente”, indicó en diálogo vía Zoom con LA GACETA.

Garriga explica su recorrido profesional con una linda metáfora: “la psicología humanista es una especie de cajón de sastre que aglutina un montón de abordajes como la terapia Gestalt y me interesó porque era holístico y toma a la persona en sus dimensiones cognitivas, emocionales y corporales. No solo se dedica a escarbar en la mugre sino en buscar el potencial humano”, resume sabiamente sobre las elecciones que lo llevaron a formase en programación neurolingüística con abordaje Ericksoniano, en métodos escénicos y corporales, entre otras herramientas espirituales.

- ¿Cuánto influye la primera infancia, la familia, en la construcción de una persona?

- Nos construimos al hervor de nuestros vínculos principales, sobre todo en la infancia, por lo que es crucial el vínculo con los padres biológicos o de crianza. Cada persona cae a una especie de caldero o de matriz, un poquito más amplia, porque los padres tienen una historia: fueron hijos de otros padres y a todos les sucedieron cosas. Algunas fueron grandes bendiciones, otras aflicciones, hubo retracciones y adversidades. Una persona cae en ese sistema familiar que tiene mucha historia y eso lo va afectado en su construcción y en cómo se relaciona con las demás personas y con la vida misma.

Hace poco trabajé con una mujer en Montevideo que tenía un carácter rígido y controlador, muy desconectado del placer. Pero claro, en su familia, antes de que ella naciera había fallecido un hermanito producto de un accidente. Ella llegó a una familia cargada de culpa y sus padres ya no fueron igual con ella. ¿Qué quiero decir con esto? Que también están incluidos en nosotros, hechos que sucedieron antes. Esta niña percibía una madre deprimida, un padre lleno de culpa y ausente, por lo que ella experimentó es que todo era un universo caótico y desarrolló una personalidad controladora, ordenada. Esto le sirvió pero luego comenzó a generarle problemas con sus propios hijos y pareja. Entonces tuvo que hacer ese recorrido de nuevo.

- Tu libro “Decir sí a la vida” tiene un mensaje positivo pero en el libro se explica cómo ir sanando las contrariedades que suceden en la vida, ¿es así?

- Siempre aparece el sufrimiento, o más que eso, la contrariedad y las aflicciones. Como decía un filósofo, la mayoría de las personas no estamos dispuestas a hacer el viaje de sufrir para dejar de sufrir. Es decir, estamos fóbicos al dolor en lugar de integrarlo, transitarlo, abrazarlo y de hacer el viaje para integrar lo que sucedió que fue adverso y nos quedamos pegados a lo adverso. Entonces lo que fue doloroso se transforma en una actitud de sufrimiento: me siento víctima. En el libro lo que hago es explicar que una gran parte del sufrimiento no sería necesario si hiciéramos el viaje de integrar lo que la vida nos impuso, aunque fuera distinto de lo que nosotros hubiéramos querido. Porque la vida es eso, un balance de ganancias y de pérdidas, de expansión y contracción. Con suerte la vida nos complace, pero cualquier persona que haya vivido bastante pasó por estas situaciones de dolor.

- Y todo esto, con el mundo virtual como referente que nos muestra pura felicidad en redes sociales, ¿se hace más difícil?

- Eso es un disparate, es huir de la naturaleza de las cosas. Hoy hay un imperativo extraño de “sé feliz” y paradójicamente la felicidad se aleja de las personas. La felicidad sería más bien tener la capacidad de estar bien con las cosas tal y como suceden. No de estar bien compulsivamente, sino estar bien cuando nos visita la confusión, la tristeza o el miedo.

Hay una idea un poco infantil de la vida, se nos ha vendido la vulgaridad de tener que ser felices en lugar de la grandeza de tener que ser reales y más sólidos. Hay un filósofo alemán de origen coreano, Byung-Chul Han que explica que vivimos en una sociedad paliativa, es decir fóbica al dolor y que esto nos debilita. Por eso, cuanto más tratamos de escapar de este lado de la vida, más débiles nos hacemos como seres humanos y alejamos también la alegría de vivir. Eso intento explicar en mis libros: la dimensión de la alegría, del amor, de la belleza del nacimiento de un hijo implica abrazar también la pérdida o la enfermedad cuando toca, por mencionar algún ejemplo.

Todo esto no es un invento, es el fruto de acompañar a las personas en sus asuntos.

- ¿Cuáles serían las claves para decirle sí a la vida?

- Hay propuestas concretas, pero es que la propia naturaleza pone a nuestra disposición lo que necesitamos. Los recursos que necesitamos son de apertura emocional, abrirnos a la tristeza cuando toca, a la desesperación, al enojo, a toda la gama de emociones y con el tiempo salimos fortalecidos. Pero todo esto es pura naturaleza, no hay que hacer nada. Sí facilitan estos procesos sentirse contenido o bien acompañado por otras personas.

- ¿Cuán importantes son los vínculos en esto?

- Son más fuertes las personas que tienen vínculos significativos, quienes comparten sus logros. “Con los amigos las alegrías se multiplican y las penas se reparten”, decía el filósofo Michel de Montaigne así que conviene tener buenos amigos, una familia presente, es decir, vivir en contextos comunitarios, en redes seguras de amor. Uno de los problemas que enferma a tanta gente hoy en día es el excesivo aislamiento. Hay un porcentaje alto de gente en Europa que vive sola. La familia es cada vez más nuclear y pequeña, entonces cuando aprietan las tuercas del malestar es difícil transitarlo si no se está bien acompañado.

El dolor tiene que pasar y uno tiene que aprender a convivir con ese dolor hasta que se hace un poco más llevadero.

Decir sí a la vida (Ed. Planeta, octubre  2021)

“Cada ser humano, en su inmensidad y pequeñez, es una llama que brilla con luz propia y destaca sobre todas las demás. El mundo es un mar de fueguitos, cada uno con su particular historia. Una llama inmemorial que se transmite entre generaciones. Es inevitable que en ocasiones se agite, resplandezca y queme, del mismo modo en que se deja llevar por una pequeña brisa, enferma o incluso se apaga. Esta es una metáfora que ha servido durante siglos para definir nuestra existencia, que a veces nos duele o desafía más de lo que esperábamos. Este libro nos instruye, con extrema sensibilidad y virtuosismo, en el arte de caminar la vida y superar sus asuntos clave, y nos ofrece un mapa preciso para salir airosos de cualquier tempestad evitando que quedemos anclados en el sufrimiento. En él hallaremos la oportunidad para crecer y aprender a vivir en paz con nosotros mismos. Un sugerente viaje hacia nuestro interior que nos llevará a reflexionar sobre el verdadero sentido de la vida.

Joan Garriga, uno de los psicólogos más reconocidos e influyentes en España y América Latina, nos enseña, como si estuviésemos sentados en una sesión de terapia y mediante ejemplos reales, a acoger el sufrimiento y convertirlo en fortaleza”, explican los especialistas.

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