Siete historias de Diego a la tucumana

Siete historias de Diego a la tucumana

Cada visita de Maradona a la provincia generó una revolución, incluso las primeras, cuando estaba naciendo su leyenda. Los protagonistas de aquellos partidos tienen mucho para contar,

25 Noviembre 2021

1977 - Atlético Concepción: “No me comí ningún amague”

Eduardo Ruiz

LA GACETA

A la primera visita de Diego a Tucumán se la considera “el partido fantasma”. Es que hay muy pocos datos -y mucho menos imágenes- de aquella presentación en el estadio “Ingeniero José María Paz”, en Banda del Río Salí. Apenas un año después de su debut con Argentinos Juniors, un Maradona de 17 años arribó para jugar un amistoso. El “Bicho” se medía con Atlético Concepción en una tarde de miércoles fría, en la que sobraron emociones según recuerda el historiador del equipo bandeño, Oscar Zerda. El “León”, dirigido por Jim Lopes (pseudónimo de Alejandro Galán), un argentino llegado desde Brasil, se impuso cómodamente por 4 a 2.

Luis “Kuki” González jugaba de defensor y recuerda el partido como si hubiese sido ayer. “Para ese entonces ya todo el mundo sabía quién era Maradona. A pesar de que era muy chico no necesitaba carta de presentación. Aquí vino y no lo dejamos ir ni al baño. Lo seguimos de cerca siempre porque era muy habilidoso -destaca- En una jugada lo esperé y no me comí ningún amague. Le fui fuerte, sin mala intención, y lo levanté con pelota y todo. Él mismo reconoció que no había sido falta, se paró y siguió jugando”.

Maradona salió al final del primer tiempo. Sin embargo, cuando los empleados del ingenio llegaron al estadio, a la salida del trabajo, pidieron que Diego volviera a entrar. Según comenta Zerda, Diego tuvo un gesto de complicidad y se paró para volver al campo de juego, aunque el árbitro Aldo Álvarez le negó el reingreso porque ya había sido reemplazado. Pero González sostiene que el referí terminó accediendo al pedido y los bandeños pudieron disfrutar finalmente de algunos minutos más de la magia de Diego.

1978 - San Martín: Primero boxeo, después la magia

Julio Coronel

LA GACETA

Maradona pisó La Ciudadela por primera vez la noche del viernes 3 de noviembre de 1978. César Menotti lo había dejado afuera de la Selección campeona del mundo y lo ungía como el emblema del Juvenil, que inició en Tucumán la preparación para el Mundial de Japón del año siguiente. Con el hotel de San Javier como búnker, el equipo se entrenó en unas canchas acondicionadas en ese predio y se mantuvo lejos de la ciudad. El rival fue nada menos que el Cosmos de Nueva York, con un plantel de estrellas en el que sobresalía el alemán Franz Beckenbauer (en la foto con Diego).

Organizado por el club Central Norte, el espectáculo arrancó por la tarde con una pelea de boxeo en el centro de la cancha. El liviano tucumano Luis Pérez venció por puntos al paraguayo Emilcio Ortiz.

Con 18 años y casi dos como profesional, Maradona no defraudó y en apenas ocho minutos ya había liquidado el partido: primero con un gol de tiro libre y, luego, con un centro a la cabeza de Rolando Barrera. El italiano Giorgio Chinaglia adornó el 2 a 1. Al año siguiente Diego alzaba su primera copa del mundo en Tokio, ante la Unión Soviética.

1979 - Atlético Tucumán: “De los mejores goles que me hicieron”

Daniel Coronel

LA GACETA

“Fue impresionante, de los mejores goles que me hicieron. Yo a Diego lo conocía; ¿por qué pensás que puse seis en la barrera? Pero no había qué hacer, la pelota pasó al primer hombre de la barrera y se metió en el palo izquierdo. Fue extraordinario”, recuerda Francisco Ruiz (foto), el histórico arquero de Atlético que sufrió la zurda bendita de Maradona.

Fue un día como hoy, hace exactamente 42 años. Se jugaba la penúltima fecha del Nacional del 79. Atlético y Argentinos se jugaban la clasificación a la siguiente fase. El “Decano” ganó 2-1 y avanzó junto con Racing. Dicen que tras el pitazo final de Abel Gnecco Diego rompió en llanto porque su sueño de ser campeón con el “Bicho” quedaba trunco otra vez. Tal fue la bronca que en el avión de vuelta a Buenos Aires Maradona armó una colecta para comprarle anteojos al árbitro, porque no había visto un claro penal. Así lo recuerda Silvio Nava, historiador y dirigente “decano”.

Durante los 90’ Diego fue anulado por Juan Francisco Castro. En la única oportunidad en que se le escapó, “Kila” lo derribó cerca del área y Maradona cambió el tiro libre por un golazo. “Es inolvidable para mí haberlo enfrentado. Además, fue un partido especial porque cuando terminó intercambiamos las camisetas”, detalló el “Negro” Ruiz.

1980 - Atlético Tucumán: “Lo dejamos jugar y se lució”

Daniel Coronel

LA GACETA

“Para mí es un orgullo haber jugado contra el mejor futbolista de todos los tiempos. Nunca vi alguien como él dentro de la cancha”, cuenta Ángel Guerrero (foto). El “Negro” participó del triunfo de Atlético del 79 y también de la derrota amistosa del 80. Fue una fría tarde de invierno, un día de semana, y tal vez por eso la cancha no lucía como un año atrás.

Diego encaró el partido como si fuera por los puntos, tal vez, con la derrota y eliminación de 1979 todavía latentes. El arranque de Maradona fue tremendo, según relata Sebastián Lampasona, historiador de Atlético. “Fue un paseo de Diego, el primer tiempo terminó 2-0 con dos goles de él, uno tras una apilada de jugadores con su estilo”, añade. Al final, Argentinos ganó 3 a 2.

“Le pedí la camiseta a Diego, pero él se la había prometido a Ruiz. Me quedó esa espina, pero la verdad es que transmitir a los chicos lo que fue Diego es hermoso”, destaca Guerrero. Que Diego haya hecho de las suyas tiene que ver con que los “decanos” entraron relajados. “Lo dejamos jugar, mucho lo habíamos marcado el partido anterior con el ‘Kila’, creo que no era momento de jugar con los dientes apretados y él, claro, se lució. Si en el 79 se había escapado dos veces y terminó en dos tiros libres, uno besando el travesaño y el otro en gol”, comentó Guerrero sobre aquel partido del que no se conocen demasiados detalles.

1981 - San Martín: Diego y Jacinto, un solo corazón

Julio Coronel

LA GACETA

Hacía menos de dos meses que Maradona había convulsionado el mercado de pases al dejar Argentinos y forzar una llegada deseada a Boca. Tenía 20 años y el sueño de salir campeón, algo que conseguiría cuatro meses después, en el Metropolitano.

Aunque el partido estuvo a punto de suspenderse, la promesa de la recaudación completa para Boca terminó de salvar el espectáculo. Tucumán vivió una revolución, que arrancó en la pista del ex aeropuerto, ubicado en esa época en la avenida Brígido Terán. Con el paso interrumpido por los fanáticos, Maradona fue uno de los últimos en subir al colectivo que llevó al plantel hasta el hotel. Es más, casi se olvida el bolso entre la multitud.

Ese 23 de abril de 1981 La Ciudadela volvió a explotar. Una selección de la Liga Tucumana fue el rival de Boca. Aún con la marca de Pedro Monteros encima, Diego se las arregló para poner al público de pie durante la primera media hora. Pero con el correr de los minutos, el talento de Jacinto Roldán impuso condiciones. “Pero creo que jugué mejor contra la Selección juvenil”, recordó con modestia el crack “Santo”, que fue la figura de la cancha las dos veces que se enfrentó con el “Diez”. Casi nada. El juego terminó 1 a 1. El uruguayo Ariel Krasouski anotó para Boca y Roldán, de tiro libre, igualó para los tucumanos.

“Lo dimensiono ahora, con el paso del tiempo. Es como que jugués contra Messi y te elijan a vos”, rememoró Roldán, que guarda en un cuadro la foto junto a Maradona.

1992 - Atlético Tucumán: “Te iluminaba desde el saludo”

Eduardo Ruiz

LA GACETA

“Encandilaba, es como verlo al Papa. Difícil de explicar”, son las primeras sensaciones de Eric Ginel. El ex jugador de Atlético y de San Martín tuvo la fortuna de compartir el campo con Diego en junio de 1992. Maradona llegó a la provincia -gobernada por Ramón “Palito” Ortega- para jugar un partido a beneficio del Hospital de Niños. En ese momento se encontraba suspendido por 15 meses, luego de dar positivo en un control antidoping en Italia. Jamás volvería a jugar allí, donde se vio su mejor versión.

El escenario del amistoso fue el Monumental José Fierro, por aquel tiempo sin los codos en las populares y sin las modernas plateas de los sectores 4 y 6. “Nunca vi la cancha de Atlético tan llena, no se veía el borde de la parte superior de la tribuna. La gente estaba sentada a caballito”, comenta Ginel. El encuentro enfrentó a un combinado de San Martín y Atlético con un equipo liguista que tenía a Maradona como refuerzo de lujo. “A mí me tocó marcarlo porque estaba jugando de 8. En una jugada tuve que salirle al lateral que da a calle Laprida. Lo tenía encerrado, pero no sé qué hizo porque me tiró la pelota por arriba de la cabeza y yo quedé mirando a la tribuna”, rememora entre risas Ginel.

El por aquel entonces jugador del “Santo” remarca lo que significaba Maradona: “te iluminaba desde el saludo. Tenía un aura especial y era tremendo lo que generaba”. Esa tarde Diego se despachó con tres goles, para todos los gustos. “Era un abanderado del argentinismo -afirma Ginel-; una mezcla de soberbia con un amor propio exacerbado. Por eso no habrá otro como él”. En la foto, Ginel es el primer futbolista desde la derecha, abajo.

2007 - San Martín: “Muchas gracias a los que vinieron... Y a los que no, ¡que se jodan!”

Bruno Farano

LA GACETA

“Unos días antes de viajar a Tucumán estábamos en la casa de Alejandro Mancuso comiendo un asado, luego de un entrenamiento, y mirando un partido de San Martín. La cancha estaba estallada y Diego se puso como loco”. Adolfo Pedrosa, un tucumano que trabajaba en la empresa que trajo el showbol a la provincia, le cuenta detalles a LG Deportiva. “¿Ahí vamos a jugar? ¿Con toda esa gente? ¡Qué loco!”, rememora las palabras que el “10” le dijo a “Mancu”.

Hacía 15 años que Maradona no pisaba la tierra en la que había comenzado a dibujar gambetas allá por 1977. Y según relata Pedrosa, vivió a full su estadía en Tucumán. “Estaba contento y muy metido en el partido. Todo se hacía con mucha seriedad. Incluso, los compañeros lo cuidaban muchísimo. No estaba permitido el alcohol en las comidas para evitar que él llegara a tener algún inconveniente”, explica.

De buen semblante, cumpliendo con los que se acercaban a pedirle una foto o un autógrafo, Maradona no puso ninguna traba. Lo único que desestimó durante esa estadía fue una invitación del productor azucarero Jorge Rocchia Ferro para dar un paseo en helicóptero.

Eso sí, lo que él esperaba no se cumplió. Sólo 2.000 personas asistieron al duelo entre los seleccionados de Argentina y Paraguay. Fiel a su estilo, luego de la victoria 8 a 6, tomó el micrófono y fue contundente. “Muchas gracias a los que vinieron; y a los que no, ¡qué se jodan”, disparó mientras el “Maradó, Maradó...”, sonaba con fuerza.

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